Entre el silencio y el estigma de la guerra: el impacto del conflicto armado en la salud mental de las víctimas

En Rutas del Conflicto ahondamos en el impacto del conflicto armado en la salud mental de las víctimas. En el capítulo Hallazgos y Recomendaciones del Informe Final, se habla de cómo viven las víctimas su duelo frente a lo que les sucedió en la guerra, la constante revictimización en su cotidianidad y el estigma que un país les recalca todo el tiempo.

Por: Susana Rincón 

“Las experiencias traumáticas muchas veces son difíciles de compartir, la figura del abuelo que ya no está, del padre del que se habla siempre con dolor o de la hermana que se fue a la montaña, hace que muchas familias se hayan refugiado en el silencio que duele o en el silencio protector de los otros…” Este es uno de los fragmentos que se plasmó en el apartado Las consecuencias del dolor atraviesan generaciones, del capítulo Hallazgos y Recomendaciones del Informe Final. Uno de los tantos ejemplos que guarda esta guerra de más de 60 años en Colombia que marcó la salud mental de sus víctimas. Las cuales han sido re victimizadas, no solo por la sociedad que, a veces no empatiza con su dolor, sino también por un Estado que no va más allá de la burocratización de sus respuestas. Ante este sufrimiento que, como ellas mismas mencionan en el Informe, lo viven muchas veces en silencio.

Daniela Ramírez, psicóloga con énfasis en género, derechos humanos y atención psicosocial, le expresó a Rutas que las víctimas de conflicto armado han sido tan re victimizadas, y se ha normalizado tanto la violencia de su entorno, que por eso se dificulta su trámite del dolor. “Cuando una persona ha sido víctima se generan cambios a nivel personal, familiar, organizacional, comunitariamente, a veces no solo por el hecho que pasó, sino por su revictimización constante”, agregó.

Como sociedad colombiana, ¿Qué realizamos frente a estos escenarios de revictimización? Ramírez señaló que estamos normalizando la imposibilidad de brindar una ayuda y escucha a las víctimas, cerrando los canales que permiten a estas personas una ayuda institucional clara y concisa, puesta al nivel del entendimiento de las víctimas, con profesionales que, a veces, no tienen el tacto para ponerse en los zapatos de quien brinda su desgarrador testimonio de vida.

“Encontramos que las víctimas son absorbidas por un sistema poco empático, deshumanizado. Nos han arrebatado, no solo la capacidad de diferir lo que es violento, sino también poder mirar al otro como un colectivo, no desde la inferioridad. Porque eso también es violencia, y la revictimización que viven todo el tiempo las víctimas en este país”, precisó Daniela Ramírez.

“Las medidas de reparación tienen hasta la actualidad un desarrollo parcial. Han llegado a una minoría de las víctimas (12 por ciento, en 2021) en el acceso de indemnizaciones”, señala el capítulo de Hallazgos del Informe Final, publicado el pasado 28 de junio en el teatro Jorge Eliecer Gaitán. A lo que añade, que en este camino se resaltan los valiosos procesos a pequeña escala de las agencias implicadas, pero se sigue quedando corto el acompañamiento con una visión estatal y social de conjunto. “Durante décadas, las víctimas sufrieron esa situación sin reconocimiento ni apoyo, lo que llevó a una vivencia de desamparo frente al Estado, de no tener a quién acudir, quedar sin salida ante crímenes que nunca tuvieron reconocimiento. Todo esto incrementó el impacto”, puntualiza el capítulo.

Claudia Vásquez, víctima del conflicto armado, cofundadora de la Casa de la Memoria en Santa Marta e integrante del movimiento Hijos e Hijas por la memoria y contra la impunidad, nos habló desde su experiencia. “Hay que hacer un llamado al reconocimiento de la sanación de nuestro pasado. Las víctimas le venimos apostando hace mucho a ese proceso, y la ciudadanía debe involucrarse en la construcción de superar esas diferencias, entendiendo que ese pasado que vivimos en la guerra nos debe impulsar para cimentar el futuro del país”.

La Ruta Pacífica de las Mujeres es una iniciativa feminista creada en 1996 para visibilizar los impactos de la guerra en la vida y el cuerpo de las mujeres. Gina Arias, psicóloga e integrante de la Ruta Pacífica, en entrevista con Rutas del Conflicto resaltó tres puntos importantes sobre este tema, también señalados en el Informe Final de la Comisión de la Verdad: el primero, la invisibilización de las víctimas, promovida por una sociedad colombiana que no converge con este dolor. El segundo, el silenciamiento constante a los procesos de organizaciones de víctimas y de víctimas individuales que encuentran un sentido de vida en ese camino de ser escuchadas o encontrar respuestas a su dolor. Por último, el tercer punto es la negación del conflicto en territorios donde aún es latente la ocupación de grupos al margen de la ley.

Aquí es donde surgen los grandes interrogantes sobre nuestro papel como sociedad colombiana, ¿Qué estábamos haciendo cuando sucedieron todas estas violaciones a los DDHH?, ¿Qué responsabilidad nos corresponde como país frente a estos hechos? Teniendo siempre presente la construcción de un futuro donde no vuelvan a suceder estos crímenes, y donde las víctimas no tengan que pasar en un silencio obligatorio su duelo, ni el estigma de la guerra las persiga más.

 

Actualizado el: Mié, 07/06/2022 - 12:48