El lanzamiento de cadáveres en el río Carare era una práctica organizada que se realizaba con propósitos específicos. Como explica el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, La resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos de Carare (ATCC) (2011), tirar pedazos de restos humanos a los ríos pretendía impedir la identificación del escenario del crimen y de las víctimas. De igual forma, se buscaba ejercer un castigo adicional a los familiares de las víctimas, pues no podrían recuperar el cadáver de sus seres queridos.

El 4 de enero del año 1990, Manuel Narváez, directivo de la ATCC, fue descuartizado vivo y sus restos, arrojados al río Carare, para que nunca se encontrara su cuerpo, por órdenes del jefe paramilitar nombre real, alias 'Noventa', de Puerto Araujo, departamento.

Los casos de lanzamiento de cadáveres fueron impactando y coercionando a la población civil a tal punto que se creó un rumor en el pueblo: quien encontrara un muerto en el río Carare y dijera algo, también se convertiría en uno. Esto generó que los campesinos dejaran pasar los restos humanos que veían e, incluso, empujaran con palos los cadáveres de las orillas y playas del río que encontraban. La ATCC rechazó esta práctica e intentó crear una campaña para denunciarla y colaborar con el levantamiento de cadáveres por razones humanitarias.

En su afán por desaparecer los cuerpos, los ‘paras’ del Bloque Central Bolívar fueron más allá y practicaron tratos particularmente crueles e inhumanos. Alonso de Jesús Baquero, exintegrante del Bcb, declaró sobre estas modalidades criminales en una audiencia libre del proceso de Justicia y Paz. "Allá hablar de ‘picaleso’ es despedazar la persona por las coyunturas, les quitan las manos, la cabeza, los pies, les sacan los intestinos y echan el cuerpo por aparte. Esto se hace con el objetivo de que no aparezca flotando por el río. Y en ese sitio en donde se desvía hacia Antioquia es como un remolino, entonces el sitio se presta para que no queden rastros porque la corriente es fuerte", afirmó Baquero.

Según cifras del CNMH, en la región cercana al río Carare hubo 681 víctimas letales, entre civiles y militares, registradas entre 1965 y el año 2009. Según datos del Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH, se han recuperado al menos 16 cuerpos de sus aguas.

También fueron afectadas las comunidades indígenas Nauras, Nauracotas y Carares, que habitaron la región por varias décadas. Estos grupos, en conjunto con los campesinos, realizaban actividades como la horticultura mixta (cultivos de huerta), la orfebrería, la adaptación a recursos naturales de la selva y la navegación en la cuenca media del río Carare.

Este río presenta condiciones geográficas particulares, al tratarse de una zona con posibilidades comerciales con el Océano Atlántico y la provincia de Antioquia, además de constituir una fuente de recursos minerales y agrícolas para el desarrollo de economías extractivas.