Los ríos
Río Catatumbo
LA HISTORIA
El río Catatumbo: corrientes de masacres y torturas
La palabra Catatumbo (Ishtana) significa 'Casa del trueno' en lengua Barí, población indígena que habita gran parte de la zona que baña este río, el cual es un símbolo de identidad de esta zona porque recoge agua de afluentes de 33 municipios de Norte de Santander.
Sin embargo, el río Catatumbo es tal vez el afluente con más historias desgarradoras de la arremetida paramilitar en Norte de Santander. En sus riberas se presenciaron las escenas más sangrientas que las víctimas de la guerra han podido contar hasta el momento.
Nace en el cerro de Jurisdicciones (sur de Ábrego), a 3.890 metros de sobre el nivel del mar, con las nacientes de Oroque y río Frío. Ya en el valle se unen en la vereda El Hoyo donde adquiere el nombre de Río Guayabal y más adelante Río Algodonal, cruza la mesa de Ocaña y sigue su curso con la denominación de Catatumbo. En El Tarra recibe las aguas del río Tarra, y en Tibú, las del río de Oro (límite entre Venezuela y Colombia). Desemboca en el lago de Maracaibo (Venezuela).
El río Catatumbo tiene una extensión aproximada de 450 kilómetros, de los cuales 240 pertenecen a Colombia y 210 a Venezuela. Recorre en Norte de Santander los municipios de Ábrego, Ocaña, Convención, Teorama, El Tarra y Tibú, donde se estima una población de 87.603 de habitantes, según las proyecciones del Dane.
Un río de dolor
En mayo del año 1999, las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), por orden de Carlos Castaño, y al mando de Jorge Iván Laverde Zapata, conocido como 'El Iguano', ingresaron a la zona del Catatumbo. Desde esta fecha, se empezaron a registrar muertes masivas y selectivas en los municipios adyacentes a esta cuenca. Por esta época, decenas de cuerpos sin vida fueron arrojados al río Catatumbo, en especial, víctimas de este grupo. La principal razón que daban los paramilitares para desaparecer a estos habitantes era el supuesto vínculo con los grupos guerrilleros que se ubicaban en la zona (Farc, Eln y Epl).
El actuar delictivo también fue apoyado por Armando Alberto Pérez alias ‘Camilo’, quien comandaba el Bloque Catatumbo de los paramilitares, uno de los que sembró el terror en el departamento.
Según cuentan las víctimas, los cadáveres eran lanzados al río para borrar rastros de estos crímenes. El miedo de los familiares también evitaba que estos cuerpos fueran reclamados o identificados en las riberas de los distintos afluentes del Catatumbo, los cuales sirvieron como fosa común de estas masacres.
"Algunos cadáveres decapitados bajaron flotando por el río, y a otros se los comieron los chulos porque nadie se atrevió a recogerlos", extracto de un especial sobre La Gabarra que hizo Pirry.
En el libro 'Tantas vidas arrebatas', de la Gobernación de Norte de Santander y la Fundación Progresar, a este tipo de desapariciones forzosas se les agrupó en una categoría llamada víctimas desaparecidas definitivamente (aquellas que fueron incineradas o sumergidas en los ríos).
Inclusive, allí se registra la forma metódica usada por este grupo paramilitar para borrar el rastro de su actuar, entre ellos el de "los cuerpos tirados a ríos y quebradas", donde se prohibía la recuperación de los cadáveres o una posterior denuncia de los hechos. Con el agua, se iban sus familiares y ellos debían "dejar pasar" lo sucedido.
Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar aseguró que en el 2005, cuando se llevó a cabo la desmovilización paramilitar, el río Catatumbo también fue el afluente que recibió los restos de sus masacres.
"Meses después de la desmovilización del Bloque Catatumbo, tuvimos testimonios de familiares que preocupados acudían a nosotros, porque grupos de desmovilizados acompañados de la Fuerza Pública estaban desenterrando cuerpos de fosas comunes en el Catatumbo y arrojando estos cuerpos a los ríos", aseguró.
Cabe recordar que la arremetida paramilitar -desde 1999 hasta 2004- se dio por el bloque Catatumbo y el frente Fronteras, y hasta 2006 se registró la presencia del frente Héctor Julio Peinado.
El hecho más recordado a orillas del río, se dio el sábado 31 de julio de 1999. Uno de los días donde el terror se difundió por las corrientes del Catatumbo: 15 personas fueron asesinadas en La Gabarra (Tibú) por miembros de las Auc, luego de abordarlas en falsos retenes puestos en la carretera.
Según la publicación del periódico La Opinión del 3 de agosto de 1999, hombres fuertemente armados aparecieron en la vereda Los Cuervos, ubicada a 30 minutos de La Gabarra, mientras los habitantes de los caseríos adyacentes bajaban al casco urbano para hacer sus diligencias.
“Allí torpedearon el paso a los campesinos que en canoa bajaban de diferentes sectores rurales. Luego de permanecer retenidos hasta el mediodía, algunos lograron continuar su trayecto y otros fueron retenidos por este grupo”, menciona el diario.
Luego se conoció que en la playa del río se encontraban los cuerpos sin vida de varios hombres. En esta ocasión, lograron identificar a los agricultores y bogadores José Ángel Contreras Rincón, Jorge Páez Garza, Edinson Alfredo Galván, Luis Jesús Contreras, Luis Francisco Gutiérrez. Sus cuerpos se encontraron mutilados y en estado de descomposición.
Esta sería la segunda masacre de los paras en esta zona. La primera se había registrado el 17 de julio de 1999 en el casco urbano de Tibú, donde asesinaron a siete personas y se llevaron a otras cuatro, cuyos cadáveres fueron hallados al día siguiente en el sector conocido como Carboneros.
