Chámeza: tras las huellas del olvido

Los familiares de personas desaparecidas en el municipio de Chámeza, Casanare han tenido que liderar con el proceso de búsqueda solos por cerca de 20 años, creando sus propias organizaciones. Una de ellas es Familiares Colombia Línea Fundadora, para seguir el rastro de la violencia que alguna vez los desplazó.

Por: Camila Ramos, Sabrina Bastidas y Ana Rodríguez. 

Entre tragos Uriel Romero decide hacer la pregunta final: “¿usted mató al acólito de la iglesia?”. Alias ‘Canica’ guardó silencio un momento antes de por fin contestarle, “no, yo di órdenes para que lo mataran porque yo era el comandante”. Así, Uriel se enteró que su hermano Adonai, había sido asesinado y que tenía enfrente al responsable de su muerte.

Aprovechando su estado de alicoramiento, Uriel comenzó a cuestionarlo sobre las desapariciones en Chámeza, Casanare. Había escuchado antes que aquel hombre había participado en la masacre de Mapiripán y que también había estado presente el día en que su hermano fue desaparecido.

El paramilitar no se imaginaba que estaba siendo interrogado por uno de los familiares de Adonai y, sin quererlo, había comenzado a dar pistas fehacientes de su responsabilidad en la muerte del joven. ‘Canica’ le confesó que en Chámeza habían desaparecido a muchas personas, pero que a él le dolió cuando desaparecieron al acólito de la iglesia porque “era un pelao bien”.

Uriel Romero lleva siempre con él la foto de su hermano, Adonai Romero, y una camisa con las fotos de todos sus familiares desaparecidos.

Fotografía: Camila Ramos, Sabrina Bastidas y Ana Rodríguez. 

Durante el período del 2001 al 2003, el municipio de Chámeza, Casanare vivió duros episodios de violencia. De acuerdo con la Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víctimas, en el municipio se registraron un total de 37 desapariciones forzadas. Las familias de las víctimas se han encargado de la búsqueda de sus seres queridos y solos han logrado encontrar cerca de nueve cuerpos.

Las personas desaparecidas, usualmente, son víctimas de tortura y, en la mayoría de los casos, nunca recuperan su libertad. En el caso de Chámeza, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) señala que, “se ha encontrado que los cuerpos de las personas eran desmembrados para luego ser inhumados en fosas clandestinas muy pequeñas o fosas comunes. En otros casos, eran lanzados a ríos o lagunas”.

En Colombia, finalizando la década de los noventa, hubo una transformación del mecanismo de desaparición forzada cuando con el recrudecimiento de la guerra, esta “dejó de ser monopolio del Estado y pasó a hacer parte de los repertorios de violencia de grupos armados ilegales, como las guerrillas y los grupos paramilitares”. 

En busca de Adonai

Uriel tenía 17 años cuando comenzó la búsqueda de su hermano Adonai Romero. En 1997 los frentes 38 y 56 de las Farc atacaron la alcaldía, el colegio, las sedes de la Policía y la Registraduría y algunas casas de los habitantes del municipio, según el CNMH. A raíz de esto, en 1999 Uriel dejó de asistir al colegio y recibió un aviso de su primo militar de que él y su familia tenían que irse de Chámeza. Su hermano se quedó atrás, impulsado por la vocación de servir a la iglesia, de la que era acólito de un padre de apellido Arbeláez. En 2001 Uriel regresó solo a Chámeza, luego de haber salido desplazado con su familia tres años atrás. 

 

 

En el municipio vecino le dijeron a Uriel que su hermano había desaparecido junto a otras personas de la región. Un año y medio después de la desaparición de su hermano, Uriel pisó de nuevo el suelo de la tierra que lo vio nacer, a pesar del rumor de que “quien tuviera que venir a Chámeza se moría”. Ahí fue cuando se encontró con alias ‘Canica’, el paramilitar que había estado al mando durante los duros tiempos de violencia en la zona. 

Chámeza había comenzado a ser visible a causa de las grandes reservas de petróleo en la zona en los años noventa. Por esta razón, se creó la XVI Brigada del Ejército, ubicada en Yopal, Casanare, a dos horas del municipio. Según el informe ‘Chámeza, Memorias de la sal que nos dio la vida’ del CNMH, esta tendría la labor de garantizar la explotación petrolera y hacer frente al incremento de la presencia de las Farc y el Eln en la zona. 
 
