Eucalipto ilegal deteriora sabanas del Guaviare ante los ojos del Estado colombiano

Una plantación ilegal de eucalipto de 300 hectáreas y cuyo propietario se desconoce afecta un singular ecosistema de la región amazónica, donde la presencia de grupos armados dificulta el control estatal.

Por Alexander Campos Sandoval

Visto desde el cielo, el terreno del que hablaremos puede parecer la silueta de un ave. O una hoja seca, con sus contornos y vetas. En cualquier caso, para el pasajero de una avioneta o para el nítido lente de un satélite, salta a la vista el particular cultivo de una especie invasora, que sintetiza los problemas del Guaviare en cuanto a ocupación ilegal de terrenos baldíos inadjudicables de alta relevancia ambiental.

Incluso si no fuera tan evidente este parche que aflora en la vereda Charrasquera, parte del complejo natural de Sabanas de La Fuga ubicado en el noreste del departamento, ninguna autoridad podría asegurar que no lo ha visto. En mayo de 2020 la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) reportó su incipiente crecimiento. Más de cuatro años después, crecen impávidas las 300 hectáreas de eucalipto que lo componen.

300 hectáreas son el equivalente a casi tres parques Simón Bolívar de Bogotá y 23 jardines botánicos de Medellín. Su existencia viola las disposiciones de ocupación de baldíos en Zonas de Reserva Forestal, pues el predio no puede ser titulado ni tiene permiso de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) para ser explotado. También contraviene la reglamentación de la Ley Segunda de 1959, que regula el desarrollo de proyectos forestales semejantes en dichas zonas de reserva. Además, el eucalipto es una especie introducida y, contrario a buscar sostenibilidad, se trata de un monocultivo o sistema agrícola que consiste en sembrar un mismo tipo de planta en una zona. Esta práctica , según expertos, profundiza las problemáticas ambientales.

Con las coordenadas que halló FCDS, y a través de herramientas gratuitas como Google Earth Engine Timelapse, se aprecia el suelo limpio en 2019, la aparición de corredores en 2020 y la sucesiva deforestación en los alrededores del cultivo hasta 2022, especialmente hacia el sur de la plantación.

El siguiente gráfico compara dos fotos del sembradío tomadas con dos años de diferencia. Registradas por satélites de la plataforma Planet, las imágenes muestran cómo prospera tranquilamente el sembradío ilegal entre el 25 de mayo de 2022 y el 2 de noviembre de 2024.

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Pese a la plena identificación del sembradío de eucalipto, las autoridades estatales no han conseguido detenerlo o transformarlo. Fuentes en tres de las entidades consultadas en San José del Guaviare nos aseguraron que problemas de orden público o el control del Estado Mayor Central de las disidencias de las FARC (EMC), encabezado por Iván Mordisco, han entorpecido o impedido recientemente la vigilancia y la acción en zonas rurales.

Ante la presencia del EMC en el territorio, el Estado luce frágil, tardío e incluso vulnerable. La oficina de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) en San José del Guaviare abrió hace poco más de un año. Además, aunque el propio presidente de la República, en un discurso de septiembre pasado calificó de extorsivas las amenazas del jefe guerrillero a las familias que trabajan por frenar la deforestación y lo instó a dejar los negocios ilícitos y a contribuir al desarrollo de la región, varias de las fuentes consultadas coincidieron en que esa guerrilla tiene control de la zona. Incluso, por razones de seguridad nos recomendaron no visitar el cultivo y tomar precauciones durante la reportería en el casco urbano de San José del Guaviare.

Sabanas de La Fuga hace parte del punto medio en el que se encuentran la Orinoquía y la selva amazónica. Lo que los estudiosos del suelo entrevistados para este reportaje denominan ‘corredor de transición’, importante para la circulación de animales y hogar de especies endémicas. ¿Qué impacto puede tener en este ecosistema el monocultivo de eucalipto, conocido por su altísima demanda de recursos, capaz de alterar drásticamente la hidrología de las zonas donde se siembra?

