Un duplicado crimen de lesa humanidad

Por Erik Arellana Bautista

*Una columna de opinión publicada por Rutas del Conflicto

 

¿Pueden los Ejércitos y sus estructuras dedicadas a la inteligencia militar violar mujeres y torturarlas impunemente? En Colombia sí. Bajo la idea del enemigo interno se persiguió a mujeres sistemáticamente y se les torturó hasta la muerte. La familia de Nydia Érika Bautista —mi madre— denunció este hecho durante años, ante todas las instancias judiciales nacionales e internacionales. Los responsables de las investigaciones no han hecho justicia para Nydia en 38 años. El año pasado, el 21 de junio de 2024, un ex agente de inteligencia denunció en la prensa un plan de exterminio a opositores del gobierno entre los que se mencionó a Nydia Érika. El pasado 4 de abril, el mismo medio de comunicación publicó un video de Bernardo Alfonso Garzón Garzón en el que detalla la detención “ilegal”, la tortura y el asesinato de Nydia Érika. El video es parte de la audiencia como compareciente ante la jurisdicción Especial de Paz.

Este fragmento fue obtenido por una emisora y publicado en sus redes sociales y en su página web. Lo mismo había sucedido con la declaración de José Dorado. Los periodistas del medio tienen acceso a información que hace parte del proceso cerrado de justicia que adelanta la JEP. Mis preguntas son: ¿cómo obtienen esa información que debe ser custodiada y protegida  por la JEP? ¿Quiénes y con cuáles intereses comparten esta información con esos periodistas? ¿Tiene esa emisora algún interés en hacer pública las declaraciones de agentes de inteligencia que involucran no solo a los comparecientes sino a militares que llegaron a Generales de la República? ¿Se ha planteado el medio de comunicación el impacto que tienen estas declaraciones en la familia de la víctima o solo les mueve el morbo y la necesidad de ‘me gustas’? ¿Es esto periodismo responsable para la construcción de paz y los derechos de las víctimas? ¿Qué papel tiene la JEP a la hora de proteger a las víctimas en procesos que deberían ser cuidados por la crudeza y gravedad de las confesiones? ¿Aceptarán los otros comparecientes las implicaciones del testimonio de los ex agentes José Dorado y Bernardo Garzón Garzón? ¿En cuántos años lograremos una verdad completa? Y, por último, ¿de qué nos sirve a las víctimas la verdad sin hechos de justicia?

Cuando hablamos de derechos humanos se pide verdad, justicia, reparación y garantias de no repetición. Garzón Garzón ya lleva 7 años como compareciente ante la JEP. En la Justicia ordinaria el caso no avanza y el Consejo de Estado calla desde hace más de una década. Así una verdad sin justicia, filtrada y fragmentada, es publicada en las noticias. No puedo ni referirme a la reparación que, según las leyes y los discursos de paz, es imprescindible. A una familia como la mía por marcharse al exilio después de las amenazas y los atentados contra nuestras vidas le han entregado como reparación una cantidad cercana a los 1.000 dólares. Las garantías de no repetición nunca se han dado y, de hecho, como confesó José Dorado, el plan de exterminio que jamás ha concluido incluía a toda la familia Bautista.

En otro plano está la reacción de la sociedad que hace eco de la narración del declarante. Personas que replican la noticia y no comentan nada, simplemente comparten el mensaje del compareciente. Conocidos que me mandan la filtración como si no la llevara clavada en alguna parte invisible de mi alma. Yo me pregunto si este contenido debe compartirse así, sin un comentario, sin una toma de posición, sin una expresión ante lo que es publicado por el medio de comunicación. En otro nivel están los que justifican los hechos, los que toman posiciones ofensivas y permeadas por el odio ¿No es esto amplificar el horror y la perspectiva de los criminales?

El consumo de cadáveres sistemático en medios masivos de comunicación normaliza la muerte violenta y se naturalizan los hechos de violencia que les preceden, de tal manera que una muerta más no afecta al colectivo, no hay referencia a la humanidad perdida. Sólo se amplifica la magnitud del hecho victimizante. No aparecen tampoco los cuestionamientos que nos llevan a pensar en las otras víctimas a las que la violación de varios derechos humanos se les infringieron con total impunidad. La impunidad alienta a los perpetradores de crímenes a seguir en sus prácticas de tratos crueles bajo la doctrina de la Seguridad Nacional.

Estos niveles de guerra psicológica han traspasado generaciones y el nombre de Nydia Érika Bautista se ha asociado en distintos lugares de Bogotá y del mundo a la figura de la víctima de Estado.

La desaparición forzada de Nydia Érika ha motivado a cientos de personas en el mundo a pronunciarse contra el crimen. En Alemania existió un asociación que lleva su nombre, en las oficinas de Pan para el Mundo en Berlín hay una sala de conferencias que conserva su memoria. En Colombia ha sido objeto de estudio en derechos humanos en distintas facultades. Una fundación que busca a personas desaparecidas lleva su nombre y ha impulsado una ley para que sean reconocidos los derechos de las mujeres que buscan a personas desaparecidas. Artistas de la ciudad han pintado su nombre y rostros en distintas oraciones en las paredes de la ciudad en los últimos 15 años.  Poetas del mundo han escrito alrededor de 300 poemas en su memoria en el concurso La Luz de Mirada. Algunos grupos musicales, como Desarme Rock social y Resgestae y el Sistema Sonoro Skartel en Bogotá, le han dedicado canciones y las mencionan en sus álbumes. Una decena de documentales y audiovisuales han contado lo que sucedió con ella. Hace parte de la memoria colectiva de la ciudad de Bogotá como parte de la Cartografía de la memoria de la ciudad.

En vida Nydia fue una amante de la literatura, estudió sociología en la Universidad Nacional de Colombia y Economía en la Universidad Central, fue tesorera de la Lotería de Bogotá y del Instituto Nacional de Radio y Televisión, donde hizo parte del Sindicato. Al vincularse la M-19 promovió los diálogos de paz entre el Gobierno y el movimiento insurgente. En mayo de 1986 sufrió torturas tras una detención en Cali. Allí le hicieron firmar una confesión de su vinculación y conocimientos sobre el M-19. Cerraba el documento con una constancia de buen trato y colaboración. Los militares se sintieron burlados por Nydia Erika, por eso la persiguieron para castigarla nuevamente. Una docena de hombres vinculados al Batallón de Inteligencia y Contra Inteligencia del Ejército participó del operativo. En su detención, tortura, violación sexual, asesinato y ocultamiento del cadáver. Parte de ellos buscan evitar la cárcel aportando una parte de verdad 38 años después de ocurridos los hechos dicen con sangre fría qué fue lo que hicieron con Nydia Erika. Trocitos de verdad que no sirven para nada, que sólo duplican el crimen de lesa humanidad. Lo sucedido es la metáfora de la normalización de la revictimización que en Colombia se ha convertido en rutina. También cuando se celebra —en teoría— el día de las víctimas.

Actualizado el: Vie, 04/11/2025 - 16:55