Los ríos
Río Medellín
LA HISTORIA
“Si alguien por el río ve los pedacitos de mi hijo que avise”
¿Tiene usted esperanza? Preguntó la periodista de Teleantioquia, “¿De que sea mi hijo?”, contrapreguntó la desconsolada madre, “De que esté vivo”, aclaró la reportera, “No, porque ellos andaban junticos”, contestó Claudia Patricia Grajales, madre de Daniel Ortiz, desaparecido junto con su primo Andrés Felipe Ortiz, el 8 de febrero de 2018.
Un tronco y una pierna fueron hallados en el río Medellín, y tras ser corroborado por las autoridades, se confirmó que pertenecían a Andrés Felipe Ortiz, de 19 años, quien desapareció con Daniel.
La comunidad del barrio Santo Domingo Savio emprendió junto con la familia Ortiz la búsqueda de lo que faltaba del cuerpo de Andrés y el de Daniel, pues nadie en el sector, ni siquiera las familias de los jóvenes, guardaban la esperanza de que estuviera con vida. “Si alguien por el río ve los pedacitos de mi hijo, por favor le avise a la Policía para terminar de recogerlos todos”, suplicaba Claudia, desconsolada.
Horas después Claudia recibió la noticia de que su hijo corrió la misma suerte de Andrés. “Pues ya me toca recoger a mi hijo en pedacitos…ay, pero recogerlos….ojalá los encontremos todos”, lloraba al pie de su foto rodeada de velas.
La última vez que Claudia vio a Daniel fue ese jueves cuando entró a su cuarto. Esa noche, los vecinos los vieron conduciendo una moto Boxer negra con adhesivos azules.
Al río Medellín nunca le faltan los muertos
El río Medellín es eje de desarrollo para la capital antioqueña, elogiada por foráneos que en diciembre la visitan por sus alumbrados navideños justamente sobre un tramo del afluente. Su recorrido por todo el centro de la ciudad fue decisivo para el trazado del metro o sistema de transporte masivo. Si bien su ubicación en pleno corazón de la capital antioqueña impulsó su renovación urbana, no logra esconder el crimen en el Valle de Aburrá.
Este afluente nace en el Alto de San Miguel, en el municipio de Caldas (Antioquia), recorre los municipios de Medellín, La Estrella, Sabaneta, Itagüí, Envigado, Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa, desembocando en el río Porce. Rodea una ciudad donde no faltan los muertos ni las extorsiones; donde nadie oye ni ve; donde la mayoría de sus asesinatos queda impune.
El río Medellín está marcado por la muerte desde finales del siglo XIX y comienzos del XX. Germán Antía, epidemiólogo criminal y profesor de la Universidad de Medellín, contó a la Revista Semana que en esa época los homosexuales y las prostitutas eran vistos como un factor de riesgo para el orden social y para mantener la ciudad libre de estas ‘amenazas’, agentes del orden llevaban prostitutas y homosexuales al puente de Guayaquil, los mataban con armas cortopunzantes y los arrojaban al afluente.
Según la filósofa Cruz Elena Espinal, profesora de la Universidad Eafit, los obreros de fábricas y talleres que cometían delitos contra "el honor sexual" también eran castigados. “Agentes en uniforme llegaban a los burdeles y cantinas para llevarse hombres que jamás se volvían a ver. A mediados de siglo XX, la Policía hacía campañas contra los pervertidos morales, a fin de limpiar la ciudad de esta ‘plaga’, como decía en 1947 un periódico ya desaparecido”, narró la docente a Semana en su edición del 26 de mayo de 2012 titulada “Los muertos del río Medellín”.
La 'epidemia homicida', como le llaman los sociólogos a este fenómeno en el río Medellín, se expandió entre 1990 y 1995 por cuenta del narcotráfico cuando empezaron a aparecer cuerpos desmembrados o amarrados de pies y manos, ahogados o asfixiados. Con la llegada del conflicto armado, los paramilitares utilizaron los mismos métodos.