La alianza de Rutas del Conflicto Y CONNECTAS habló en San José del Guaviare con fuentes de cinco entidades públicas, además de líderes indígenas y organizaciones no gubernamentales para conocer la situación del cultivo y las razones de la falta de acción estatal. Varios de sus testimonios aparecen citados a continuación como anónimos, dado que podrían poner en riesgo su integridad.

Plantación e irregularidades

Casi por completo, el departamento Guaviare está dentro de la Zona de Reserva Forestal (ZRF) de la Amazonía, creada con La Ley Segunda de 1959. El monocultivo de eucalipto, una especie exótica introducida, opera sin los permisos necesarios, que la Agencia Nacional de Tierras (ANT) está avalada para conceder dentro de dicha ZRF a través de figuras como contratos de derecho de uso, actos administrativos de regularización de ocupación y concesiones forestales campesinas. Así lo estipula el artículo 4 del Decreto Ley 2363 de 2015.

Estos permisos existen en tanto el Decreto 2811 de 1974 prohibió adjudicar baldíos cobijados por la Ley Segunda, de manera que el Estado puede ceder y revocar la explotación de dichos terrenos para garantizar que se conserven. A falta de autorización, el cultivo de eucalipto podría configurar una ocupación indebida de baldíos, descrita en el Acuerdo 58 de 2017, cuya investigación estaría hoy a cargo de la misma ANT, como manda la Ley 160 de 1994, tras la extinción del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora) y del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder).

Este uso irregular del territorio es una generalidad en el departamento. El Acuerdo 21 de 1971, emitido por el hoy extinto Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena), sustrajo de la ZRF un área de 455 mil hectáreas en el noroeste del Guaviare para otorgar tierras a colonos y permitir la explotación agrícola. A excepción de esa área, en la que se pueden titular tierras, en los sitios poblados de los cuatro municipios del Guavire hay un latente conflicto de ocupación, en el que participa buena parte de sus 63.000 habitantes.

"Sabemos que estas personas que viven en Ley Segunda, de cierta manera, están infringiendo la ley, por así decirlo. Sin embargo, el Estado sabe que viven ahí y que están ahí", nos aseguró acerca del campesinado un funcionario del que reservamos su nombre por motivos de seguridad. Según él, este grupo de ocupantes busca acordar con la Agencia Nacional de Tierras (ANT) un reconocimiento y regularización de su explotación agropecuaria, como se ha hecho en otros territorios durante el presente gobierno.

Sin embargo, este no es el caso del predio donde está instalado el eucalipto, pues según nos aseguró la Unidad de Gestión Territorial de Guaviare, “no se ha adelantado ningún proceso de regularización de la ocupación” en la vereda donde se encuentra la plantación.

Por otra parte, la FCDS ha registrado la dinámica de acaparamiento de tierras en Guaviare, en el que individuos no identificados utilizan vastas extensiones, principalmente, en proyectos de ganadería. "Ellos vienen y compran varias fincas. Así las fincas tengan solo documento de compraventa, ellos inician su proceso, y como no existe ni un título ni tampoco existe la regularización de la ocupación, no se puede identificar quiénes son los que realmente están ocupando ese espacio", explicó el funcionario.

Los mencionados proyectos de ganadería son muestra de cómo los ocupantes ilegales de predios baldíos irrespetan los principios de sostenibilidad y compatibilidad del suelo. Así mismo, como explicaremos a continuación, la plantación de eucalipto se encuentra en un territorio que no es apto para proyectos forestales como ese.

El mandato de la Ley Segunda fue generar un plan de ordenación forestal que, para la Reserva de la Amazonía, llegó apenas en 2013 con una resolución que dividió el territorio del Guaviare entre Zonas A y B. Esta reglamentación incluye un extenso listado de los propósitos de las áreas tipo B, entre los que está fomentar la producción forestal sostenible, propender a la regulación hídrica, la calidad del aire y el control de la erosión de suelos e, incluso, estimular las plantaciones forestales comerciales en áreas aptas, con una previa evaluación de riesgos.

