En la madrugada del 4 de diciembre del 2002, alias ‘Chorro de humo’ y alias ‘Alacrán’ sacaron a Wilson Horman Humos en estado de embriaguez de Chongo Zancudo, un establecimiento nocturno de Puerto Gaitán, Meta. Luego lo llevaron a la plaza central del municipio y, junto con alias ‘Pocillo’ y otros miembros de las Autodefensas Campesinas del Meta y Vichada, lo condujeron a un sitio conocido como Vuelta Larga, en donde lo asesinaron y lanzaron su cuerpo al río Manacacías.

Humos sufría de discapacidad auditiva y del habla. El cuerpo fue hallado en la ribera del río, de acuerdo con la información entregada por José Baldomero Linares, alias ‘Guillermo Torres’, en una audiencia de Justicia y Paz. Linares también dijo que los restos de Humos fueron sacados del río Manacacías tres o cuatro días después de su muerte y lo enterraron en el cementerio de Puerto Gaitán como N.N. Hasta ahora, el cuerpo no ha podido ser identificado. A pesar de la confesión del homicidio, ‘Guillermo Torres’ afirmó no saber cuáles fueron las razones por las que mataron a Wilson Humos ni quién ordenó el asesinato.

Cinco días antes, el 29 de noviembre del 2002, un cuerpo apareció flotando en las aguas del Manacacías en jurisdicción de Villavicencio, de acuerdo con la base de datos del Centro Nacional de Memoria Histórica. La denuncia señala que el cuerpo fue lanzado al río por hombres pertenecientes a las Autodefensas Campesinas del Casanare, conocidas como ‘Los Buitragueños’. Así, se tiene registro de, por lo menos, dos cuerpos arrojados a este afluente.

El río nace en jurisdicción del municipio de San Martín, cerca al piedemonte llanero. En esta zona hubo presencia desde los años 80 de paramilitares conocidos en la región como ‘Masetos’. Este grupo llegó a la zona de la mano de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano’, que hizo parte de los narcotraficantes y esmeralderos que compraron tierras en los llanos y se trajeron sus ejércitos privados, que luego mutaron en grupos paramilitares.

Víctor Carranza, el esmeraldero boyacense, también compró predios en el Meta y trajo a sus hombres a cuidar sus propiedades. Varios de los hombres que hicieron parte de este ejército privado luego, hacia 1994, engrosaron las filas de las Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada, que tuvieron injerencia en la región central y norte del departamento, cerca de la desembocadura del río Manacacías en el Meta. Por su conexión con Carranza, a este grupo se le conocía en la región como ‘Los Carranceros’ y su comandante fue José Baldomero Linares, alias ‘Guillermo Torres’.

En la zona aledaña a San Martín, y a lo largo de las cuencas de los ríos Ariari, Guaviare y Guayabero, hizo presencia el Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia, Auc. Este grupo llegó a la región en 1997 como parte del proyecto de expansión de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, de los hermanos Castaño, que se convirtieron en las Autodefensas Unidas de Colombia luego de la integración de varios grupos paramilitares.

El Bloque Centauros fue el responsable de la masacre de Mapiripán, cometida en julio de 1997, con la colaboración de ‘Los Carranceros’, quienes dieron apoyo logístico. Después de la masacre, el Centauros tenía como propósito unir en un mismo grupo a todas las estructuras paramilitares presentes en la región.

Estos intentos de unificar los grupos paramilitares fueron el origen de una guerra de cerca de tres años, que dejó al menos mil desaparecidos en Meta y Casanare, entre el Bloque Centauros y las Autodefensas Campesinas del Casanare, mejor conocidas como ‘Los Buitragueños’, pues su comandante era Héctor Buitrago, boyacense del piedemonte llanero, que llegó a Casanare y creó su estructura paramilitar con el apoyo de ‘El Mexicano’. Este grupo se expandió por Casanare y llegó hasta el centro del departamento del Meta, en donde cometió la masacre de San Carlos de Guaroa, en 1997, en la que murieron 17 personas.