Las masacres presentadas en 1999 generaron un éxodo masivo de campesinos, quienes se trasladaron a otras partes del departamento. En contraste a las denuncias presentadas por los habitantes de La Gabarra, las autoridades negaban los asesinatos de los paramilitares ante los medios de comunicación.
En una entrevista publicada el 21 de octubre de 1999 por el diario La Opinión, el comandante departamental de la Policía de ese entonces, teniente coronel Rafael Cepeda Granados, señaló que hasta la fecha solo habían registrado dos denuncias certificadas por desapariciones en el área rural.
De igual manera, la Policía precisó ante los medios que el orden público se había restablecido en este pueblo luego que la fuerza pública retornara a esta zona, mientras los habitantes señalaban que el número de muertos ascendía a 100 en el último año.
Sin embargo, en un archivo de Justicia y Paz revelado por La Opinión, se encontraban reseñadas 13.919 personas asesinadas por las Auc entre 1997 y 2005, junto a algunos comentarios de los paramilitares, sobre cómo se habrían cometido estos hechos violentos.
Sin embargo, en publicaciones como la del 13 de octubre de 1999, se evidencia que muchos de los cuerpos rescatados del río por la comunidad, fueron enterrados en fosas y olvidados.
Otras fuentes documentales registran que entre 2000 y 2009 en Norte de Santander se presentaron denuncias de 947 de casos de desaparición, de los cuales 345 se efectuaron bajo la modalidad forzada. Es decir, cada año desaparecieron 100 personas en promedio. Muchas de estas víctimas fueron arrojadas al río Catatumbo y otras enterradas en fosas comunes.
Décadas de violencia
Sin embargo, la ola de violencia data desde finales de los años sesenta, cuando Integrantes del Eln ingresaron a la zona; luego aparecieron células del Epl, y en los 80 llegaron los frentes de las Farc y grupos paramilitares como la Sociedad de Amigos de Ocaña y la Mano Negra.
Todo esto, debido a la presencia de multinacionales petroleras en la zona (que llegaron al territorio Barí en los años sesenta) y la poca atención de los gobiernos de turno, generó como respuesta el reclamo de atención por parte de grupos guerrilleros, quienes tiempo después vieron en esta franja, una línea estratégica para el transporte y producción de coca: el control de las rutas del narcotráfico se convertiría en uno de los detonantes del enfrentamiento entre guerrillas y paramilitares.
"No pensamos en el futuro qué iba a pasar con el tubo, algo que nadie midió y eso nos trajo problemas", dijo un habitante del Catatumbo al Centro de Memoria Histórica.
El Catatumbo ha sido golpeado por la violencia y por los intereses económicos de distintos grupos. Por un lado, paramilitares y guerrilleros ejecutaron masacres, desplazamientos y desapariciones forzadas, asesinatos selectivos, extorsiones y violaciones. Por el otro, miembros del Ejército también han cometido ejecuciones extrajudiciales y abusos contra la población, según señalan sus víctimas.
Hoy, en el Catatumbo vuelve a renacer la violencia, el Eln, Epl, las disidencias de las Farc y los Nuevos Paramilitares intentan revivir el miedo.
Iniciativas de paz
Desde el 2009 distintas organizaciones Sociales, de Derechos Humanos, víctimas y población en General han desarrollado diversas actividades para cerrar el capítulo de sangre y muerte. Una de ellas fue una peregrinación que hicieron hasta La Gabarra para "borrar las manchas de sangre y echar a andar la esperanza". Para entonces, más de mil personas apoyaron esta y otras iniciativas con las que buscaban que la gente conociera lo sucedido allí y no olvidara a las víctimas.
Otra iniciativa que permanece viva es el monumento que lleva el nombre de 'Testigo en Silencio'. Este tiene un bocachico en la punta, porque según los pescadores y habitantes, este pez del río Catatumbo absorvió el dolor de al menos 60 masacres de las que se sabe poco, porque en muchas ocasiones los paramilitares procuraron no dejar rastro. En Norte de Santander, las víctimas eran mutiladas y luego arrojadas a los ríos Catatumbo, río de Oro, río Tarra, río Zulia o río Pamplonita. En algunos testimonios se llegó a afirmar que si "se drenara el río Catatumbo se encontrarían en su fondo cientos, miles de muertos".
Ahora, los jóvenes del Catatumbo siguen llevando un mensaje claro al mundo con Ishtana Joven, una exposición que recorre Norte de Santander y que además se encuentra en línea donde se muestra la belleza de esta tierra y se hace un recorrido fotográfico por los vestigios del conflicto. Está liderada por 25 jóvenes que a través de productos audiovisuales muestran la riqueza natural del Catatumbo, la vida indígena, hacen un repaso por la época violenta, cómo ha cambiado y lo que ellos piden para que se mejore la vida de las nuevas generaciones.
"La gente, los jóvenes, los abuelos, quieren enseñar a sus nietos, hijos y nuevas generaciones que ya pueden salir a jugar, que esta zona cuenta con bellezas únicas. Esto es grato, porque al verlos reír y disfrutar sienten que el Catatumbo está renaciendo", aseguró Ferney Alexander Romero Morales, joven que hizo parte de este proyecto.
En la versión virtual se puede encontrar como "Catatumbo: memorias de vida y dignidad", en la página del Centro de Memoria Histórica.
Datos principales del río
Bandas Criminales Emergentes, Bacrim (2006 - )
Ejército de Liberación Nacional, Eln
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Farc
Grupo armado no identificado