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La vida 15 años después de la masacre de Nueva Venecia

La historia contada por sus sobrevivientes

En la madrugada del 22 de noviembre de 2000, un grupo paramilitar del Bloque Norte de las Auc llegó en cinco lanchas al pueblo de Nueva Venecia, ubicado en la Ciénaga Grande del Magdalena en Colombia. Ese día reunieron a la población en la plaza y sin explicación asesinaron a más de 39 personas, causando el desplazamiento masivo de todo el pueblo.

Durante su llegada a Nueva Venecia, los paramilitares llevaban una lancha con unos diez pescadores de la región, quienes fueron forzados a guiar la ruta entre los manglares. En el único pedazo de tierra firme del pueblo los obligaron a tenderse bocabajo, junto a otros quince pescadores que sacaron de sus casas y los asesinaron disparando con fusiles.

Un llamado de auxilio después de la masacre

Según testimonios encontrados en una sentencia del Tribunal Administrativo del Magdalena, durante el momento que permaneció el grupo paramilitar en Nueva Venecia, varios pobladores se intentaron comunicar por teléfono con sus conocidos en Barranquilla, quienes informaron la situación al Batallón Vergara, pero no hubo respuesta de sus llamados. A las tres de la mañana otra persona dio aviso a la II Brigada del Ejército y tampoco hubo reacción.

Uno de los paramilitares dejó su bota tirada en el lugar, la cual estaba marcada con insignias del Ejército Nacional.

Posteriormente, salieron en canoas de Nueva Venecia hacia BuenaVista donde asesinaron a otras víctimas. A las 9:00 de la mañana se dirigieron hacia Salamina, en dos lanchas Johnson, robadas en Nueva Venecia. Pasaron por las Ciénagas del Tigre, Conchal y La Aguja allí asesinaron a más personas. Se cree que llegaron hasta Pivijay porque en el lugar fueron encontrados los cadáveres de cuatro ‘paras’ que al parecer habían participado en la masacre.

“La masacre se salió de control porque, por segunda vez, no encontraron a los pobladores de Trojas de Cataca que buscaban.”

Versión libre del paramilitar alias “Caballo”, quien participó en los hechos.

A las ocho de la mañana del 23 de noviembre la Fiscalía llegó a Nueva Venecia. Realizaron todo el proceso judicial y registraron a más de ochocientas víctimas que tuvieron que trasladarse a Sitio Nuevo.

El 24 de noviembre pescadores de Ciénaga Grande llevaron hasta el municipio de Tasajeras ocho cadáveres que fueron encontrados flotando en Caño Tamaca, cerca a Nueva Venecia. Oficialmente son 39 víctimas asesinadas; sin embargo, se cree que pueden haber más de 12 cuerpos desaparecidos entre Ponedera y Tasajera.

Hasta el 27 de noviembre hombres de la Infantería Marina junto con la Segunda Brigada del Ejército Nacional, llegaron a Nueva Venecia.

Según reportes de prensa La Policía de Pivijay inmovilizó cinco chalupas con sus respectivos conductores. Se cree que fueron obligados a transportar a los paramilitares.

La Nueva Venecia del Caribe

Desde muy pequeños, los habitantes de este pueblo palafítico aprenden a utilizar canoas para navegar entre los callejones de agua que conectan las casas de Nueva Venecia. Con más de un siglo, las casas, conocidas como ‘trojas’, fueron convirtiéndose en viviendas adaptadas para los pescadores.

Aunque no existe un acueducto, se abastecen de agua desde un caño y utilizan chalupas o ´bongoductos´ para transportarla.

Al estar ubicado en un punto estratégico que permite conectar la Sierra Nevada de Santa Marta a través de los ríos Aracataca, Sevilla y el Fundación y el río Magdalena a través de los caños Clarín y Aguas Negras, la zona era de alto interés por sus múltiples conexiones geográficas. Con la masacre se quería dejar un mensaje claro sobre el dominio y el control paramilitar.

Seis meses después, la tranquilidad de Nueva Venecia fue interrumpida con el asesinado de más de 39 pobladores, aunque los habitantes afirman que la cifra puede ser más del doble. Al estar ubicado en un punto estratégico que permite conectar la Sierra Nevada de Santa Marta a través de los ríos Aracataca, Sevilla y el Fundación y el río Magdalena a través de los caños Clarín y Aguas Negras, la zona era de alto interés por sus múltiples conexiones geográficas. Con la masacre se quería dejar un mensaje claro sobre el dominio y el control paramilitar.

Relatos de un nuevo comienzo

La vida después de la masacre ha estado acompañada de retos y momentos de superación. Para Ludis*, una de las sobrevivientes, volver a Nueva Venecia ya no es una opción.