El siguiente gráfico muestra la zonificación en el nororiente de Guaviare y la ubicación del cultivo de eucalipto dentro de dicho orden. También se ilustran áreas con previa decisión de ordenamiento, como resguardos indígenas y parques naturales.

Como se ve, la plantación de eucalipto se encuentra en una zona tipo B de la Reserva Forestal de la Amazonía. El predio donde está cultivado es originalmente un ecosistema de sabana, que no contaba con árboles antes de la siembra de eucalipto. Esto quiere decir que no había un recurso forestal que pudiera manejarse según los preceptos del plan de ordenación emitido en 2013. Sin embargo, este especifica que los proyectos instalados deben cumplir criterios de sostenibilidad y compatibilidad con la zona.

La Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), dependencia ligada al Ministerio de Agricultura, ha elaborado 70 evaluaciones de tierras agropecuarias, que permiten saber para qué cultivos es apto un determinado territorio. Estas pesquisas consideran factores físicos, sociales, ambientales y económicos.

En la plataforma de datos abiertos de la entidad, encontramos que el predio en el que se encuentra el eucalipto, por ejemplo, tiene altas aptitudes para la siembra de plátano. Así mismo, es una tierra medianamente apta para producir yuca, piña, maíz, naranja, mandarina, limón Tahití o aguacate. Incluso, se señala una aptitud baja para producir chontaduro. Pero, en definitiva, esta tierra no es apta para sembrar el árbol del caucho, endémico de la región, ni otras especies maderables.

Según Diego Cardona Calle, ambientalista, investigador y magíster en ciencias de bosques tropicales, de manera preliminar se puede concluir que “si [el terreno] no es apto para proyectos forestales, pues ya no es apto para eucalipto, porque el eucalipto es un cultivo forestal”.

Pero, aun si el predio fuera apto, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi, entidad adscrita al Ministerio de Ambiente, encontró 21 especies nativas de árboles maderables que se usan y comercializan a buen ritmo en Guaviare. Por eso, varios entrevistados dicen que serían preferibles antes que una especie introducida por las alteraciones que puede ocasionar en el medioambiente.

Guaviare cuenta ya con ejemplos exitosos de sistemas forestales sostenibles, establecidos a partir de especies nativas en otras zonas del departamento. En la vereda El Capricho, en el suroeste del casco urbano de San José, se producen aceite y pulpa de seje, o palma milpesos. Otra finca, por su parte, apuesta por la explotación de caucho en la vereda Aguabonita.

"Si no hay sustracción, [el cultivo] está violando áreas de Ley Segunda. Allí lo que debería existir es el ecosistema forestal original”, concluye Diego Cardona, quien además apunta a la irregularidad del uso de eucalipto: “[el predio] debería estar dedicado a la cobertura original o alguno de los cultivos que están recomendados y que serían más acordes con la agricultura familiar”.

La amenaza del eucalipto

El Guaviare goza de una altísima biodiversidad, pues allí confluyen la fauna y la flora de las regiones andina y amazónica.

Allí, un sinnúmero de especies de árboles nativos puede aprovecharse para usos varios. Si se requiere alimento, la selva ofrece frutos del milpesos, asaí, almendro, tacay o cacao de monte. La palma cumare y el balso sirven para fabricar artesanías, mientras el guamo, el dinde y el caruto producen sustancias colorantes. Con el pepeloro y el yarumo se pueden fabricar combustibles, mientras el cabo de hacha y la palma barrigona proporcionan madera para la construcción. Un listado que incluye 82 especies medicinales y 132 maderables.