Para explicar la cantidad de muertos que seguían apareciendo en el río, la revista Semana consultó fallos judiciales y casos de los cadáveres encontrados en los últimos años y halló que las víctimas pertenecen a estratos económicos bajos, son indigentes, consumidores de drogas o prostitutas. “Lo más paradójico es que en Medellín hay 288 cámaras de seguridad para controlar el crimen en las calles. Ninguna apunta hacia el río, a pesar de que cada año se vierten allí casi 50 cadáveres y en la mayoría de los casos los homicidas logran consumar el crimen perfecto”, advertía el medio en el 2012.
Esta ‘limpieza social’ se empezó a ver con más frecuencia 56 y 65 años después con los asesinatos de habitantes de la calle o consumidores de drogas. Se puede corroborar con el hallazgo de seis cadáveres de indigentes encontrados en septiembre de 2003 en el río Medellín.
Hace seis años los homosexuales y prostitutas seguían siendo vistos como factores de riesgo. Germán Antía lo aplicó en casos como el de Johana Muñoz, de 22 años, quien apareció en el río Medellín el pasado 12 de enero de 2012 con 73 heridas de arma corto punzante. “En similares circunstancias eran encontradas las prostitutas que agentes estatales arrojaban al río a comienzos del siglo XX. Los métodos aplicados en ese entonces son idénticos a los que se conocen hoy como crímenes pasionales", explicó el epidemiólogo criminal.
“El río, la fosa más grande de Medellín”
En el 2010 fueron recuperados del río Medellín 48 cuerpos, 16 más que en 2009. Tres casos en Caldas e Itagüí, 17 en Medellín, 11 en Bello, 8 en Girardota y Copacabana, y 9 en Barbosa, donde el río adopta el nombre de Porce. Veinticinco de los cadáveres presentaban heridas con arma de fuego, mientras 11 tenían lesiones producidas con arma blanca. Así lo reveló Fabio Osorio, coordinador del Grupo de Inspección a Cadáveres del CTI de la Fiscalía, a El Espectador en su edición del 8 de febrero de 2011 titulada “El río, la fosa más grande de Medellín”.
El funcionario explicó que el río no es el lugar de los hechos sino el medio de transporte. Las organizaciones delincuenciales tiran los cuerpos con la intención de desaparecerlos y con ellos la evidencia y la posibilidad de llegar a los culpables.
Según la edición de mayo 26 de 2012 de El Espectador, en el 2011 volvieron a hallar en las orillas del afluente 48 cuerpos de personas, todos con señales de muerte violenta. El fenómeno fue catalogado por los estudiosos del crimen como una epidemia homicida.
En una entrevista que el entonces concejal de Medellín Luis Bernardo Vélez, concedió a Caracol Televisión el 14 de enero de 2015, aseguró que entre 2012 y 2014 se encontraron 196 cuerpos en el río. El funcionario pidió tipificar el desmembramiento y la desaparición forzada como delitos diferentes al de homicidio e incluirlos en el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana de Medellín.
Los hallazgos en el afluente siguen siendo un tema habitual de la agenda noticiosa de la prensa local, que en la mayoría de los casos ocupan las primeras páginas. Sin embargo, ver un muerto en las aguas del río Medellín ya no escandaliza a los citadinos, cuya indiferencia hace parte del espectáculo que se observa cuando las autoridades salen a rescatar cuerpos o partes humanas. “Los restos de otra víctima flotaban en la quebrada La Limona del corregimiento de San Antonio de Prado y la romería no tardó en llegar, confirmando solo una cosa: quien tiene desaparecidos acude al río Medellín y a las quebradas del Valle de Aburrá para buscar a sus familiares, porque la morgue trasladó allí su despacho”, relató Análisis Urbano, en su informe “Río Medellín: río de impunidad, la nueva morgue de la ciudad”, del 15 de enero de 2015.
El 13 de febrero de este año 2018 la Policía encontró en el río, a la altura de la vereda El Totumo de Girardota, un torso, y al día siguiente, las piernas. La primera apareció en la vereda Popalito de Barbosa, y la otra, en el corregimiento El Hatillo del mismo municipio. Las autoridades confirmaron que pertenecen a una misma persona. De este hecho dio cuenta El Colombiano en su noticia “Otro cadáver desmembrado apareció en el río Medellín”, que reveló que entre enero de 2017 y hasta el 14 de febrero de este año se han hallado 47 cuerpos desmembrados en el Valle de Aburrá, la mayoría de ellos ha sido en el río Medellín.