“Yo creo que eso no se perdona. Si hubiera visto gente mala que ellos estuvieran buscando en el pueblo, depronto uno dijera que se lo buscaron. Pero donde hay personas inocentes, no. Para mí eso no se borra de acá.”

Un recuerdo que nunca se borra

Cuando ocurrió la masacre Manuela vivía en Nueva Venecia con sus padres, hermanos e hijos. Los ‘paras’ asesinaron a uno de sus hermanos, quien salió a pescar en la madrugada de ese 21 de noviembre. Junto a su familia tuvo que abandonar la casa y comenzar una nueva vida en Pueblo Viejo. Aunque ha pasado más de una década, aún es muy difícil traer al presente esos recuerdos que tanto dolor causaron.

“Mi esposo, como la mayoría de hombres del pueblo se dedicaba a la pesca. Todo en Nueva Venecia era pesca, pesca, pesca. Muy pocos trabajaban en algo diferente. Ese día en la tarde nos dedicamos nos dedicamos a lo de siempre. En la madrugada, todos en la casa empezamos a sentir algo raro, me acuerdo que escuché algunos disparos y hasta le pregunté a mi mamá eso que era. Mi hermano Emidio se levantó porque tenía que irse a trabajar. Se vistió y dijo que iba en la canoa a buscar a su compañero. Nosotras nos quedamos en la casa.

Dicen, que cuando mi hermano llegó a la casa de su amigo, solo alcanzó a recostar la canoa al frente de la casa.”Él trató de huir nadando pero no pudo, le siguieron disparando hasta matarlo.

Después de enterarnos que habían matado a mi hermano y que seguían matando a la gente, nos tocó coger nuestras cosas y salir rápido hacia Sitio Nuevo. Ahí duramos todo ese día con nuestros niños pequeños. No pudimos probar un solo bocado de comida porque no teníamos. Después de ese día llegamos a Pueblo Viejo, prácticamente a comenzar de cero. A mí me tocó empezar a trabajar en la venta del camarón y mi marido seguía trabajando en la pesca. Años después la situación se complicó aún más porque a mi esposo le dio una enfermedad renal, entonces ya no podía trabajar. Desde la llegada de esa enfermedad, me ha tocado buscar la plata para comer y sacar mis hijos adelante.

“La verdad es que yo todavía no soy capaz de perdonarlos. Nos ocasionaron mucho daño sin ser personas malas. No merecíamos vivir todo eso.”

Menos mal que ahora mis hijos están grandes y tienen su propio hogar, solo me queda mi hija menor que sigue estudiando. Pero la situación sigue siendo complicada porque en este momento ninguno de los dos trabajamos. Por su enfermedad no puede hacer nada y a mí me toca cuidarlo todo el tiempo. Las diálisis hay que hacérselas día de por medio, toca buscar la plata para el transporte y como tal los viáticos. Muchas veces no tenemos esa plata entonces nos toca someternos a lo que la gente quiera ayudarnos. Han habido veces en que nos queda imposible ir a las terapias y mi marido se hincha horrible, mejor dicho, se enferma peor. Mi esposo dice que ya está cansado, le da pena estar pidiendo todo el tiempo. Nosotros si recibimos algo de dinero por la masacre, pero eso no alcanzó para mucho.

Yo no quiero volver al pueblo porque me da temor, me da nostalgia. Se han muerto más familiares allá, pero la verdad yo no soy capaz de ir y recordar todo eso que nos pasó. No quiero. Por eso, la verdad es que yo todavía no soy capaz de perdonarlos, nos ocasionaron mucho daño sin ser personas malas, no merecíamos vivir todo eso.

Yo tuve las agallas de declarar hasta el 2008 porque nunca ha sido nada fácil recordar lo que ocurrió allá. Hace muy poco oímos decir que fue Jorge 40 pero en ese grupo uno no sabe ni quién es el que dirige."

Paramilitares que participaron en los hechos

Desde los años 80 los hermanos Castaño delinquieron en la zona de Córdoba y Urabá, primero con grupos ilegales que asesinaban supuestos colaboradores de la guerrilla y luego en 1994 conformaron las Autodefensas Campesinas del Córdoba y Urabá, Accu

En 1997 los Castaño unieron todos los grupos paramilitares del país en las Autodefensas Unidas de Colombia, Auc. Desde ese momento algunas de las estructuras de las Accu pasaron a llamarse Bloque Norte. Este bloque absorbió a las Autodefensas del Sur del Cesar, que pasaron a llamarse Frente Héctor Julio Peinado, al mando de alias ‘Juancho Prada’. El Bloque Norte tuvo 14 frentes, entre ellos el Resistencia Motilona, José Pablo Díaz y Resistencia Tayrona.

