Daniel Campos

Daniel Campos es uno de los 25 desaparecidos de la masacre que paramilitares perpetraron en Barrancabermeja, Santander, el 16 de mayo de 1998. Su sobrina, Rocío Campos Pérez, quiso compartir su historia. Su familia presume que posiblemente fue desaparecido en el río Lebrija, en el municipio de Rionegro, Santander.

Durante la época de los 90, era la época más dura y que se avecinaba la consolidación del paramilitarismo. Yo Rocío siempre me había gustado el liderazgo desde que estaba en el colegio. A mis once años fui violada por un guerrillero del ELN, quien por orden de alguien me violó y con la intención de reclutarme.

A pesar de esta situación que fue muy dura y difícil de superar, porque no tuve el apoyo de nadie, ni siquiera con el apoyo de mi familia porque me daba vergüenza contar o hablar sobre mi violación.
Yo estaba cursando cuarto de primaria y por unos días estuve triste y ausente, solo las payasadas de mi Daniel era lo que me robaban la sonrisa. Mantuve mi rol de liderazgo y trabajaba con la Junta de Acción Comunal en mi barrio, grupo juvenil, pero siempre al servicio de la comunidad. 

Con Daniel nuestra vivencia fue bonita, de verdaderos hermanos. Tanto fue el amor por Daniel que mi pecho me dolía anunciando que algo malo iba a suceder y ese era él. Cuando la guerrilla casi me lo mata, fue por defender una persona que no se encontraba en condiciones de defensión, esto le ocasionó que lo humillaran y sentenciaran a la muerte.

En 1989 me reencuentro con mi hermano Daniel, aunque un año después se fue a vivir a Cúcuta aunque había mutua comunicación. En 1996 regresa a vivir conmigo y éramos felices. Se sentía orgulloso de tener una sobrina que lo llamaba papá. Realizamos una fiesta por el bautizo de mi hijo y él fue el anfitrión.

En 1997 mi hermano trabajaba como carnicero y siempre se caracterizaba por su calidad humana, alegre y parrandero. También colaboraba con la comunidad y se estaba preparando para su bautizo. Éramos unidos y nos amábamos, cuando fue víctima de la guerrilla que lo quería asesinar, yo fui en su rescate. 

Para enero de 1998 estuvimos en el último paseo familiar: toda la familia y él. Tuvimos momentos de risa y armonía. Daniel le estucó la casa a mi mamá y la dejó muy bonita. En mayo, para el día de la madre se sentía frustrado por no tener dinero para darnos un detalle. Se las ingenió y se consiguió un ramillete de flores artificiales y a cada una de las mujeres nos regaló una flor. El ramillete que quedó de 3 flores se lo dio a mi mamá. Ese día la pasamos súper contentos, tal vez presintiendo que iba a ser la última vez que estaríamos con Daniel. 

El sábado 16 de mayo a las 10 de la mañana empecé a sentir presión en mi pecho y un dolor que me agobiaba mientras mi pensamiento mantenía la imagen de Daniel. Presentía que algo malo iba a pasar. Siendo las 5 de la tarde me fui para donde mi mamá y allá me encontré con él, se encontraba colocándole una puerta a una vecina que le había pedido el favor. Nos saludamos y el con una broma y la sonrisa de diente a diente nos despedimos. 

Sobre las 7 de la noche él llegó al billar y se puso a jugar con chucho y con Carlo, eran muy amigos. Él no quería tomar y me largaba las cervezas para que yo me las tomara. Sobre las 9 pm, él se fue a bañar y cambiar para ir a ensayar un vals de quinceañera al cual lo habían contratado para que la preparara. 

Bien vestido y perfumado, bien peluqueado con su hongo, su bozo bien arreglado y sus patillas detalladas. Todo buen mozo como galán de cine con sus pantalones blancos y su camisa de flores era el más guapo de la noche. 

Sobre las 9 y 30 de la noche él volvió a entrar en el billar, como era muy amigo del dueño empezó a retroceder los casets de música para dejarlos listos para el ensayo. Estando en esas fue cuando llegaron dos paramilitares y opacaron la noche y la elegancia de un gran hombre de carácter sensible, amoroso, pero sobretodo que amaba a su familia.