Luego del cierre de la zona de distensión, el entonces presidente Andrés Pastrana anunció la retoma militar de dicha zona por parte del Ejército. La guerra se intensificó y muchas mujeres vivieron de cerca el desplazamiento, la desaparición forzada y el impacto de las minas antipersonales en sus cuerpos y sus vidas.
Al día siguiente de la ruptura de los diálogos, el 21 de febrero del 2002, Pastrana viajó a San Vicente del Caguán para dar un discurso sobre el fin del proceso de paz. Allí se refirió a los incumplimientos de las Farc frente a lo acordado y resaltó que nunca habían abandonado la región. Su discurso concluyó así: “Vamos a continuar trabajando con ustedes, vamos a continuar trabajando por la paz de Colombia, vamos a continuar trabajando por tener un país en paz y con justicia social”.
Las Farc por su parte, después de tener que iniciar su retirada de la zona en menos de dos horas y después de tres días de intensos bombardeos, se reunieron por orden de Marulanda. Según Revista Semana, en ese encuentro Tirofijo pronunció las siguientes palabras: “La oligarquía no aprende. Volvemos a lo nuestro, se vienen cuatro años de guerra con Uribe y ustedes ya saben lo que tienen que hacer. Ni una palabra más”.
Martha Hernández asegura que después del cierre de la zona de distensión, las cosas en el pueblo cambiaron porque si bien la guerrilla se fue, llegaron militares y paramilitares al municipio y como a estos últimos no los conocían y andaban con el mismo uniforme, no lograban diferenciar entre unos actores armados y otros. “Ahí sí yo no puedo decir fulanos eran estos y fulanos los otros porque todos vestían igual, todos andan igual. Como dicen muchas veces, las leyes andan también de civil entonces uno cómo va a diferenciar un grupo o una ley a la otra ¿cierto? Y mucho menos uno”, asegura Martha.
La retoma del Caguán tenía como objetivo recuperar el territorio que hacía parte de la zona de distensión, el cual habían gobernado las Farc por un poco más de tres años. Esto produjo la militarización de la región a través de una operación llamada Todo Honor o Tánatos, el mismo nombre del dios griego de la muerte. Como parte de la “retoma”, entre febrero y junio de 2002, llegaron a la zona más de 20.000 soldados integrantes de la Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA), de escuadrones contraguerrilla y de otras fuerzas especiales.
El 7 de agosto de 2002, Álvaro Uribe Vélez se posesionó como presidente de Colombia. En su mandato promovió la “Seguridad Democrática”, una estrategia de fortalecimiento de las fuerzas militares y de mano dura contra la guerrilla en el país. Desde su mandato como gobernador de Antioquia, Uribe era conocido por promover la creación de varias Convivir, las cooperativas de seguridad privada civil que luego se convirtieron en grupos paramilitares.
Martha Hernández también recuerda que para los años posteriores a la zona de despeje, la población de Vista Hermosa era estigmatizada dentro del mismo pueblo por pertenecer a un grupo u otro y esto produjo que el trabajo se pusiera difícil. “Aquí en el pueblo pues no había manera de trabajar. De pronto por ahí cerquita del pueblo limpiando potreros pero ya con cualquier máquina reemplazaban a los jornaleros que bolean machete con mano y pues ya pa´ dentro era donde más se trabajaba que era con la coca pero tampoco se podía. Si se iban para allá y eran de acá del pueblo, allá supuestamente eran paracos y si estaban allá y venían pa'l pueblo ya eran guerrilleros”, asegura Martha.
El banco de datos Noche y Niebla del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep) registra que en el 2002, en Vista Hermosa hubo 31 hechos victimizantes contra la población como asesinatos, explosión de minas antipersonales, desapariciones y desplazamientos forzados. De estos hechos, 14 fueron cometidos por paramilitares, 7 por miembros del Frente 27 de las Farc, 3 por paramilitares con ayuda de la fuerza pública y 3 cometidos solamente por la fuerza pública.
“Más o menos hacia la época entre el 2002 y el 2006, hubo como un arrasamiento de la población en Vista Hermosa. Se encuentran veredas como Santo Domingo en donde los actores armados arrasaban con todas las personas”, asegura Adriana Pestana, coordinadora del área psicosocial del Colectivo Sociojurídico Orlando Fals BordaONG que trabaja en el apoyo jurídico y acompañamiento psicológico de familias en casos de desaparición forzada en el marco del conflicto armado colombiano.. Pestana también resalta que para esa época se empezaron a conocer casos de las llamadas “ejecuciones extrajudiciales” cometidas por el Ejército en Vista Hermosa.
