Los liderazgos de las mujeres en Vista Hermosa son amenazados por la violencia, la discriminación, la falta de oportunidades laborales y la fragmentación de sus organizaciones. Esta es una labor que realizan con inmensas dificultades y que no sería posible sin sus ganas de construir un mundo mejor y sus corazones.
Si ejercer un liderazgo social en Colombia es difícil y peligroso, ejercerlo siendo mujer implica el doble de dificultades y riesgos. En un país en el que la violencia de género es el pan de cada día y en donde todavía se cree que el lugar de las mujeres es el hogar, ser lideresa social es un acto total de resistencia.
Si bien muchas lideresas que viven en el casco urbano de Vista Hermosa no reciben amenazas directas contra su vida, esto no quiere decir que su trabajo sea sencillo. Por el contrario están rodeadas de dificultades económicas y personales y sus liderazgos están constantemente amenazados por el estigma, la fragmentación de sus organizaciones y la falta de apoyo por parte de las instituciones estatales. A las lideresas de Vista Hermosa les toca con las uñas y el corazón.
El departamento del Meta, así como tantas regiones del país, es un territorio atravesado por el machismo. Para Diana Arango, directora en Colombia de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, Limpal, ONG que trabaja en Vista Hermosa, esto hace que el trabajo de las lideresas a veces sea visto como algo negativo porque las aleja de su hogar y su familia. “La estructura patriarcal intenta que las mujeres se mantengan en el espacio privado, pero cuando ellas deciden romper con esa idea de la madre cuidadora y esposa, y desempeñan un rol público, esto puede generar rechazo en la comunidad y en las familias”, asegura Arango.
Lo anterior también influye en cómo las propias mujeres perciben su liderazgo, pues algunas ven el hecho de alejarse de sus hogares como algo negativo. Martha Pérez es ‘madre comunitaria’ de Familias en Acción, un programa estatal que brinda apoyos económicos a familias de bajos recursos para educación o alimentación de sus niños y niñas. Su labor consiste en ser un puente de comunicación entre este y la comunidad. También está pendiente de que las familias beneficiarias cumplan los requisitos que les impone el Estado y que asistan a reuniones para recibir el pago.
A pesar de que Martha es como una madre de toda la comunidad, lo que le parece más duro de su labor es no poder ser la madre que quisiera ser para sus hijos e hijas. “Por cumplirle a los demás uno descuida la casa, los hijos, y hay gente que no lo aprovecha, no agradece eso”, asegura Martha.
Como menciona Martha, hay lideresas que con el paso de los años se han separado de su esposos porque no aceptan que ellas no estén en el hogar. Betty Góngora, presidenta de la JAC de la vereda Costa Rica, asegura que algunas lideresas tienen problemas en sus hogares por su trabajo. “Conozco compañeras que tienen niños pequeñitos y esposos entonces eso les impide ejercer el cargo bien, de pronto el marido no la deja ir o tienen conflictos en sus familias por estar de reunión en reunión”, asegura Betty.
No es el caso de Betty, pues desde hace varios años se separó de su esposo y es madre cabeza de hogar. Ella cree que ahora puede trabajar en su liderazgo de una manera más tranquila. Más que producirle pena o culpa, estar separada la hace sentir liberada.
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“Lo que pasa es que a los señores les gustaría que uno a diario mantenga en la casa y no salga, como a volver al tiempo de antes. Ya las cosas han cambiado, ahorita es diferente. Ya algunas mujeres no nos vamos a dejar. Yo prefiero estar sola y no que me estén molestando, que no vaya, que no salga. No, gracias. Pagué por ese favor que me quitaron de encima”.
- Betty Góngora.
Una vez las mujeres se separan de sus esposos, también son juzgadas de fragmentar sus hogares y de dejar a sus hijos e hijas en la casa. Esto a veces representa problemas con entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pues algunos funcionarios ven el trabajo social de las mujeres como un descuido de sus responsabilidades como madres, según cuentan las lideresas.
