Los Desaparecidos
Carlos Caldera Cardona y otros 11 familiares
María de las Nieves Hernández, o Nieve, como le dicen los de confianza, dice haber tenido una niñez en parte bonita y en parte muy triste.
Fue bonita porque tenía toda la libertad de jugar en el campo y de bañarse en el río Sinú. Recuerda los tiempos en que pescaba en compañía de sus hermanos, cruzaban de lado a lado el río en una balsa, tomaban toda la leche que quisieran sin químicos ni conservantes. Cuando quería, Nieve se iba para el potrero y se montaba en los palos de guayaba, a comer cuanta fruta quisiera.
Lo más bonito, dice ella, era levantarse por las mañanas y ver una canoa llena de pescado y decir “qué pereza arreglar toda esa cantidad de peces”. Ella y sus hermanos eran felices ahumando el pescado, abriéndolo. Ella adoraba vivir con su padre, a quien recuerda como una gran persona y dice que con sus hermanos eran una cuadrilla genial.
Pero su infancia también tuvo tristeza. “Cuando pensé que todo era color de rosa, cuando todo fluía tan bien y mis sueños estaban por hacerse realidad, cuando pensaba que me iba a ir a estudiar a la universidad, pasó lo peor de mi vida”, recuerda María.
El 22 de mayo de 2001 miembros de la guerrilla de las Farc llegaron a la vereda en Tierra Alta, Córdoba, donde Nieve y su familia vivían. Ese día asesinaron a 23 personas de las cuales 12 eran familiares de María.
“Qué tristeza. mataton a mis sobrinos, mis primos, mi sobrina. También mataron a mi hermano del alma, Guillermo Hernández, quien era una persona sinvergüenza para conmigo. Yo le contaba mis cosas”, continúa, “lo más triste es la manera en que los mataron. Después de tenerlos todo un día amarrados, por la tarde los empezaron a sacar de a tres, los degollaron y los iban tirando al río uno por uno. A algunos los mutilaron también.
Yo empecé a recogerlos después de tres días, cuando el río nos lo permitió. Los que encontré ya descompuestos, irreconocibles y ahí empezó la lucha para darles cristiana sepultura. Cuando los sacábamos del agua se quedaba en nuestras manos la piel. A mi sobrina que tenía 22 años también le hicieron maldad y la asesinaron”, recuerda María.
Entre los familiares que María perdió ese día, está su hermano Guillermo José Hernández Echavarría a quien ella recuerda como una persona muy alegre, trabajador y servicial. Le gustaba pescar, no le gustaba comer limpio y le gustaba cazar animales. Del trabajo le gustaba cortar madera y cultivar la tierra. Él era muy amoroso con sus hijos y su carácter, como todo ser humano, tenía límites.
“Era esa persona que todo el tiempo estaba muy pendiente de mí, yo lo extraño todos los días de mi vida y es una tristeza que llevo en mi corazón.”
También sus otros primos, Dairo, Dauri, Faiber y su sobrina Edilma Hernández, una mujer alta trigueña y muy bonita. Todos eran alegres y unas personas muy amables. También fallecieron los hermanos de José Hernández: su mellizo Manuel Antonio Hernández quien era supremamente alegre, moreno y trabajador. Pedro Hernández quien también era moreno, joven y lleno de vida.
Su sobrino Rudis Pérez Hernández, un joven de escasos 23 años, blanco y de muy buena presentación, muy trabajador, responsable y alegre y Faiber Cardona Hernández, alto, moreno y corpulento. Trabajador y le gustaba mucho el deporte. También murió Diadimed Molina a quien Nieve recuerda como un hombre trigueño de ojos café a quién también le encantaba el fútbol.
Entre los familiares que no volvieron a aparecer es Carlos Caldera Cardona, quien para la fecha tenía 16 años y también fue asesinado y arrojado al río. Era un niño de estatura mediana, alegre y muy feliz en su adolescencia. Le gustaba el fútbol y cuando bajaba al pueblo le gustaba ir a discotequear muy sonriente. De él no se supo nada más.
Ella cuenta que desde entonces su vida es triste. Narra que hay momentos que se siente desorientada, que sabe que está pero no sabe dónde y dice que sólo la fé en Dios la mantiene viva, porque siente que le ha dado fortaleza para seguir con su vida.
Después de la masacre la madre de Nieve murió de la tristeza y eso significó mucho más dolor para ella.
“Hoy estamos luchando para que la verdad de esta masacre sea revelada y para que nos reconozcan e indemnicen”, recalca ella.
Este texto enaltece la memoria de:
Guillermo José Hernández
Rudy Pérez Hernández
Dauri Hernández
Faiber Cardona hernández
Carlos Caldera Cardona
Diadimer Molina
Darío Hernández
Edilma Rosa Hernández