“Puedo dar fe de que ninguno de los vendedores a quienes compramos predios tuvieron problemas de amenazas o desplazamientos"

Rutas del Conflicto tuvo la oportunidad de contactar a Carlos Llano, un empresario vallecaucano que participó de manera significativa en el proceso de compra y venta de 16 predios en el Vichada. En un principio esos terrenos fueron adjudicados a campesinos de la zona y hoy son propiedad de la multinacional norteamericana Cargill.

¿Su principal actividad económica es la compraventa de bienes inmobiliarios? Si es así, ¿desde cuando se dedica a este oficio?

Mi principal actividad económica se circunscribe al sector agropecuario. Soy Zootecnista de la Universidad Nacional con posgrado en nutrición animal de la Universidad de California. Toda mi vida he estado vinculado al sector agropecuario a través de actividades como ganadería de leche, siembra de caña de azúcar, porcicultura, cultivo de tilapia, y asesorías nutricionales en el Valle. La venta que se hizo a Cargill surgió como una oportunidad puntual pero no obedece a mi actividad principal.

¿Cuándo, bajo qué circunstancias y con qué propósito llegó al Vichada?

Hace 15 años me vinculé al Vichada y lideré un grupo de 16 inversionistas vallecaucanos de diferentes perfiles profesionales quienes, aunque no tenían conocimiento sobre la altillanura, creyeron en el futuro que esta región ofrecía como una alternativa importante para ampliar la frontera agrícola de Colombia. Así, pudimos hacer unas adquisiciones con el fin de desarrollar proyectos de ganadería, agricultura y reforestación, siempre animados por los planes de infraestructura que anunciaba el gobierno para esta región, y que después de 15 años de presencia en la región no se materializaron. Mi participación en los predios comprados se deriva de un aporte inicial de capital y honorarios que recibía de mis socios, mediante la cesión de un porcentaje sobre los mismos.

¿Cuando llegó a la zona, cómo eran las circunstancias de orden público? ¿Cómo era el panorama de violencia en la región?

Al llegar al Vichada me sorprendió la tranquilidad de la región, particularmente la zona de Santa Rosalía y La Primavera. A diferencia de otras zonas en los llanos, con un historial de violencia ampliamente documentado como Puerto López, Puerto Gaitán, Mapiripán, Serranía de la Macarena y otras áreas del sur del Meta.

¿Cuál fue el criterio para escoger las tierras para comprar?

El criterio de compra siempre tuvo dos fases. Una primera fase de tipo jurídico que consistía en hacer una investigación de toda la tradición de los predios, conocer a fondo quienes habían sido sus propietarios y tener la seguridad de que existiera la intención de los mismos de hacer una venta de manera libre y consciente, libre de cualquier tipo de coacción, y a precios de mercado. El segundo criterio que se tuvo en cuenta, era que los predios tuvieran vocación agrícola una vez se hicieran las adecuaciones demandadas para corregir las múltiples falencias que presentan los suelos de la altillanura.

¿Cómo estableció el precio para ofrecerle a los colonos?

El precio de las compras obedeció como en cualquier otra transacción de bienes raíces a las leyes de mercado que siempre han existido y prevalecen en la zona, toda vez que yo no era el único comprador y debía competir con las ofertas que hicieran otros compradores que por esa época también se vincularon al llano. Aquí vale la pena hacer una aclaración que considero importante, y es que en la gran mayoría de los casos las compras no se le hicieron a colonos, si por colono se entiende la persona a la cual le fue adjudicado inicialmente el predio. Una revisión de los certificados de tradición podrá aclarar que los predios ya habían tenido ventas previas.

¿Cuál era el precio promedio por hectárea que ofreció y pagó?

Para la época de las compras iniciales los precios variaban entre $100.000 y $400.000 por hectárea dependiendo de ubicación, porcentaje de área aprovechable, presencia de serranía y estado de las sabanas en cuanto a limpieza. Todos estos predios carecían de infraestructura y sus mejoras eran muy incipientes, no había divisiones, cercas, ni pastos mejorados, pero ofrecían un potencial productivo si en ellos se hacían las inversiones necesarias para corregir los problemas de suelos propios de la altillanura y que están ampliamente documentados en la literatura. Muchos campesinos cuentan que usted aparecía haciendo las ofertas por las fincas, pero a la hora de firmar las escrituras, aparecen otros nombres.

¿Es esto cierto? Si es así, ¿cómo fue su trabajo en esta intermediación?

Eso es cierto, pues como le comenté en el punto 2, mi función era identificar predios que ofrecieran potencial para actividades agropecuarias y forestales y adquirirlos, labor por la cual recibía unos honorarios representados en participación en los predios adquiridos. La diferencia de precios entre la compra y la venta ciertamente fue importante y obedeció a varias expectativas que se originaron con anuncios que hizo el gobierno hacia 2009 en el sentido de que se le iba a dar un impulso importante a la altillanura identificándola como la gran frontera agrícola del país, mediante la pavimentación de la vía a Puerto Carreño, La inversión en la navegabilidad del río Meta mediante la construcción de 7 puertos entre Puerto López y Puerto Carreño, la electrificación de Santa Rosalía y La Primavera tomando como base la red eléctrica de Casanare etc. Sobra decir que todos estos anuncios fueron un saludo a la bandera y a la fecha el Vichada adolece de los mismos problemas que siempre le han acompañado y la falta de infraestructura e inversión por parte del gobierno es total.