Además de su labor comunitaria, ellas deben trabajar en algo que les genere ingresos y en algunas ocasiones cuando se separan, sus exesposos no aportan en los gastos de sus hijos, así que deben trabajar más de la cuenta. El hecho de que ellas no frecuenten su hogar, tanto por su liderazgo como por su trabajo, en varias ocasiones es visto por sus vecinos y vecinas como abandono y son estos quienes en algunas ocasiones se comunican con las instituciones para denunciar la situación.
Otro asunto que dificulta el liderazgo de las mujeres en Vista Hermosa son los estereotipos relacionados con el hecho de “ser mujer”. Por parte de la comunidad, pero también de las instituciones estatales, existe cierto estigma sobre la capacidad de las mujeres para ejercer un trabajo relacionado por ejemplo con la fuerza, característica que se ha asocia a los hombres.
Yorlany Ibarra, de la Asociación de Mujeres Afro Nuevo Vivir, considera que en algunas ocasiones las lideresas no obtienen proyectos porque se cree que no van a ser capaces de manejar un producto pesado como el plátano o la yuca. Yorlany considera que desde ahí las mujeres ya entran con desventaja y pierden oportunidades.
Esto se dificulta mucho más cuando se trata de mujeres afrodescendientes porque la discriminación es triple, ya no es solo por ser mujeres y ser lideresas, sino también por ser negras. Yorlany considera que hay gente en el municipio que ejerce discriminación contra mujeres de su organización debido a estereotipos raciales que también les quitan oportunidades. “Muchas personas de afuera de la organización dicen: uy, esa negra, que las negras son más flojas. Todas esas cosas se ven en Vista Hermosa”, afirma Yorlany.
Esta triple discriminación también la viven mujeres como Adriana Velosa, lideresa LGBTI del municipio, quien ve que su sexualidad es un obstáculo cuando participa en ciertos espacios. “Yo creo que una de las cosas más difíciles es llegar a un escenario donde me invitan por cualquier tema y por ejemplo, yo me presento y digo que represento una organización con enfoque diferencial, entonces lo miran a uno de una forma que uno no sabe qué significa, yo digo qué hice tan terrible para que se expresen de esa forma”, asegura Adriana.
Ella cree que si todavía las lideresas tienen mucho camino por recorrer, las lideresas LGBTI tienen una situación aún más compleja pues su condición requiere de mucha sensibilización con la población. Adriana también asegura que hay muchos liderazgos LGBTI importantes que se pierden por la discriminación, el rechazo y el miedo a ser juzgadas e incluso violentadas.
En medio de una sociedad machista, además de ser discriminadas, las lideresas sufren violencias de todo tipo y durante toda su vida. Por esta razón son mujeres que además de lidiar con los problemas propios de su liderazgo, deben enfrentar en sus hogares problemas de violencia que las afectan a tal punto que a veces deben dejar de trabajar como lideresas, ya sea porque sus esposos no las dejan o porque el daño físico y emocional se los impide.
Para Martha Arenas, psicóloga de la Comisaría de Familia de Vista Hermosa, en el municipio hay todavía mucha violencia contra las mujeres y ella lo relaciona con secuelas que han quedado de la guerra. “Este es un municipio donde ha habido mucho conflicto e incluso aún lo hay, por más de que estemos en el proceso de paz. Han quedado secuelas de todas esas situaciones entonces hay mucha violencia intrafamiliar sobre todo en la parte rural y también se ven varios casos de violencia sexual”, asegura Arenas.
Para la lideresa Martha Garzón, la violencia que viven las mujeres en el municipio, es uno de los mayores obstáculos a la hora de ejercer un liderazgo social y considera que el tipo de violencia que más las afecta es la violencia sexual. “Es algo que nos mata el alma, nos mata todo nuestro ser”, afirma Martha.
