Los testigos

El hermano de Yesenia

Yesenia Vergara López, una cordobesa debota al liderazgo social, ha sido sobreviviente de violencias de lado y lado. Uno de sus hermanos sobrevivió a un intento de desaparición en una quebrada. Yesenia quiso escribir su historia:
 
"Siendo adolescente, estudiante de séptimo de bachillerato, vivíamos en nuestra finca con 9 hermanos y 6 sobrinos. En esos momentos mi papá los tenía a su cargo, mi papá con su trabajo de campo en actividades diarias sostenía la alimentación de todos y éramos felices cuando llegaba con su caballo. Esperábamos con la satisfacción de poder compartir junto con él la alimentación que él nos traía en sarepa de hoja de vijao todos en la mesa.
 
Caminábamos mucho trayecto para llegar al lugar de clases. Pero lo disfrutaba, compartíamos con otros jóvenes hasta llegar. No había peligro alguno porque todo era tranquilo. El respeto se notaba entre compañeros, docentes y población.
 
No me preocupaba por estudiar, en nuestro hogar lo teníamos todo, pensábamos que nada iba a cambiar.
 
Vivíamos en el mundo de las maravillas, sin pensar lo que se vendría en nuestro territorio.
 
Siendo más adolescente, ya con otro sentido de ver las cosas y creciendo física y se puede decir que mentalmente…
 
Digamos que para los años 90 en adelante, nos pudimos dar cuenta como empezaban a llegar a nuestros hogares personas extrañas que se acercaban a nuestros papás pidiéndoles dinero y animales para sacrificarlos.
 
No sabía quiénes eran y para qué lo hacían, tampoco podía preguntar.
 
Mi papá tal vez no podía darle todo lo que se le pedía de parte de personas extrañas que llegaban a cualquier hora.
 
Aún no sabía lo que estaba pasando.
 
Desde ahí creo que empecé a ser víctima. Cuando llegaron grupos armados y me tomaron para llevarme a cambio de que se le diera lo que pedían. Se dice que eran guerrillas de las Farc. Desde ahí empezaron vecinos a charlar, hablar de cómo se podían defender. Tocaba dormir con ropa para estar preparado para algo que se presentara.
 
Algunos dormían arriba de las matas de coco por refugio o detectar la llegada de estos. Todo era confuso de no poder saber qué pasaba.
 
Una fecha de la cual no tengo claridad, apreciábamos junto a mi mamá cómo saqueaban todo, los caballos y [las reses como el ganado] se llevaban de nuestra propiedad.
 
Nos dejaron sin nada.
 
Tiempesito después se llevaron a uno de mis hermanos, con otros amigos de la misma zona. Lo llevaron al puente de la quebrada, llamada Las Parumon, donde los colocaron en fila para asesinarlos y fueron tirados a la quebrada de ellos. Se salvó solo uno, que fue mi hermano, que solo fue herido y salvado por la corriente de agua.
 
Afortunadamente Dios es grande.

NO MURIÓ
 
Pero esto hasta ahora era un comienzo, de repente entra un carro a la casa y toman a mi papá en ropa de descanso y lo suben al carro para llevárselo, que quieren que les venda la finca.
 
Fue cuando empezaron a decirle a los campesinos que deberían organizarse para contrarrestar a la guerrilla.
 
Las famosas Convivir…
 
Ya se lo podrán imaginar, corría mucha sangre de campesinos, jóvenes, mujeres y todo aquél que a ellos los señalara como miliciano, colaborador de grupos ilegales. 
 
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Haciendo octavo de bachillerato en el colegio Jomaca tocaba correr y esconderse de los hombres de Castaño que se escondían en una montaña cerca al pueblo.
 
El que no asesinaban, lo recogían en una camioneta para echárselo al zoológico de leones para alimentarlos. 
 
Tocó salir por la violencia, siendo una joven de 19 años, rumbo a otra ciudad, donde pude defenderme al lado de mi hermana. 
 
No sin antes decirle que ya el pueblo había sido quemado: la alcaldía municipal, iglesia, banco agrario y estación de Policía.
 
Y en ese andar pude hacer un poco más de estudios, logré irme a Bogotá a trabajar como enfermera interna a cuidar niños. Decidí volver a mi pueblo después de tener mi primer hijo. Parece que nada había cambiado.
 
Viajé al departamento de Antioquia, municipio de El Bagre. Un sector de Palma Chica. Tiempo después nos sacan de allá, perdiéndolo todo.
 
Me devolví a mi pueblo para declarar los hechos que pasaron, decidí quedarme. Empiezo a descubrir los derechos como persona y como víctima o desplazado. Y la obligación del Estado para con esta población.
 
Un tiempo después: junto a mi amigo Ever Cordero y otros amigos más que fueron asesinados en este municipio en el 2013, más exactamente el 9 de abril, pleno día de la conmemoración del día de las víctimas, a las 6 am, cuando salíamos de nuestras casas a dicha actividad.
 
Ahí empieza mi persecución por estos grupos: amenazas. Tocó bajar la guardia, quedarme encerrada y esconderme por mucho tiempo, pero nunca perdí la fe de que tenía que avanzar en lo que me gustaba hacer.
 
Volví a mis espacios de participación.
 
Manejando un bajo perfil, me atreví después de tres años a conformar la mesa de participación de víctimas. Logramos que la embajada alemana entrara al corregimiento de Villa Nueva, donde había un sujeto de reparación colectiva. Allí se pudo construir acueducto de agua potable, mejorar vivienda, capacitar jóvenes para proyectos productivos.
 
Nuevamente recibimos amenazas.
 
Por la agencia no quererle darle vacuna.
 
Eso pudo ser 2016, para el 2018, en el mes de julio, nuevamente recibimos amenazas por las disidencias de las Farc por un audio vía Whatsapp. Nuevamente quedarse quieta. Motivos por trabajar, defender las víctimas.
 
Todo sigue impune hasta el día de hoy y por la misericordia de Dios aquí estamos con las ganas de seguir avanzando y defender los derechos de los más vulnerables.
 
'Hasta donde él me lo permita'"
 
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Datos principales de la historia

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Fecha de los hechos
01.05.1995
Autor del relato
Yesenia Vergara López