‘Jorge 40’, autor intelectual de la masacre

Siete años después de que ocurrió la masacre, Rodrigo Tovar Puvo, alias ´Jorge 40´, reconoció ante la Unidad de Justicia y Paz ser el autor intelectual de este trágico hecho. Lo denominó como “hecho de guerra” porque según él fue un ataque para controlar el territorio que estratégicamente era dominado por el Eln. El 11 de octubre de 2010 un juez condenó a Rodrigo Tovar a 47 años de prisión por los delitos de homicidio agravado y desplazamiento forzado.

En el 2008 ´Jorge 40´ fue extraditado a los Estados Unidos y desde ese momento se ha negado a contar la verdad sobre sus hechos, por lo que fue excluido del sistema de Justicia Transicional. Al regresar a Colombia puede afrontar una pena superior a 40 años de cárcel. Su testimonio es fundamental para esclarecer, entre otras cosas, quiénes fueron los cómplices y financiadores del Bloque Norte.

Después de 15 años aún falta por conocer toda la verdad porque muchos de los paramilitares que están en Justicia y Paz no han hablado todo lo necesario del caso.

Alias “Esteban” o “Augusto” dirigió la masacre

Este paramilitar es oriundo de la ciudad de Montería, fue capturado en más de una ocasión por porte ilegal de armas. Estuvo presente en las masacres que antecedieron a la de Nueva Venecia. Hizo parte de la masacre que ocurrió en febrero de 2000 en el municipio de Trojas de Cataca, situación que causó el desplazamiento de varios habitantes, especialmente al municipio de Nueva Venecia. Estuvo detenido en Barranquilla y se fugó cuando iba a rendir indagatoria ante la justicia. Su áreas de influencia fueron Pivajay, Salamina, Remolino, Sitio Nuevo, Guaimaro y Cerro de San Antonio.

Edmundo Guillén Hernández, alias ´Caballo´

Confesó haber participado en la masacre y también afirmó que Tomás Freyle Guillén, alias ‘Esteban´, fue quien la dirigió acompañado de alias ‘Giovanny’ ex combatiente del Eln.

Hernan Cantillo, alias ‘Giovanny’

En marzo del 2014 el paramilitar Hernán Cantillo, alias “Giovanny”, fue acusado por los delitos de coautoría de homicidio múltiple y agravado, desplazamiento forzado y concierto para delinquir agravado. Sus actos son considerados como crímenes de lesa Humanidad, por el daño causado a los habitantes de este pueblo palafítico. Oficialmente fue reconocido el homicidio de 38 víctimas y el desplazamiento forzado del 90% de la población. Alias ‘Giovanny’ no se acogió al proceso de Justicia y Paz y actualmente hace parte de una banda criminal en la costa caribe, denominada ‘caza de despojadores de tierras’.

Una zona con precedentes

Entre el 28 de enero y los primeros días de febrero del año 2000 paramilitares del Bloque Norte comenzaron a causar masacres y acciones violentas en la población del Bajo Magdalena, específicamente en Santa Rita, Tenerife, Remolino, El Banco y Guachaca(Sierra Nevada). Esto no solo trajo consigo dolor y muerte, sino el desplazamiento de más de 500 familias hacia Palermo y Remolino.

La vida de los pescadores y habitantes de Nueva Venecia tomó un rumbo diferente desde ese 22 de noviembre de 2000. Sin embargo, es importante entender que esta masacre no fue un hecho aislado de la situación que se vivía en el departamento del Magdalena para la época. La primera incursión paramilitar en la Ciénaga Grande se dio el 11 de febrero de 2000 en la comunidad de Bocas de Aracataca, también conocida como la Trojas de Cataca. Durante esta masacre algunas de las personas que eran buscadas por los paramilitares para ser asesinadas huyeron a Nueva Venecia en busca de refugio.

Reparación en proceso

El Estado colombiano tuvo que reparar a los familiares de las víctimas por omisión y abandono en el momento que ocurrieron los hechos. Según el testimonio de algunos sobrevivientes la fuerza pública hizo caso omiso a los llamados de auxilio que varios pobladores hicieron en momento en que ocurrieron los hechos.

El Tribunal Administrativo de Magdalena ordenó a la Nación pedir disculpas públicas a todos las víctimas de la masacre de Nueva Venecia.

Vea la sentencia de reparación de una de las víctimas de la masacre de Nueva Venecia.

La Guerra sobre el agua

Especial por Lia Beltrán Valero (@lia_valero) y Luisa Rincón (@luisamarincon). Desarrollo y diseño: José Nogueira (@zenogueira85) y Lia Beltrán Valero.

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