En este informe se encuentran algunos relatos de víctimas del municipio que acusan a la XVI Brigada y a otros miembros de la Fuerza Pública de señalar a Chámeza como “zona roja” y a sus habitantes como colaboradores de la guerrilla. Según los testimonios, esto desencadenó la oleada de asesinatos y desapariciones a campesinos, profesores y médicos por esta estigmatización. Mariana Toro, familiar de José Santos Toro y Rigoberto Toro, desaparecidos en la región, comentó en una entrevista con el CNMH que esta brigada del Ejército se había ensañado con la comunidad luego de que la guerrilla asesinara a uno de sus soldados en el municipio.
 
La desaparición forzada se convirtió en una de las principales dinámicas ejercidas en Chámeza, lo que llevó a que sus habitantes se desplazaran a zonas aledañas en el afán de proteger sus vidas y las de sus familiares. En el informe se indica que, según el Registro Único de Víctimas (RUV), entre los años 1985 al 2014 se desplazaron masivamente alrededor de 781 familias chamezanas: 18 en el año 2000, 150 en el 2001, 241 en el 2002 y 169 familias en el 2003. Las cifras son aún más alarmantes cuando se tiene en cuenta que en el municipio vivían alrededor de 1.800 personas.
 
De acuerdo con el RUV, entre 1993 y el 2005, se registró un fortalecimiento de la presencia de las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) bajo el mando de alias ‘Martín Llanos’, alias ‘Caballo’ y alias ‘Careloco’.

Familias unidas por la búsqueda

Yeison Salamanca es el líder de la Asociación Familiares Colombia Línea Fundadora de Recetor, Casanare, y una de las víctimas de desaparición forzada en la zona. Nueve de sus familiares, entre ellos sus padres y hermanos, fueron desaparecidos, lo que lo obligó a desplazarse de la zona huyendo de la violencia. Yeison y Uriel han trabajado juntos, de la mano con otras familias víctimas del mismo flagelo, pues Recetor y Chámeza son municipios aledaños. Como consecuencia se creó la fundación que, hasta el día de hoy, lucha por encontrar los cuerpos de estas personas que llevan desaparecidas desde hace casi 20 años y así poder obtener justicia.

El dolor y la incertidumbre de no saber dónde se encuentran sus familiares genera que las víctimas se organicen y que sean ellas mismas quienes, pista a pista, hallen un rastro que los lleve al paradero de sus parientes. La ayuda de la comunidad en la reconstrucción de los hechos, la constancia y el tiempo que han dedicado a la búsqueda de cada familiar los ha llevado a encontrar nueve de las 36 personas desaparecidas en Chámeza, según cifras entregadas por Uriel.

 

 

Romero logró limpiar el bosque en un transcurso de tres meses, después de reunir a un grupo pequeño de familiares de víctimas e, incluso, algunos miembros de su familia. Aunque seguían sin encontrar nada, no se daban por vencidos. Guiados por algunas declaraciones de alias ‘Careloco’ y testimonios de vecinos, comenzaron a hacer mapas para llegar a alguna conclusión sobre cómo hallar el cuerpo de su hermano. En este proceso, dieron con un vecino que les dio algunas pistas de los últimos minutos de vida de Adonai.
 

 

 

La Asociación Familiares Colombia ha denunciado que ellos no han recibido apoyo en la búsqueda por parte de instituciones como la UBPD y la Fiscalía, pues han sido las mismas víctimas quienes se han organizado para encontrar a sus familiares. Incluso la Asociación ha propuesto un trabajo en conjunto con la UBPD, pero la respuesta fue negativa. 
 
Estas situaciones han creado choques entre las víctimas y la institución, y sumado a esto, se han puesto obstáculos en la participación de los familiares en la exhumación de los cuerpos y no les han brindado ayuda psicosocial después de la entrega.

Según la UBPD, “desde la apertura de la sede territorial de Yopal, la entidad determinó como prioritario el abordaje de dicho municipio en las labores de búsqueda”. Asimismo, aseguró que ha adelantado la investigación en Chámeza a través de reuniones y también “diálogos constantes con personas y familias que han sido víctimas de las desapariciones forzadas de sus familiares y allegados”.
 
Hasta el momento, aseguró la misma entidad, solo se ha desarrollado una acción humanitaria de prospección, es decir, exploración del terreno para descubrir o encontrar algún cuerpo, pero sin hallazgos positivos. La UBPD afirmó que ha propuesto espacios de pedagogía con organizaciones de desaparición forzada del municipio y que ha articulado acciones con la institucionalidad local. Sin embargo, esto se contrapone con los relatos de los familiares que han asumido la búsqueda de sus desaparecidos con sus propios medios.