Si bien en el municipio hay casos de “ejecuciones extrajudiciales” conectados directamente con desapariciones forzadas, también hay casos de desapariciones sobre los que no hay ninguna pista. Según el Registro Único de Víctimas, entre 2002 y 2003, fueron víctimas directas o indirectas de desaparición forzada cerca de 5 mil personas en el municipio.
Unos años después de la desaparición de la hija de Martha Hernández, fue desaparecido otro de sus hijos en junio de 2004, mientras se encontraba trabajando en el Vichada. “Yo como madre presiento que él está bien. A ratos sí me siento aburrida porque a uno como que se le cierra el mundo ¿cierto? A ratos como de no saber definitivamente qué pasa con mi hijo pues me siento aburrida”, asegura Martha.
Para el momento de la desaparición del hijo de Martha, también se encontraba desaparecida su hija así que ella tuvo que vivir un doble drama que la llevó a tener problemas psicológicos y emocionales que todavía la acompañan, como la depresión. Durante cuatro años Martha tuvo miedo de poner la denuncia pero finalmente en 2008 acudió a la seccional de la Fiscalía en Vista Hermosa y denunció la desaparición de sus hijos.
Ella recuerda alguna vez que habló con una funcionaria de la Fiscalía que le dijo que Martha sabía del paradero de su hijo. “Fui a donde una doctora que me dijo: Usted es la mamá, usted sabe dónde está su hijo. Le dije: señora, si yo supiera dónde está mi hijo yo no estaría al frente suyo, si yo supiera para qué vengo sabiendo que me voy a perjudicar yo y a mi familia. Por eso a ratos yo quisiera no saber nada más de reuniones porque muchas personas me han contado que las llaman y les piden dizque testigos de la hora, fecha y lugar de cuando desaparecieron”, asegura Martha.
El 2005 fue un año que marcó a las mujeres de Vista Hermosa de diversas maneras. El año anterior, el Meta había sido el departamento con mayor área cultivada de coca en el país, con más de 18 mil hectáreas, según la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU. Esto llevó a que el gobierno intensificara las aspersiones con glifosato para erradicar los cultivos de uso ilícito en el departamento gracias al apoyo económico y militar del Plan Colombia.
Esto fue respaldado con la Resolución 0015 de 2005, en la que se promovió la erradicación forzosa o voluntaria de cultivos ilícitos y se autorizó la erradicación con glifosato en los Parques Nacionales Naturales (PNN), como el de la Sierra de la Macarena, que hace parte de más del 50% del territorio de Vista Hermosa. En la resolución también se afirmó que no se tenía certeza sobre los daños ambientales producidos por el glifosato pero que sin duda la tala de árboles para cultivos ilícitos generaba mayor impacto ambiental.
A raíz de las erradicaciones con glifosato, y mientras estaba embarazada, Martha Garzón tuvo que salir desplazada junto a su familia de la vereda La Patriola porque se rumoraba que el glifosato causaba abortos en las mujeres.
Martha tuvo que vivir el desplazamiento, y las tensiones y preocupaciones que ello implica, mientras su hija María Velén se gestaba en su interior, sin embargo, ella nació sin ninguna complicación. Martha y su familia nunca regresaron a su vereda. “Tener que salir del nidito donde uno sobrevivía, que no era lo mejor, pero es que enfrentarse de la noche a la mañana a otro lugar es muy duro. Llegar a tener que amanecer en un parque en el casco urbano mientras le resolvían a uno la situación. Unos se iban, otros queríamos resistir en el municipio y la solución era como invadir un terreno para poder hacer cualquier techito y sobrevivir ahí para no tener que correr más lejos”, asegura Martha.
Si bien muchas personas en Vista Hermosa no cultivaban coca, en muchos casos, este cultivo era la única forma de sustento de familias enteras en el pueblo. Al igual que en la década de los 80, la coca les brindó un ingreso estable para sacar adelante a sus hijas e hijos. El glifosato caía no solo sobre los cultivos de coca sino sobre los cultivos de pancoger y esto generó que muchas mujeres cabeza de hogar enfrentaran situaciones económicas difíciles.
En su finca en la vereda Costa Rica, Aurora Martínez cultivaba y procesaba la coca para mantener a sus cinco hijos. Con la erradicación de este cultivo en el municipio, Aurora vivió momentos difíciles.
“Nosotros éramos cultivadores de coca, yo en mi finca la transformaba y sacaba polvo. Después de que vino la erradicación quedamos nosotros, madres que habíamos perdido los esposos en la violencia o sea madres cabeza de familia con unas tierras ahí y sin plata cómo la íbamos a poner a producir y todo ese poco de niñitos imagínese, cinco peladitos ahí pa´ levantar”.
