Los testigos
La familia Hernández
Antes mi vida era jugar en el río Sinú, andar en canoa y bañarme con mis hermanos y mis amigos. Pasábamos el tiempo muy felices charlando y disfrutando la niñez con nuestros padres. Todo fue muy bonito porque ellos nos enseñaron cómo comportarnos con las demás personas.
En la lista de víctimas de la masacre del 22 de mayo, dada a conocer por las autoridades, figuró el nombre de Héctor* y su muerte fue publicada en los medios de comunicación. Pero él sobrevivió.
Héctor* iba en una lancha con sus primos Guillermo Hernández Echavarría; Edilma Rosa Hernández Torres, quien cargaba a su hijo Luis Esteban; Dairo Hernández Corrales, Daury Hernández Corrales, Solangel Hernández Torres, Faiber Cardona Hernández, Eduar Hernández, Carlos Caldera Cardona y su hermano Manuel Hernández.
Cargados con tarros de leche, arroz y comida, salieron a las 8:00 de la mañana de la vereda El Limón rumbo a El Socorro, donde pretendían talar madera. Habían recorrido una hora por el Sinú, cuando un grupo armado de las Farc los interceptó y obligó a desviarse hacia un colegio indígena. A las 3:00 de la tarde un comandante de la guerrilla, que tenía cicatrices en las manos, dispuso amarrarlos: “Todos con las manos detrás”. Otro guerrillero dio una orden más: “Patricia o Karina, cojan a ese niño y se lo llevan para otra casa”. El niño soltó el llanto y la madre también.
Héctor* lloró al igual que sus compañeros. El presagio de una muerte violenta se hizo realidad a las 6:00 de la tarde cuando tres guerrilleros empezaron a sacarlos en grupos de tres. Los primeros fueron Guillermo, Edilma y Carlos, que tenía 14 años de edad. Les hicieron quitar las botas y los llevaron río abajo. “Se oían gritos. Nosotros estábamos en unos potreros… esperábamos la muerte”, cuenta.
A la media hora llegaron por otros tres: Dairy, Dairo y Faiver. También les quitaron las botas. Al rato se llevaron a su hermano Manuel, a Eduar y a Solangel. A las 7:00 de la noche regresaron por Héctor*. “La muerte mía va a ser terrible porque yo hablaba bastante”, pensaba. “Párese y quítese las botas”, me ordenaron. “Yo no me las quito”, respondí. Conozca la historia completa de este sobreviviente aquí.
Mi historia fue muy dura pero la gracia de Dios me dio mucha fuerza para tener valentía y poder hablar delante de las personas sobre esto. A uno le pareciera que no es capaz, porque uno perdió familiares, hermanos y aún está un vacío dentro del corazón y del alma. Aún uno necesita ayuda para salir adelante.
Qué hago para vivir sin mi familia. Son muchas las cosas con las que uno se confunde de tanto pensar cómo salgo adelante, pero Dios es nuestra fortaleza porque a cada momento ha estado a nuestro lado.
Quisiera salir adelante para tener una vida mejor, para tener un cambio para mejor. Quisiera obtener donde vivir con nuestra familia, para que ellos puedan prepararse para salir adelante. Sueño con tener una casita para no estar divagando sin una estabilidad.
Para que en nuestra vida pueda haber un cambio especial, como para todo, se necesita paciencia y esperanza. En estos últimos años para mí ha sido muy dura mi situación económica. Además no ha sido fácil mi situación de salud. Ha sido muy pesado.
Pienso que puedo encontrar ayuda por medio de personas que entiendan mi historia para poder salir hacia adelante, porque por mí mismo, no puedo. Pienso que ojalá las personas más estudiadas que puedan entender mi situación. Sin trabajo fijo, cuando uno tiene una familia por la cual responder, ahí es cuando uno necesita apoyo para tener un cambio en nuestra vida.