“Lo más duro o algo que nos mata el alma y todo nuestro ser es la violencia sexual. Las otras violencias de pronto son más fácil de recuperar pero todas son muy duras para nosotras las mujeres. Yo las he generalizado como las más duras la violencia sexual y la violencia económica, es lo que más nos duele en lo profundo de nuestro ser y nuestra alma. Pues las que vivimos, ¿no? Las que sobrevivimos a todos estos hechos y pues ahí estamos, seguimos adelante”.
- Martha Garzón.
La violencia sexual es algo que atraviesa la vida de las lideresas en Vista Hermosa. En varios casos, ellas han tenido experiencias de violencia, abuso o acoso desde que eran niñas, por parte de hombres de su familia o conocidos. Luego cuando se van a vivir con sus esposos, vuelven a tener estas experiencias sin que ellas lo cataloguen necesariamente como violencia sexual, ya que creen que como son sus esposos, puede hacerles lo que ellos quieran.
Es el caso de Lucía Dominguez*, una lideresa que a sus once años casi fue abusada por el esposo de una señora con la que ella trabajaba, pero se salvó porque se le logró escapar y salió corriendo. Luego Lucía se casó y después de reflexionar se dio cuenta que su esposo abusaba de ella.
“El papá de mis hijos prácticamente abusaba de mí. Era a las malas porque cuando no quería estar con él por estar enferma del periodo o por cualquier cosa, él me pellizcaba, me empujaba con las patas y me cogía a las malas, como fuera tenía que estar con él. Eso para mi puede ser una violación. Pero yo qué saco con ir a una Fiscalía a contar esto. Con eso a mi no me van a devolver mi vida, o la que yo era antes de que me pasara"
- Lucía Domínguez*.
La violencia sexual deja marcados no solo los cuerpos sino la vidas de las mujeres. Estas marcas las llevan silenciosamente en su día a día y con ellas deben afrontar nuevas violencias, complicaciones y dificultades. Esta situación tal vez las impulse a seguir luchando pero también puede generar que dejen sus liderazgos y se resguarden en sus hogares.
Diana Arango, de Limpal, asegura que muchas veces las lideresas reciben violencia a causa de sus liderazgos. “El trabajo de las lideresas tiene ese riesgo, hemos visto casos en los que sus parejas toman una actitud violenta y de rechazo a la labor que realizan ellas por defender los derechos humanos. Esto no es algo que pase solo en Vista Hermosa, es un asunto de toda la sociedad colombiana. Hay casos en los que sus familias las apoyan pero hay otros en los que su liderazgo es sancionado con violencia”, afirma Arango.
Otro tipo de violencia en el que las mujeres del municipio coinciden y que también dificulta su liderazgo es la violencia económica. Esta ocurre cuando una mujer depende económicamente de su pareja porque su trabajo no le da para tener una independencia, porque su pareja la obliga a darle todos sus ingresos o porque simplemente no tiene trabajo, así que lo necesita completamente para vivir. Esta situación le da poder a su pareja y esto lleva a abusos, manipulaciones y en general a un falta de libertad para manejar el dinero o para suplir sus necesidades básicas.
Para Luz Adriana Rodas, lideresa que trabaja con Limpal, la violencia económica se conecta con la patrimonial, la cual tiene que ver con el daño, ocultamiento o retención de objetos materiales de una persona para perjudicarla. “Acá la mayoría de hombres que se separan de sus esposas quieren dejarlas a ellas sin nada, cuando todo ese capital lo han construido entre juntos, entonces uno dice que es una de las violencias que más se ejerce acá en el municipio y que más afecta a las mujeres”, asegura Luz Adriana.
La labor comunitaria que desarrollan las lideresas de Vista Hermosa, es en su mayoría de manera voluntaria, lo que significa que, por todo el trabajo que realizan en la comunidad, no reciben ningún reconocimiento monetario que les permita vivir de su liderazgo. Por ello deben buscar un trabajo aparte pero el panorama laboral para las mujeres en el municipio es complicado porque o no consiguen trabajo, o los pagos que reciben son precarios.
