Las tensiones de Arauca,
una frontera marcada por el estigma

Son apenas 30 años los que, oficialmente y con el orden político que dictó la Constitución de 1991, cumple Arauca como departamento de Colombia. Sin embargo, su nombre aparece frecuentemente en la historia del país como un territorio en el que se han gestado profundos cambios y que siempre ha estado en búsqueda de su libertad.

Al Arauca como departamento lo componen siete municipios divididos en dos subregiones principales: el Sarare, en donde se encuentran Arauquita, Saravena, Fortul y Tame; y la sabana, de la que hacen parte Puerto Rondón, Cravo Norte y Arauca, la capital. Otra fracción natural importante que define a este territorio es el río Arauca, cuyos 296 kilómetros a lo largo de la frontera sirven de límite entre Colombia y Venezuela.

La cercanía con el vecino país y las estrechas relaciones cotidianas entre los habitantes de lado y lado de la frontera, han hecho que los colombianos y los venezolanos que habitan la llanura araucana compartan profundos vínculos culturales, económicos y sociales que han determinado la historia, pero también el desarrollo del conflicto armado en esta región.

El departamento ha sido conformado por el encuentro de comunidades indígenas que han habitado ancestralmente el territorio y colonos campesinos que llegaron de otras regiones atraídos, entre otras, por la riqueza del petróleo. En la actualidad, Arauca cuenta 26 resguardos indígenas, población que representa cerca del 2,2% de la población. Los mestizos y blancos son mayoría, con algo más del 93% y los afroaraucanos representan el 4% de la población.

De acuerdo con datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, en la actualidad, la población de Arauca es de 275.814 personas. Lo preocupante es que casi la mitad de ellas han tenido relación con algún hecho victimizante del conflicto. Solo hablando de desplazamiento forzado, el tiene reportes de cerca de 131.281 personas en Arauca registradas por este hecho entre 1984 y 2018. Esto equivale al 48% de la población araucana.

El RUV también tiene registros de 1.291 víctimas directas y 4.130 indirectas de desaparición forzada, más del censo actual de municipios del departamento como Cravo Norte que tiene 3.644 habitantes, o Puerto Rondón que tiene 4.169, cifra muy cercana a las víctimas indirectas de desaparición.

Ese dolor de los habitantes del Arauca por las grietas abiertas de una guerra que persiste, y que incluso se ha intensificado con el paso de los años, han sido escuchadas por la . La entidad ha recorrido el territorio hablando con víctimas, jóvenes, mujeres, comunidades indígenas, campesinos, empresarios, representantes de organizaciones no gubernamentales, líderes y lideresas sociales, para escuchar las voces del departamento.

Con el fin de darle un espacio para la posteridad a los testimonios de las y los araucanos que han contribuido a la paz con su verdad, la Comisión de la Verdad y Rutas del Conflicto construyeron tres reportajes en los que se recogen las voces de los habitantes del departamento para contar por qué el conflicto persiste, así como algunas ideas y recomendaciones para que la violencia no continúe.

Este especial multimedia es una herramienta que surge del proceso de diálogo social que viene adelantando la Comisión de la Verdad en el proceso de establecer factores de persistencia del conflicto armado en el departamento, así como los insumos para las recomendaciones de no continuidad y no repetición que se agregarán en el que presentará la entidad en 2022.

El primer reportaje cuenta cuáles son los factores que hacen que el conflicto permanezca, así como el origen histórico de las problemáticas de la región. Para las y los araucanos, la presencia primordialmente militar del Estado, que está en el territorio para cuidar los intereses económicos de la extracción del petróleo, ha dejado de lado la generación de oportunidades en cuanto a empleo, salud, educación, vías de acceso, comercialización de productos agrícolas, entre otros.

En el segundo capítulo se cuenta la difícil situación de violencia por la que está atravesando el departamento, marcada por los enfrentamientos entre grupos armados por el dominio del territorio, la inestabilidad política entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, así como la compleja situación humanitaria de los migrantes venezolanos.

El último capítulo de este especial multimedia está dedicado a la resistencia de las y los araucanos que mantienen su lucha a pesar del estigma que han cargado durante décadas, por ser una región con un sólido y organizado movimiento social. Allí, se muestran algunas historias de lucha por la dignidad del territorio, por el cumplimiento del acuerdo de paz y el ideal de tener una región próspera, equitativa y en paz.

El recorrido para recoger las voces que querían hablar de verdad en Arauca

“Las personas esperan que la verdad permita, de alguna manera, disminuir la estigmatización de lo que es Arauca, de lo que son las comunidades, las organizaciones de la sociedad civil y que se tomen medidas muy puntuales de lo que la gente necesita, que se conozca la brecha resistente de boca de las comunidades”.