En ese contexto, no se justifica la aparición de especies foráneas como el eucalipto que, según nos explicó el doctor Miguel Lovera, “se implementa a gran escala, no tiene enemigos naturales y cuenta con características de autodefensa”, lo que la hace peligrosa para la biodiversidad y los ecosistemas y, por ende, para la vegetación nativa.

Lovera, ingeniero agrónomo que se ha opuesto a la siembra masiva de este tipo de árbol en los bosques de Paraguay, se refiere a las sustancias alelopáticas cuando habla de “autodefensa”. Se trata de secreciones con las que las raíces del eucalipto eliminan la competencia de otras especies de flora, con el potencial de afectar a alguna de las 36 especies de plantas endémicas identificadas por el Instituto Sinchi en las Sabanas del Guaviare, tales como la paja de sabana y el chaparro.

Cualquier intervención sobre un ecosistema ecológico con unas funciones muy claras, implica un deterioro” sentenció un investigador que trabaja en el departamento con una institución gubernamental.

El ecosistema de Guaviare en el que se encuentra el sembradío en mención es un herbazal, y los suelos que lo componen son ácidos y retienen poca agua y nutrientes. Esto, sin embargo, poco importa en el interior del monocultivo porque allí se instala un entorno solo apto para el eucalipto, capaz de transformar el equilibrio de ese territorio, como explica el doctor Lovera:

Es un árbol que extrae ingentes cantidades de agua. Se habla de que las especies más utilizadas en los monocultivos consumen hasta 20 litros de agua al día. Compactan el suelo y lo secan. Muchas veces se usa el eucalipto en estrategias de desecación de humedales”.

En terrenos ya propensos a la erosión, como es el caso del corredor entre Sabanas de La Fuga y Charras, el impacto del eucalipto podría generar daños irreversibles.

A propósito, Diego Cardona planteó los riesgos de la eventual degradación del suelo: “La degradación es cuando un ecosistema va perdiendo ciertas cualidades que hacen que ya no funcione como debería funcionar. ¿Cuál puede ser una afectación? Que vaya perdiendo la capacidad de absorción de humedad, erosionando el suelo, o que este ya no sea capaz de dejar expresar el banco de semillas, que son las semillas de todas las especies de árboles, plantas, herbáceas que hay ahí guardadas por muchos años. Si no se puede manifestar ahora por la alelopatía del eucalipto, el ecosistema se está degradando”.

Esta alerta se intensifica con la presunta popularización del eucalipto entre campesinos de la región, pues una fuente que pidió la reserva de su identidad nos aseguró: "En potreros abandonados se está estableciendo ahora eucalipto. Es lo que se viene estableciendo ahora por el buen crecimiento y el buen rendimiento”.

Daños asociados

La plantación de eucalipto se inscribe dentro de las dinámicas descontroladas de uso de la tierra en Guaviare, que generaron una pérdida de 425.000 hectáreas de cobertura arbórea entre 2001 y 2023, según datos de Global Forest Watch.

Durante la última década, dicha deforestación ha impactado especialmente el resguardo nukak, ubicado a 3.6 kilómetros del cultivo de eucalipto, según determinamos gracias a la herramienta de medición de ArcGIS MapViewer.

 

La silueta blanca muestra el cultivo de eucalipto sobre la sabana, en el límite con la selva en la que se evidencian sendos parches de deforestación, incluso en territorio del resguardo nukak, señalado con el sombreado verde a 3.6 kilómetros del cultivo de eucalipto. Fuente: Elaboración propia con capa geográfica de Resguardos Indígenas en el país, tomada de la Agencia Nacional de Tierras (ANT).

El resguardo Nukak, delimitado en 1993, enfrenta crecientes amenazas como la invasión de la ganadería extensiva, el asedio del monocultivo de palma y la construcción de carreteras ilegales en su interior, que han impactado el modo de vida de las comunidades originarias.