Varios propietarios originales de las tierras señalan que por muchos años soportaron la violencia de los grupos armados y que por esta razón accedieron a venderlas a precios bajos. Revisando los certificados de Tradición y Libertad observamos que algunas fincas en las que, según los colonos, usted fue el intermediario, se vendieron inicialmente por valores que no superan los 100 millones de pesos. Estas propiedades fueron revendidas a Colombia Agro, en menos de dos años, por cifras que alcanzaron los 2.500 millones de pesos. ¿Cuál es su versión de los hechos?

Puedo dar fe de que ninguno de los vendedores a quienes compramos predios tuvieron problemas de amenazas o desplazamientos. De hecho, por aquella época, y supongo que aún está vigente, existía una medida que exigía a los notarios la presentación por parte de compradores de predios en algunos municipios con historia de desplazamientos forzados, de un certificado que expedían las alcaldías municipales acreditando que el predio en venta estaba exento de esa condición. Sé que, para predios comprados en municipios con historia de presencia de grupos al margen de la ley, ese certificado era indispensable para correr las escrituras públicas. Por el contrario, Santa Rosalía y La Primavera nunca fueron considerados municipios con historial de desplazamientos forzados y por eso tal certificación no era necesaria. Esto me animó a invertir en la zona, más aún cuando tenía una responsabilidad con inversionistas que depositaron su confianza en mí.

Su esposa María Catalina Raffo Palau y uno de sus familiares, Andrés Caicedo Raffo, también aparecen como intermediarios en los documentos. ¿Se dedican ellos a la compraventa de bienes raíces? Otros intermediarios de apellidos Builes, Espinosa Larrarte y Riascos Villegas, según registros comerciales, tienen vínculos con usted en varias empresas. ¿Cuál es su relación con ellos? ¿Sabe cómo y por qué llegaron al Vichada a comprar tierras?

Tanto mi esposa como las personas mencionadas participaron en un pequeño porcentaje en algunas de las inversiones de predios que posteriormente fueron vendidos a Cargill. Ninguno de ellos se dedica a la compraventa de bienes raíces y la venta a Cargill surgió como un negocio de oportunidad.

¿Cómo y en qué momento supo usted del interés de Cargill por tierras en el Vichada?

El interés de Cargill por comprar tierras nos fue inicialmente dado a conocer por comisionistas de Santa Rosalía y La Primavera. Esto nos permitió entrar en contacto con representantes de la multinacional y después de un prolongado proceso de negociación vender nuestros predios a esa empresa.

Además del Vichada, ¿en qué otras zonas del país tiene negocios de compraventa de tierras?

No poseo tierras en otras regiones del país y tampoco estoy en la actividad de compraventa de predios. El abandono del gobierno en esta región unido a la inestabilidad jurídica sobre la propiedad de la tierra dio al traste con promisorios proyectos productivos de diferentes empresas que quisieron desarrollar el Vichada. Sin ánimo de polemizar ni defender causas ajenas, siempre me sorprendió que una región que por décadas permaneció en el olvido, curiosamente sólo hasta cuando surgieron empresas que quisieron hacer desarrollos agroindustriales importantes, algunos representantes de la clase política sintieron de repente dolor de patria y con el pretexto de que se estaba amenazando la seguridad alimentaria del país al permitir que dichas empresas nacionales y extranjeras adquirieran áreas necesariamente grandes por las características propias de la altillanura e hicieran cuantiosas inversiones en adecuación de suelos, compra de maquinaria, desarrollo de infraestructura vial y fluvial, contratación formal de mano de obra etc., interpusieron toda suerte de objeciones y enfilaron baterías contra inversionistas que desarrollaban una actividad con apego a la Ley. Si en algún momento hubo compras aprovechando situaciones de debilidad por parte de los vendedores o ejerciendo intimidación o coacción, éstas deben ser investigadas y castigadas por la Ley. Por otro lado, sé de algunos vendedores que en su momento enajenaron libremente sus predios a precios de mercado y aparecieron años después invocando situaciones de desplazamiento inexistentes. Con esto quiero respetuosamente sugerirle que tome con beneficio de inventario acusaciones a las que usted hace referencia en el sentido de que algunas ventas en la región de Santa Rosalía y Primavera obedecieron a presiones de grupos armados, toda vez que como le anoté en un punto anterior, esta región, aunque no ajena a la inseguridad que vivió el país en los años 90 y principios de los 2000, padeciendo incluso una cruenta toma guerrillera en 2001, no sufrió como otras regiones del país episodios de desplazamiento forzado que obligaran a colonos a vender sus parcelas a precios por debajo de su valor real.

Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 00:14