Este texto se produjo en el marco de la primera edición de la beca de periodismo investigativo Ana Cristina, iniciativa de Cuestión Pública en alianza con la Fundación Heinrich Böll.
No era claro cuántos hombres eran, pero los habitantes sabían que cuando aparecían hombres armados por esos lados del país llegaba la guerra. Invadiendo desde adentro, el miedo se metió en el cuerpo de los habitantes y poco a poco se transformó, junto a la rabia y el dolor, en la resignación de darse cuenta que nadie vendría a ayudarlos.
“Hombres armados durmiendo en nuestras camas, paseándose por nuestras calles y plazas, comiendo nuestra comida. Hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que llegaron en una cálida madrugada de 2001 y que se quedaron durante cinco años”: Silvio Torres.
Silvio es hijo de uno de los fundadores de Puerto Torres, un caserío ubicado a una hora del casco urbano del municipio de Belén de los Andaquíes, al sur del Caquetá. Él y su familia fueron víctimas de confinamiento, testigos de tortura y del terror que se vivió entre 2001 y 2006, cuando paramilitares del Frente Sur Andaquíes del Bloque Central Bolívar (BCB) se tomaron ese poblado. Este grupo nació de la transformación del Frente Caquetá de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), por parte del BCB.
Aunque Silvio intenta no volver a contar lo que pasó, la victimización que le causó el Estado es una deuda pendiente. Según relata Torres, esa violencia se evidencia por la omisión que el batallón del Ejército y las estaciones de Policía habrían ejercido durante las tomas armadas.
La incursión paramilitar de este frente no solo ocurrió en Puerto Torres. Cuatro años antes también habían llegado a veredas y municipios cercanos a Belén de los Andaquíes como Morelia, Albania, San José de Fragua y Valparaíso.
Uno de los comandantes financieros del Frente Sur Andaquíes explicó a Rutas del Conflicto que a inicios del 2000, cuando los hermanos Vicente y Carlos Castaño le pidieron al BCB que incursionara en el departamento y este absorbiera al Frente Caquetá, Carlos Mario Jiménez, alias 'Macaco', quedó al mando. El Bloque Central Bolívar invirtió más de mil millones de pesos para fortalecer al grupo, que apenas alcanzaba los 200 hombres en armas.
Mientras esto ocurría, al norte del Caquetá se consolidó la lucha insurgente de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP). El presidente Andrés Pastrana (1998-2002) esperaba presentar resultados en un proceso de paz con dicha guerrilla, para lo cual creó la Zona de Distensión como espacio de tregua.
Según Fernando Cruz, asesor experto de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la llegada de estos grupos paramilitares a Belén se dio por la ruta del narcotráfico, que se facilita por la ubicación geográfica del municipio. En especial porque se puede transportar la pasta base de la coca por el río Orteguaza que llega al río Caquetá.
Sin embargo, para Carlos Fernando Mateus, alias 'Paquita', quien fue el comandante financiero del Frente Sur Andaquíes, esta explicación no tiene sentido. Afirmó que los productos del narcotráfico salían por carretera hacia Neiva y, en algunas ocasiones, en avionetas. Mateus también añadió que la incursión de sus hombres se dio por ejercer un control en la región, dado que en este departamento había una fuerte presencia guerrillera.
Rutas del Conflicto
Investigación y texto: Alejandra Cetina y Alejandra Parra
Edición: Silvia Corredor
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