Gloria Jiménez, de la Red de Mujeres Desplazadas considera que las mujeres en Vista Hermosa trabajan mucho y reciben muy poca remuneración, si es que consiguen trabajo, pues no hay oportunidades porque según Gloria, el trabajo de las mujeres no es valorado.
“Aquí abusan del trabajo de la mujer. Aquí quieren que uno les ayude gratis completamente. Porque es que no se justifica un turno en un restaurante de 7 a.m. a 2 p.m. por 12 mil pesos, eso es muy poquito. Aquí valoran más el trabajo del hombre que el de la mujer, aquí el trabajo de la mujer no es valorado y eso es lo que debiera el gobierno de hacer, apoyarnos”
- Gloria Jiménez.
Martha Hernández, también de la Red de Mujeres Desplazadas trabaja en la limpieza de un hotel todas las mañanas, así que si hay talleres o cualquier evento relacionado con la Red de Mujeres en su horario laboral, Martha no puede asistir. “Yo trabajo de 8 a 12 así que si estoy trabajando y ponen reuniones en la mañana pues se me dificulta. Yo soy una mujer cabeza de familia entonces si yo dejo de trabajar, dejo de ganarme mis 10 mil, 15 mil pesos que de pronto le pagan a uno, lo que sale del día”, asegura Martha.
Como menciona Martha, la situación económica de las mujeres en el municipio afecta también sus liderazgos. Debido a que su trabajo comunitario es voluntario, por lo general, las lideresas deben escoger entre trabajar para llevar el pan a la casa o participar en actividades, reuniones y capacitaciones propias de su labor como lideresas. Esto hace que su labor se debilite e incluso tengan que dejar su liderazgo a un lado.
Para algunas de ellas, la falta de oportunidades laborales también se relaciona con una falta de apoyo y reconocimiento de su trabajo por parte de las instituciones estatales. Yorlany Ibarra considera que para la institucionalidad, las mujeres no son una prioridad. “La pelea prácticamente la estamos dando nosotras mismas en el tema de defensa de nuestros derechos y visibilizándonos. Es un trabajo que estamos haciendo nosotras mismas. En sí, la institucionalidad no es que nos haya prestado mucha atención a las mujeres, yo pienso que nos falta mucho para que eso pase y nos tengan como una prioridad, que vean que el tema de las mujeres es importante”, asegura Yorlany.
El secretario de Gobierno de Vista Hermosa, Juan Largo, asegura que a la Alcaldía del municipio le interesa trabajar por la igualdad de género y eso es evidente en su gabinete, el cual se compone mayoritariamente de mujeres. Además menciona que allí funciona la Mesa de la Mujer y la Comisaría de Familia, la cual brinda apoyo legal y psicológico en casos de violencia intrafamiliar. Sin embargo, Largo también reconoce que por parte de la Alcaldía no existe un rubro, proyecto o apoyo concreto para el trabajo de las lideresas en el municipio.
Si bien la Mesa de la Mujer hace parte de la Alcaldía, las lideresas que trabajan en esta lo hacen también de manera voluntaria, así que todo el tiempo que le dedican, no es retribuido monetariamente. Desde la Mesa, las lideresas trabajan en la implementación de la Ruta de Atención para Víctimas de Violencias de Género y de Violencia Sexual y si bien esta fue construida con apoyo de la Alcaldía, algunas lideresas consideran que en la implementación hace falta más respaldo del Estado y de las instituciones vinculadas.
Aurora Martínez, presidenta de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de Vista Hermosa, considera que hace falta una política clara o un presupuesto concreto que beneficie a las mujeres o por lo menos un apoyo para la gestión de proyectos por parte de la Alcaldía.