En el caso de Familiares Colombia Línea Fundadora, ni siquiera el Estado les ha ayudado a proteger las zonas de búsqueda a pesar de las denuncias que han enviado sobre posibles obstrucciones en el proceso. Esta es la situación que se vivió con un predio donde se estaban realizando búsquedas y fue perturbado cuando el dueño, un exalcalde, comenzó a construir su propiedad, sin importar las alertas que la comunidad había hecho para que nadie tocara el terreno.
 

 

El miedo al retorno

 

 

Las personas que se ven forzadas a abandonar sus territorios, no contemplan la opción de regresar porque ya no hay nada en estas tierras que los amarre a ellas, solo el dolor. El miedo se vuelve un factor importante en el desplazamiento, pues estas personas no quieren retornar a un lugar habitado por la violencia armada y lleno de recuerdos.
 
Ese mismo miedo impacta sus vidas personales pues suelen cargar solos con sus duelos y angustias. Indepaz señala, en su informe ‘Afectaciones Psicológicas A Familiares De Personas Desaparecidas’, que la desaparición forzada causa “un duelo irresuelto con problemas emocionales y psicológicos profundos que afectan los proyectos de vida de las personas y sus familias, dañando los vínculos humanos y las relaciones comunitarias y sociales, no solo en un corto y mediano plazo, en muchas ocasiones pasan décadas buscando el saber la verdad y justicia para su familia”.
 
Pero a pesar de todo esto, la comunidad chamezana se ha mantenido fuerte en su propósito de construir paz en su municipio. Muchas familias han regresado a sus casas para rehacer sus vidas, viviendo día tras día, sin nunca olvidar.

 

 

Jorge Evelio Díaz, sacerdote de la parroquia San Nicolás de Tolentino, cuenta cómo es la situación actual de Chámeza. Díaz asegura que el retorno le ha dado vida al municipio que, de a pocos, se ha reconstruido y unido.

Los esfuerzos por construir memoria en Chámeza nacen de la misma comunidad que lucha, día a día, por conmemorar y recordar a sus familiares. Pese a que los fuertes episodios de violencia afectaron las relaciones entre los habitantes del municipio, su lucha por buscar a sus seres queridos los unió en el reclamo por la verdad y la reparación. La Asociación Familiares Colombia es una muestra del apoyo que la comunidad se da entre sí, tanto para emprender búsquedas como para sanar junto a otros. 
 
Según los líderes de la Asociación, el Estado ha mostrado poco interés en colaborar con los procesos de búsqueda y con el trabajo en conjunto con la comunidad. También señalan que, a pesar de su ausencia en la investigación, se han abanderado injustamente de hallazgos que han sido resultado del trabajo, tiempo y dedicación de los familiares de las víctimas para encontrar los cuerpos de sus desaparecidos.

La lucha de estas familias no termina cuando encuentran a sus familiares, ya que siguen en una pelea constante con el gobierno local para poder conservar los símbolos que ellos han construido para la memoria. Uno de ellos es la placa ubicada en el parque central del municipio, en donde se encuentran los nombres de las personas desaparecidas. A pesar de los reclamos de las víctimas, la placa se encuentra a un lado del pedestal, partida a la mitad y arrumada junto a escombros del parque.

 

 

Esta placa fue hecha en conmemoración a las víctimas de desaparición, sin embargo, este año en una restauración organizada por la Gobernación sufrió una ruptura y hasta el momento no ha sido reemplazada, pese a las promesas que les han hecho a las víctimas. 
Fotografía: Camila Ramos, Sabrina Bastidas y Ana Rodríguez. 

La UBPD señala que ha recibido 28 solicitudes de búsqueda de Chámeza que se encuentran en trámite. Según la Unidad, en estos casos se han adelantado diálogos iniciales y de ampliación de información, acciones de orientación y tomas de muestras de material genético. Sin embargo, los líderes de Familiares Colombia Línea Fundadora y las familias afirman que han enviado más de cien solicitudes para que la entidad acompañe y apoye la búsqueda que ellos están realizando. “En estos 20 años nosotros hemos recorrido todos los sitios y lugares de fosas. Nosotros no podemos hacer el trabajo que ellos hacen, pero sí podemos trabajar articuladamente. No necesitan venir tres o cuatro veces a hacernos talleres porque eso cansa a la gente”, afirma Yeison Salamanca.

Mientras todo esto ocurre las familias de los desaparecidos no cesan en su lucha y continúan en la reconstrucción de sus vidas luego de que les arrebataran a sus seres queridos. “No es igual recuperar un cuerpo que a una persona viva, pero al menos esto compensará que las víctimas puedan visitar los restos de sus seres queridos, puedan llevar flores, ofrecerles una misa y visitar su tumba cada vez que quieran”, menciona Uriel.

Actualizado el: Vie, 12/17/2021 - 06:56