"Eso fue a principios de Semana Santa. Llevábamos tres meses trabajando con mi esposo en un restaurante de la vereda Patio Bonito, en el municipio de Buenos Aires, y estábamos muy tranquilos haciendo los preparativos para la Semana. Nosotros no nos imaginamos que los paramilitares iban a entrar hasta esa región del Alto Naya porque era muy apartada.
Yo siempre me levantaba a las dos de la mañana para tener listo el desayuno muy temprano en el restaurante y a las cuatro empezaba a llegar la gente a tomar tinto. Ese 10 de abril de 2001 nadie llegó y se me hizo raro. Tipo cinco y media de la mañana los paramilitares nos abrieron a la fuerza la puerta de la casa.
"¡Es que sabemos que aquí está la guerrilla, el dueño de aquí es un guerrillero!", nos dijeron, pero nosotros no éramos los dueños. Se comieron las cosas, revolvieron el azúcar con la sal y mezclaron el fríjol y el maíz con la comida de los caballos. A mis hijos los encerraron en una pieza y a mí y a mi esposo nos llevaron para la cocina, nos arrodillaron y nos dijeron que nos mataban.
Tipo 11 de la mañana empezó a subir gente del Naya hasta el restaurante y los paramilitares dividieron al grupo, a cinco los dejaron en una loma y a los otros los mandaron a seguir por el camino. Nunca estaba en mi mente que los que estaban en el barranco era porque los iban a matar. Mientras tanto, nos encerraron con mis hijos en un cuarto y algunas personas más.
Estábamos muy asustados y hacia las cinco y media escuchamos los primeros disparos detrás de la casa, que era la única que estaba en el lugar. Empezaron a sonar las motosierras y la gente se quejaba. A los que estábamos dentro nos amenazaron de muerte si hablábamos de lo que estábamos oyendo.
Luego le dijeron a mi esposo: 'Camine, cargue esa mula y ahorita vuelve'. Un paramilitar me dijo que mi marido seguro volvía, pero se despidió con la mano izquierda y a mí se me hizo completamente raro. Me entró un escalofrío, ¿será que todo lo que dijo es mentira? A mí me entró preocupación. Pero yo dije no , voy a confiar', ¡pero puras mentiras! Mi esposo nunca volvió. Lo mataron en el sitio que se llama La Silvia, un lugar donde entra la chiva. Ahí lo habían matado y lo habían dejado, pero nadie lo vio, nadie se dio cuenta.
Nosotros salimos a buscarlo, a preguntarle a la gente. Yo era como Santo Tomás: hasta no ver, no creer. Seguí buscándolo y cuando lo vi me convencí. Como nos habían amenazado, lo enterramos calladitos. Me tocó salir con mis tres hijos a buscar dónde vivir. En 2004 llegamos al territorio Kitek Kiwe en Timbío, Cauca, donde llegaron otras 80 familias de indígenas nasa que se desplazaron del Naya por culpa de los paramilitares. Por 11 años hemos estado aquí pero no tenemos agua, ni energía, ni vías y las viviendas que tenemos están en obra negra.
Las familias que vivimos aquí nos distinguimos como una sola. Y, como en una familia, no deja de haber dificultades pero hemos logrado manejar los temperamentos. Sin embargo es bueno que como cabildo podemos exigir derechos de manera diferenciada.
Yo tengo tres hijos. Mi hija se consiguió un compañero de esta misma vereda y ya tiene un hijo. Mi hijo menor se pudo pagar solito sus estudios técnicos. Estudió hasta el tercer semestre de sistemas en Cali y hasta el 2014 lo volvimos a traer al territorio para ser el secretario del cabildo. Y el mayor me ayuda en la parcela a sembrar café. Pero yo siempre le digo que saque su tiempito y entre a estudiar. Él dice que va a entrar al Sena a estudiar contaduría y ahí va."
El 10 de abril de 2015, la comunidad oindígena Kitek Kiwe celebró el Ritual a la Memoria Histórica, donde conmemoró los hechos determinantes la historia del conflicto colombiano. El Jardín de la Memoria es la última parada del recorrido y es un lugar dedicado a las víctimas de la masacre del Naya, perpetrada en abril de 2001 por paramilitares del Bloque Calima.
La comunidad nasa del Naya se estableció a las afueras de Timbío, Cauca, y sus habitantes no cuentan con suministro de agua potable. La gobernadora del Cabildo narra cómo vive Kitek Kiwe en este momento, 14 años después del exilio.