“Acá los pocos recursos que hay se invierten en capacitaciones y no se ven muchos resultados para la mujer. Si de pronto tenemos una política pública donde sea clara, donde digamos, que con el presupuesto de este año vamos a hacer cinco proyectos para mujeres. Pero entonces sí sería bueno que esos recursos se inviertan en proyectos para ellas mismas o formar un pequeño fondo rotatorio entre todas para que se puedan hacer préstamos o muchas cosas para las mujeres”.
- Aurora Martínez.
Otro asunto que dificulta el liderazgo de las mujeres y que se relaciona con el Estado, son las leyes. Según Doris Meneses, lideresa de desplazamiento forzado y representante en la Mesa de Víctimas del municipio, la ley les ha dado golpes duros a las mujeres porque cada día les quitan más beneficios.
Ella recuerda que cuando salió la Ley de Víctimas en el 2011, la situación estaba mejor pero con el tiempo llegaron las dificultades. “Al comienzo fue muy bueno, pasábamos proyectos y los aprobaban. Pero a raíz de esto hubo cualquier cantidad de organizaciones que no se sabe para qué ni para quiénes trabajan. Esperábamos que indemnizaran a varias organizaciones pero nos tumbaron eso con un nuevo decreto que hubo, todo se quedó como en habladurías”, asegura Doris.
Ella también cree que al final la ley lo que hace es revictimizar, ya que expone las experiencias de las mujeres en público pero al final las cosas continúan igual. “El liderazgo que están ejerciendo hoy en día las mujeres me parece muy chévere porque hay muchas mujeres que están trabajando bien y uno mira que sí van para adelante, aunque no estoy de acuerdo con la ley. Porque la ley lo que hace es revictimizarlas y las saca al público que se den cuenta qué le pasó, que no le pasó pero en sí para esa víctima no hay un apoyo económico”, asegura Doris.
Las dificultades económicas de las lideresas en sus vidas cotidianas las llevan a estar en una constante búsqueda de proyectos y recursos para sus organizaciones. A veces acuden a instituciones gubernamentales pero sobre todo a organizaciones de cooperación internacional, que son las que más inyectan recursos en el municipio. Si bien el apoyo de afuera es clave para su trabajo, también puede generar problemas entre ellas y esto puede fragmentar sus liderazgos y organizaciones.
Algunos de los conflictos que pueden surgir con la llegada de organizaciones con recursos de cooperación internacional, se producen a causa de la figura de los “enlaces”. Estos son trabajos pagos que realizan las lideresas por representar a dichas organizaciones y eso las convierte en una especie de trabajadoras que se desempeñan como puentes entre la comunidad y la entidad.
Para Doris Meneses, la plata que se va a los enlaces muchas veces se desperdicia porque ese trabajo no se traduce en mejoras para la población. “A las víctimas no les llegan las cosas y hay mucho que hacer. Se están beneficiando más las personas que comienzan a trabajar en los enlaces, con su gente. La plata de las víctimas se está quedando en los puestos que la gente consigue para supuestamente ayudar a las víctimas pero en sí, en las víctimas uno no mira mejoras. De pronto por ahí han ayudado pero no es mucho”, asegura Doris.
En un contexto como el de Vista Hermosa, en el que las lideresas trabajan de manera voluntaria y con situaciones económicas difíciles, el hecho de que unas de ellas reciban un salario, se convierte inevitablemente en un asunto de tensión y fricciones. Esto pasa también porque al convertirse en enlaces generalmente deben salirse de las organizaciones a las que pertenecían, ya sea porque su nuevo trabajo les demanda mucho tiempo o porque las entidades las hacen desvincularse.
Luz Dary Pineda, una lideresa de víctimas de minas antipersonal del municipio, representó por años a una organización que trabaja en este tema en la zona rural. Después de años de trabajo, un día llegó la Campaña Colombiana Contra Minas, una ONG colombiana que se financia con recursos de cooperación internacional, y debido a su experiencia le ofreció un trabajo como enlace. Como Luz Dary, las lideresas ven en los enlances la oportunidad de seguir trabajando por su comunidad pero sobre todo de tener una estabilidad económica.
