Sobrevivientes y resistencia
Valeria Gutiérrez, de 14 años, es alumna de grado 9no de la Institución Educativa Los Centauros, en Vista Hermosa, Meta, y quiso compartirnos un texto que rememora la historia de una vecina suya, hoy sobreviviente.
Hace aproximadamente 32 años a mi vecina le ocurrió una calamidad. Eran las ocho de la noche y ella quería salir a las ferias con su primo. Al enterarse, su tío les dijo que no podían salir a esas horas, así que sus dos primos se fueron de la casa con mal genio, decidieron no ir a las fiestas y se quedaron en una casa que el tío tenía en el campo.
Pasaron tres horas y se oyeron galopes de caballos. Al abrir la puerta, mi vecina se dio cuenta que era su tío bastante exaltado y con horror en su mirada. Él les preguntó si estaban bien y si no estaban heridos, y ella le contestó que estaban tranquilos en la casa, y le preguntó qué había ocurrido. El tío le respondió que se estaba dando una matanza en el pueblo y que en las ferias se decía que había muchos muertos.
Al transcurrir los días, ellos tuvieron que quedarse en esa casa en el campo comiendo de lo que encontraban, ya que en el caso de que fueran al pueblo, los podrían asesinar.
Un día, tenían tanta hambre que mi vecina decidió ir al pueblo por una libra de carne, pero claro que con temor de que la asesinaran. Al llegar, se dirigió hacia un puesto de carne y un joven la atendió. Pocos segundos después, ella escuchó un horroroso estruendo. Habían matado al joven que la estaba atendiendo en frente de ella. Mi vecina miró cómo el joven se desangraba y, justo atrás de ella, se encontraba el asesino.
Con mucho horror ella se dirigió hasta un asiento, mientras que el joven asesino caminó hacia ella y le preguntó si había visto algo. Ella obviamente respondió que no. El asesino le dio una pastilla para el dolor de cabeza y para el mareo, la que ella no consumió por temor de que fuera algo malo.
Después de que el joven se fuera, ella, impactada, recurrió hacia una señora que conocía para contarle lo que había sucedido. A los minutos de estar en su casa, mi vecina no podía creer lo que estaba sucediendo. Aquel asesino entró por la puerta, pues era el hijo de la señora que, claro, no estaba enterada de la historia.
La señora, al ver a mi vecina tan asustada, le pidió a su hijo que la llevara a su casa. Mi vecina se tornó de un color amarillo y al dirigirse en el carro con aquel muchacho solo rezaba para no morir. El joven la dejó en la casa y se fue. Ella le agradeció a Dios y les contó lo sucedido a sus familiares.
A los días siguientes continuaron ocurriendo muertes en el pueblo sin cesar. Hombres armados entraban a los hogares y mataban a familias enteras sin piedad, había camiones que llevaban incontables cadáveres por el pueblo y las familias veían, llenas de dolor, cómo se llevaban a sus hijas, tíos, hermanas, padres, abuelos y sobrinos.
Al pasar de los años siguieron ocurriendo matanzas, muertes y desapariciones. Pero desde el 2007 se empezaron a calmar un poco las cosas gracias a la desmovilización de los paramilitares.
Mi vecina y su familia pudieron sobrevivir a pesar de toda esa tragedia y, actualmente, viven estables y superando todos esos problemas.
*Para conocer más del proyecto Mi Municipio lea el artículo 'Vista Hermosa desde sus ojos' o escuche este podcast de Rutas del Conflicto Radio.
Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 01:18