De las ‘casas de pique’ al río Medellín
La mezcla del narcotráfico con el conflicto armado dejó en las comunas de la capital antioqueña un fenómeno social difícil de resolver: la violencia armada urbana, que le aporta al río Medellín un incalculable saldo criminal.
La guerra en miniatura se libra en las comunas desde hace dos décadas por cuenta de excombatientes de guerrillas y paramilitares que se reorganizaron en combos para disputarse a sangre y fuego el control territorial por el manejo del negocio de la droga.
La estrategia de los combos: torturar con armas blancas y de fuego, desmembrar los cuerpos, meterlos en bolsas negras y arrojarlos al afluente, le dio triste fama al río Medellín, al cual acuden los delincuentes para deshacerse de sus víctimas y borrar toda evidencia.
En la comuna 13 es un secreto a voces que a quien desaparecen en estos sitios es muy difícil encontrarlo vivo, porque a muchos les borran los rasgos físicos y las huellas dactilares para no ser reconocidos, y después los echan al río Medellín.
Por su lugar estratégico, esta comuna ha sido el corredor vial de narcotráfico para el crimen organizado: “llegan por el norte, por el occidente o por el sur”, quienes están dispuestos a toda costa a llenar sus arcas de dinero ilegal”, informa el portal Confidencial Colombia.
Luis Guillermo Pardo, coordinador del Centro de Consultoría de Conflicto Urbano C3, confirmó que en el centro de la capital antioqueña y en la comuna 10 existen 15 'Casas de pique', donde matan a la persona, la descuartizan, el cuerpo lo envuelven en bolsas de polietileno y lo tiran en quebradas o en el Río Medellín. Así lo informó RCN en octubre de 2015.
Tras las denuncias de organizaciones de Derechos Humanos, la Alcaldía de Medellín confirmó el hecho'. "Sí, claro que las hay. Cuando se asesina una persona y se descuartiza se manda un mensaje a la sociedad y a los integrantes de las estructuras”, explicó Luis Fernando Suárez, vicealcalde de Gobernabilidad de Medellín hace tres años.
Del río Medellín al cementerio de Barbosa
Los cadáveres que arrastran del río Medellín y que no son rescatados en la ciudad van a parar al cementerio del municipio de Barbosa, en cuyo camposanto hay decenas de cadáveres sin identificar. En el 2012 el sepulturero del cementerio, Fernando Agudelo, habló de 100 cuerpos o partes sin reconocer. Muchas bóvedas están marcadas con palabras como “tronco”, “brazo”, “pierna derecha”, la fecha de ingreso y los extensos números con los que la Fiscalía los identifica, informó El Espectador en su especial “El cementerio de los NN”, del 10 de febrero de 2012.
En ese camposanto están inventariadas más de 113 bóvedas ocupadas con N.N. o con partes de cuerpos. A esta localidad, ubicada a una hora de Medellín, llegaban a la morgue diariamente hasta siete NN, la mayoría rescatados del río entre 1990 y 1995. Le contó a El Espectador en ese entonces Fabiola Agudelo, quien estuvo más de 40 años al lado de médicos forenses como disectora (disecaba y realizaba operaciones).
Los remolinos que se forman en los 30 kilómetros de recorrido del río Medellín por Barbosa sacan los cuerpos y los lanzan a la orilla. Si los cadáveres no corren con esa suerte o no son vistos antes de llegar a las veredas Isaza y Popalito, es poco probable que sean rescatados, porque en esos sectores el caudal está rodeado de peñascos inaccesibles. Si supera ese tramo pueden ser hallados donde el afluente toma un aspecto más sereno al unirse con el río Grande. “Si tampoco es encontrado ahí y llega al municipio de Amalfi, antes del embalse de Porce, entonces será imposible hallarlo. Ahí se ha creado un mito: dicen que hay una red para atrapar cadáveres, pero eso no es cierto”, comentó en ese entonces Aguirre, jefe del Cuerpo de Bomberos de la ciudad a El Espectador.
Datos principales del río
Guerrilla
Miembros de la fuerza pública
Paramilitares