Luz Dary aceptó el trabajo pero una de las condiciones era que debía salirse de su organización porque no podía representar a dos organizaciones en la Mesa de Víctimas. Ella aceptó y lleva varios años trabajando con la Campaña. Esto genera por un lado que las lideresas de desvinculen de sus procesos comunitarios y por otro lado que en las mismas organizaciones se generen fricciones.
La Red de Mujeres Desplazadas de Vista Hermosa, liderada por Martha Garzón, ha tenido experiencias de este tipo con otras entidades que manejan recursos de cooperación internacional. Una ONG llegó al municipio con varios proyectos en los que Martha y las mujeres de su red iban a ser beneficiadas. Según ella, después de un tiempo de trabajar, empezaron a surgir problemas entre Martha y la organización y un día decidieron sacarla del proceso, pero no a las mujeres de su red.
Hasta hace poco a Martha se le llenaban los ojos de lágrimas cuando contaba la historia por la pena y humillación que sintió. Hoy en día ya se ha fortalecido, pero de ahí en adelante la Red de Mujeres quedó debilitada. Algunas de sus compañeras se salieron con ella pero otras siguieron trabajando con la ONG a tal punto que una de ellas, que cumplía un rol clave en la red, fue contratada para trabajar como enlace. Actualmente, muchas lideresas que dicen ser de la Red de Mujeres, aunque no trabajan como enlaces, prefieren asistir a capacitaciones y eventos en nombre de la ONG. Son pocas las que como Martha trabajan en representación de la Red de Mujeres.
Doris Meneses considera que las ONG en general pareciera que solo les interesara obtener firmas para sustentar un presupuesto y al final las que salen perjudicadas son las lideresas. “Como víctima siempre me he sentido utilizada, las víctimas siempre hemos sido utilizadas y eso es lo que a mí más me da sentimiento a hay veces que lo ponen a uno mismo a mentirle a la gente mentirle a la comunidad” asegura, Doris.
Una lideresa del municipio coincide con Doris en que las ONG todo el tiempo están recogiendo firmas pero al final no se ven muchos resultados concretos. “Se la pasan es de reunión en reunión y recogiendo firmas, pero yo no sé qué es lo que hacen con esas benditas firmas. Y las mujeres están ahí estancadas porque yo les pregunto a las muchachas y me dicen: no, a nosotras nos están cantando pajaritos en el aire, que vamos a hacer esto y lo otro y nunca se ve nada concreto, son como fantasías que les dicen a ellas para que vayan”, afirma la lideresa.
Una funcionaria de una ONG que trabaja en Vista Hermosa asegura que las necesidades del municipio hacen que la gente se ubique en uno u otro lado de la balanza cuando se trata proyectos y oportunidades. “Cuando hay recursos de cooperación es normal que se presenten conflictos y suspicacias. Y este es un tema estructural porque la mayoría de las mujeres esperan una retribución económica, pero muchas veces esto no pasa porque las ayudas llegan es a través de capacitaciones y estudios. Esto es visto por algunas personas como algo negativo o como si no se estuviera haciendo nada”, asegura la funcionaria.
Las fricciones no sólo se presentan entre lideresas y organizaciones sino sobre todo entre las mismas lideresas. Una lideresa que trabaja como enlace de una ONG siente que su trabajo no es percibido de buena manera por otras lideresas. “Las organizaciones que son de acá residentes, inicialmente no sienten como ese acuerdo de trabajar mancomunadamente porque nos miran como que usted no es de acá, a pesar de que nosotras somos del municipio, pero nos dicen: no, ustedes trabajan con una organización que es de afuera entonces no les importa el municipio y pues sí nos importa” asegura.