- Jeannette Villegas, coordinadora territorial de la Comisión de la Verdad en Arauca.

El equipo de la Comisión de la Verdad dialogó durante 4 años con los diferentes sectores de la comunidad para reconstruir la historia del conflicto en Arauca.

La Comisión de la Verdad llegó al departamento en 2018, pero empezó sus labores en 2019 con una idea en mente: entender qué pasó durante más de 50 años de conflicto en la región. Con ese objetivo, el equipo territorial recorrió el Sarare y la sabana araucana para dialogar con distintos actores que pudieron dar su testimonio y contribución a la paz.

Jeannette Villegas, coordinadora territorial de la Comisión de la Verdad en Arauca, cuenta que, durante estos últimos tres años, se han logrado avances importantes en cuanto al diálogo social con diferentes actores que tienen algo que decir sobre el conflicto. “El primer año hicimos un recorrido muy profundo en todo el territorio para recoger los testimonios. Logramos escuchar todo tipo de víctimas e incluso hicimos un acercamiento con algunos responsables para tener un tema de esclarecimiento de la verdad en el Sarare”, cuenta.

Para 2020, la contingencia ocasionada por la pandemia impidió que el equipo territorial de la Comisión llegara presencialmente a los territorios, pero el diálogo se mantuvo a través de la virtualidad. “No fue fácil, sobre todo en un territorio en donde la desigualdad económica y social es muy fuerte, especialmente en la zona rural donde no hay acceso a internet. Pero, de una u otra forma, logramos conectarnos con la comunidad, con el territorio, con las voces y con la identidad que de alguna otra manera ha marcado lo que ha sido Arauca en el conflicto”, explica Villegas.

Además de la conectividad en época de pandemia, y la dificultad para llegar de manera presencial a los territorios para continuar con los diálogos, otro reto que enfrentó el equipo de la Comisión en Arauca fue la incertidumbre por la seguridad. “Ha sido un desafío hacer este ejercicio en un departamento donde el conflicto aún es vigente, es activo”, agrega Miguel Zúñiga, investigador de la territorial de Arauca de la Comisión de la Verdad.

El recibimiento por parte de las y los araucanos al equipo de la Comisión fue positivo. No solo lograron establecer espacios de confianza para profundizar sobre lo ocurrido en el conflicto armado, sino que además propusieron recomendaciones para que la guerra no continúe en el departamento. “La gente espera que el informe de la Comisión de la Verdad pueda relatar parte de lo que ha sido el territorio, pero también que sus voces, que históricamente no habían sido escuchadas, estén ahí y hagan parte de la verdad en Arauca”, dice Villegas.

"La verdad no puede ser sin la escucha. Y escuchar, para mí, es obedecer la voz de los pueblos y las víctimas, porque esa voz tiene un sentir profundo de humanidad. Hemos visto que el araucano, a pesar de la guerra, mantiene la esperanza, hay una nobleza en medio del conflicto y un anhelo de paz”

- Miguel Zúñiga, investigador de la Comisión de la Verdad en Arauca.

Para la entidad, que acabará su mandato en 2022, es primordial continuar con espacios de diálogo abierto y de confianza con las comunidades, particularmente, en donde el conflicto se mantiene vivo y las comunidades no habían sido escuchadas de la manera cercana como lo hizo la Comisión de la Verdad durante los últimos tres años.

Arauca junto con la región del Catatumbo, constituyendo la región Nororiental, hicieron parte de los territorios a donde la entidad llegó con el diálogo social. Al igual que otras zonas como el Bajo Cauca, el Bajo Atrato y Urabá, así como Cauca, el Nororiente reflexionó en torno a la no repetición y no continuidad del conflicto en sus regiones. Las conclusiones de estos encuentros fueron llevadas al ‘Diálogo Nacional para la No Repetición: las regiones hablan de otros futuros posibles’, que se realizó el 21 de octubre de 2021 en Bogotá. Puede ver el evento aquí.

Capítulos

Créditos:

Textos: Luisa Rincón y Ginna Santisteban
Edición: Óscar Parra
Producción Audiovisual: Jessica Santisteban
Ilustraciones: Kimberly Vega
Diseño y montaje: Paula Hernández

Publicado en noviembre de 2021

Este proyecto fue realizado en el marco de la alianza entre la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y la Convivencia y la No Repetición (CEV), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), La Friedrich Ebert Stiftung Colombia (FESCOL) y Rutas del Conflicto. Con esta serie de reportajes multimedia, la alianza cuenta los factores de persistencia de la violencia y las propuestas para que estos territorios puedan vivir en paz, desde las voces de los distintos sectores de las comunidades que participaron en los Diálogos para la No Repetición y la No Continuidad promovidos por la CEV.