Esta es la historia de Libardo de Jesús Cifuentes, un padre de familia desaparecido en 2003 por hombres encapuchados, en inmediaciones al río Carare. En 15 años, sus seres queridos no han tenido información sobre si existe una investigación que permita saber qué fue lo que pasó y dónde está. Los pocos datos que tienen sobre los hechos relacionados con la desaparición son producto de su esfuerzo, cuando por sus propios medios viajaron hasta la vereda Puerto Machete a preguntar a algunos testigos. La familia reconstruye el relato del último día en que tuvieron noticias de Libardo, así como recuerdos sobre sus gustos y vida junto a su esposa e hijo.

El día en que desapareció

“… Él era de pelo ondulado, no muy alto, una persona que si le hablaban; él hablaba, si le pedían un favor, él lo hacía… El hermano (Albeiro de Jesús Cifuentes) que vivía en Cimitarra, en la vereda La Caoba, se lo llevó a trabajar como ayudante para tumbar madera. Vinieron a Barrancabermeja y dijeron que se iban a mercar, que volvían el domingo. Ellos salieron el sábado (14 de junio de 2003). Llegaron a las 12 del día, la una, las dos del domingo. Le cuento que cuando eran las seis de la tarde me entró un presentimiento, me sentía como con soledad, como aislada… Llegaron unos familiares del hermano diciendo que se los habían llevado. No supe en dónde quedé…

Nos contaron que ellos pasaron la carretera que atraviesa el río Carare y que en Puerto Machete (Cimitarra, Santander) pasó una canoa con un pocotón de gente encapuchada. Los dos hermanos estaban tomando cerveza y cuando llegó el carro de línea para devolverse se subieron, pero un carro se puso a la pata de la línea y los hicieron bajar 20 minutos después. Un señor luego nos contó que los reventaron, les dieron pata, que (Libardo) se defendía con pata y puño pero le daban con la vaina de la pistola, que iban todos reventados, los amarraron con las manos hacia atrás y los embarcaron en esas camionetas que les dicen funeraria, unas que son plateadas, y que salieron al cruce de La India…

Nos fuimos a buscarlos al otro día (lunes 16) pero el carro de línea no entró ese día; entró uno rojito. Allá la gente nos decía que no habían visto nada. Fuimos al Batallón y la respuesta fue que buscáramos en la funeraria… El señor de la Junta de Acción Comunal reunió a la gente y emberracado dijo que cómo se iban a desaparecer dos personas… Hace rato nos hicieron pruebas de ADN pero al sol de hoy no nos han llamado. Una vez escuché por la emisora que habían encontrado unas fosas pero tampoco  supimos nada…

A él (Libardo) le gustaba pintarse dos uñas de la mano, él tenía las uñas larguitas y la gente le decía que si se había “vuelto algo”, pero él decía que no, “son ideas que me gustan”. Le gustaba cargar en la correa del pantalón unos llaveritos pequeños, con unas linternitas, usar sombrero. Le decían que se parecía al cantante Uriel Henao. Él era muy alegre, le gustaba tomar mucho pero siempre era cumplido con las cosas de la casa, le gustaba vestir y comer bien, y su música preferida era la ranchera”.

Los recuerdos: el noviazgo

En este relato la esposa de Libardo recuerda cómo la conquistó y cómo fueron felices cuando formaron un hogar.

Su esposa también narra lo difícil que han sido estos años desde la desaparición de Libardo, siendo además víctimas de desplazamiento.