La relación entre las mismas lideresas por lo general es difícil pues ellas aseguran que en Vista Hermosa entre mujeres “se tiran duro”. En una sociedad que les ha enseñado a las mujeres a competir y no a apoyarse, es normal que en el municipio hayan peleas, envidias, egoísmo y falta de unión y a pesar de todo, las lideresas han logrado varios proyectos juntas.
Aurora Martínez cree que las mujeres necesitan más oportunidades y educación desde la paz porque están acostumbradas a la pelea. También cree que a las lideresas del municipio les falta ser más unidas y cuando lo sean van a llegar lejos.
“Lo que pasa es que sí estamos un poco como desorganizadas, o sea somos líderes pero entre las líderes hay muchas que de pronto unas tiran pa´ un lado y otras tiran pa´otro lado. Yo siempre digo no, aquí uno tiene que estar unido, porque si nosotras fuéramos unidas, nosotras ya hubiéramos tenido una presidenta. Uno mira hartas pero hay unas que de pronto les gusta mucho la pelea o las cosas se ganan con guerra. Yo les digo no, las cosas se ganan a las buenas, con tolerancia, con esa resiliencia, con esa insistidera, así se ganan las cosas”.
-Aurora Martínez.
Martha Pérez reconoce que el municipio las mujeres siempre se han relacionado desde la pelea y la envidia pero siente que la situación ha cambiado para bien. “Las cosas han mejorado un poquito, las mujeres hemos aprendido que nos debemos cuidar más entre nosotras mismas. La mayoría de mujeres nos hemos tirado duro, como que no nos familiarizamos, no nos acompañamos, pero hoy en día como que las cosas han cambiado”, afirma Martha.
El panorama para que las mujeres ejerzan un liderazgo social en Vista Hermosa es complicado. En el día a día, las lideresas enfrentan grandes obstáculos que les dificultan su trabajo y sin embargo, ahí están, firmes e insistentes denunciando lo que consideran injusto. La pregunta es ¿por qué lo siguen haciendo?
Muchas lideresas creen que ayudar es algo que las llena de ánimo para salir adelante en medio de sus complicaciones personales. Otras creen que como sobrevivientes del conflicto armado deben luchar constantemente por el reconocimiento de sus derechos o sino el Estado no les va a brindar reparación. También reconocen que a pesar de las dificultades, han logrado hacer y cambiar muchas cosas en el municipio y que la situación de las mujeres cada vez es mejor. Otras como Martha Garzón reconocen que el trabajo comunitario ya hace parte de ellas.
“Yo no retrocedo, yo sigo luchando porque eso ya es parte de mí. Intenté botar la toalla unos añitos atrás, ya no, yo sigo adelante. Esto no es ni una primera parte de todo lo que hay que hacer. Es un buen comienzo, pero no es para uno quedarse quieto, no se puede. Con las uñas, pero hay que hacerlo. Si uno no lo hace, no es que uno sea indispensable, pero alguien tendrá que hacerlo”.
- Martha Garzón.
Por su parte, Lucila Gómez, lideresa de la Asociación Agropecuaria de la vereda Alto Guapaya (Asoagroguapaya), considera que las mujeres se han tomado la palabra para no permitir abusos ni violencias. “Ya nosotras hemos dejado de ser sumisas, tomamos nuestras propias iniciativas y si hay un hogar, al hombre le toca bajar la cabeza y escuchar que eso hace muchos años no se veía, entonces eso se ha ido ganado. A las niñas se les enseña que no es que por ser mujer tienen que bajar la cabeza. Y a los niños se les inculca que las niñas tienen unos derechos y que hay que respetarlas, entonces se ha ido como limando ese machismo que ha existido en la sociedad de nosotros”, asegura Lucila.
Aún queda mucho trabajo por hacer, muchas batallas por luchar. Ellas lo saben y demuestran todos los días que la lucha tiene rostro de mujer.
*Nombre modificado para mantener el anonimato de la entrevistada.