En tierras del clan meomuno [gente de la coronilla] ya casi no se encuentra la pepa guapichona. Una uva que para nosotros es sagrada; pero el campesino no sabe qué es, y tumba el árbol". Así se lamenta Joaquín Nijbe, representante legal del resguardo nukak, sobre la incidencia de los colonos en el bosque. En sus palabras, “quieren seguir hacia nuestro territorio, como a tierras sin dueño”.

El Estado: un espectador limitado

Nuestra reportería no arrojó pistas sobre que la ANT, la Gobernación de Guaviare, el ICA o la CDA hayan concretado acciones para intervenir el terreno y frenar la operación ilegal del cultivo. La situación llega al punto de que varias de estas autoridades consultadas no cuentan siquiera con información sobre los responsables de la invasión al predio.

El funcionario antes mencionado, quien trabaja en una entidad de control, señala la normatividad como raíz de este problema:

Desde 1974 se impidió la titulación en Ley Segunda. Eso en ningún momento ha limitado que las personas sigan expandiendo y deforestando. Eso quiere decir que la estrategia de no titular no funciona para detener la deforestación. Se sabe que el Guaviare es uno de los departamentos más afectados, pero si en este momento alguien deforesta un predio de Ley Segunda, ni la CDA ni la Agencia Nacional de Tierras ni ningún organismo de control va a tener herramientas o evidencias para señalar al responsable porque no hay propiedad por ningún lado. Yo puedo ver desde un satélite, o un dron, o un avión, un hueco grande. Pero no puedo decir quién fue”.

El 8 de octubre enviamos solicitudes de acceso a la información a la Agencia Nacional de Tierras (ANT) y la Gobernación del Guaviare para indagar acerca de cuánta información tienen sobre el cultivo de eucalipto y qué acciones han tomado al respecto. Hasta la fecha no recibimos respuestas.

En la misma fecha realizamos la misma consulta a la Corporación para el Desarrollo Amazónico (CDA), entidad encargada de la gestión ambiental de áreas protegidas en el departamento de Guaviare. Su respuesta fue que, al tratarse de una plantación forestal comercial, es el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) el encargado de emitir un registro al respecto.

El ICA nos confirmó que conoce el cultivo, pero como nos detalló una fuente que conoce de cerca el trabajo de la entidad en Guaviare, esta se limita al seguimiento sanitario, pues no está en capacidad de decir a los campesinos “'Establezcan esto', o 'esto no se puede establecer', porque son plantaciones forestales comerciales, establecidas por la mano del hombre y con recursos propios de los interesados”.

Al margen de estas posturas, la presencia estatal es escasa en el departamento, como prueba el hecho de que la mencionada CDA cuente con apenas cinco funcionarios de planta allí.

Jonatan Smith Granda, funcionario del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), por su parte, reconoció que no existe una cartografía del departamento del Guaviare y que, recién este año, se está desarrollando el diseño del área urbana. Esto, a través del mandato emitido hace ocho años por el Acuerdo de Paz acerca de construir un catastro multipropósito.

La debilidad del Estado también se evidencia en el control que ejerce en la zona el Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las Farc, que, como reportó El País América, incluso adelanta un censo de población para crear su propio catastro de los predios rurales del oriente de Guaviare.

Como reportó el periodista César Molinares en julio de 2024, el EMC estimula y controla en el oriente de Guaviare la siembra de coca, que junto a la ganadería es una de las principales actividades responsables de la deforestación en el departamento.

Al respecto de la acción estatal sobre estos asuntos de orden público, consultamos a principios de noviembre al Ministerio del Interior y al Ministerio de Defensa. Hasta la fecha no obtuvimos respuesta.

Ante la falta de acciones estatales efectivas y aprovechando debilidades como la dificultad para identificarar con facilidad a los ocupantes de terrenos baldíos, las 300 hectáreas de eucalipto siguen creciendo sin los permisos requeridos ante la mirada de las autoridades.

 

*Este trabajo se realizó con el apoyo de Earth Journalism Network.

Actualizado el: Vie, 12/13/2024 - 18:28