- Aurora Martínez, vereda Costa Rica.
Paralelo al aumento de la erradicación forzada, en Vista Hermosa aumentaron también las minas antipersonales (MAP) hasta el punto de ser reconocido como el municipio con más víctimas por minas en el país. Según cifras del CNMH, Vista Hermosa pasó de tener 12 víctimas por minas en 2004 a 96 víctimas en 2005. Entre 1990 y 2019, en el municipio se han registrado un total de 363 personas víctimas de MAP, según la Dirección de Acción Integral Contra las Minas (Daicma).
Fuente: Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)
Luz Dary Pineda asegura que las mujeres siempre han sido las más afectadas por la guerra y en el caso de las minas su afectación fue doble, como víctimas directas y como familiares. “En la guerra murieron más hombres que mujeres por minas pero entonces las mujeres fueron las que quedaron, las que sufrieron las consecuencias. Las mujeres son como esas columnas que quedaron para afrontar todo y ser capaces de decir: me paré acá y acá estoy y no me he ido y voy a ser fuerte porque me mataron mi esposo o me mataron mis hijos, me violaron o lo que sea, porque todo eso pasó acá”, asegura Luz Dary.
El 31 de diciembre de 2005, las Auc debían desmovilizarse según lo acordado en el Acuerdo de San José de Ralito. Con esto también se desmovilizó el Bloque Centauros el cual delinquía en Vista Hermosa. Si bien una parte del bloque cumplió, hubo un grupo disidente que no lo hizo y al mando de Pedro Oliverio alias “Cuchillo”, crearon el Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista de Colombia (Erpac), un grupo paramilitar que delinquió en la zona hasta el 2011.
Ordulia Rodríguez, de 68 años, está casi segura de que la desaparición de su hijo Rigoberto Rubio en 2005, se relaciona con paramilitares. Era 14 de diciembre de ese año y Rigoberto llegó de sorpresa a la casa de su madre en el casco urbano de Vista Hermosa, proveniente de Villavicencio, donde trabajaba como guardia de un conjunto residencial.
Su madre se encontraba en Bogotá con toda la familia visitando a una hija así que a la única que vio fue a Hermencia, su hermana. Unos hombres con los que venía de Villavicencio le pidieron a Rigoberto que los acompañara a la vereda Piñalito para hacer una diligencia, así que él le pidió a su hermana que le tuviera comida para la noche pero Rigoberto nunca regresó.
Al otro día, Hermencia se fue para Piñalito en bicicleta a buscar a su hermano. “Allá me encontré con un ‘raspachín’ de coca y me dijo que a mi hermano le habían echado mano y yo de una lo relacioné con paramilitares, que eran los que comandaban por allá”, recuerda Hermencia. Con impotencia regresó al casco urbano y supo que Eduardo Augusto Hernández Leyton alias “El Tino”, uno de los comandantes del Bloque Centauros de las Auc, se encontraba allí. Hermencia le reclamó por su hermano pero no obtuvo ninguna información de su parte.
El esposo de Ordulia estuvo a la cabeza del caso por años pero tras su muerte ella tuvo que hacerse cargo y se dio cuenta que su hijo no estaba registrado como desaparecido en la Fiscalía por falta de pruebas. Según Ordulia, la desaparición de Rigoberto le produjo un cáncer en el endometrio que casi le quita la vida. Después de cinco años de guardar su ropa, ella decidió regalarla. “Es que cuando uno mira las cosas se acuerda, entonces regalé todo. Yo trato simplemente de no pensar porque cuando pienso en eso pues me siento muy mal, como que me duele todo el cuerpo y el alma”, asegura Ordulia con lágrimas en sus ojos.
Después de años de averiguaciones por parte de Ordulia y Hermencia, han llegado a la conclusión de que a Rigoberto lo mataron los paramilitares y lo botaron al río Güejar o lo enterraron en una fosa común cerca de allí. “Las razones que nos han dado de por qué lo mataron es que él era inocente pero sabía muchas cosas o que tal vez vio algo que no debía y por eso lo mataron”, concluye Hermencia.
Martha Garzón, como muchas otras mujeres del municipio, también tiene una historia de desaparición de un familiar durante esa época. Se trata su sobrino, Ilderney Salinas, un joven que para el momento de su desaparición tenía 23 años y trabajaba como militar en Ocaña, Norte de Santander.
En febrero de 2006, a Ilderney le dieron un permiso de descanso que utilizó para visitar a su familia en Vista Hermosa. “Le dieron un permiso por buena conducta de entre 20 días y un mes. Fue a saludar a su familia. Luego se fue para donde la hermana en El Placer, Vichada. Ella le dijo que fuera para trabajar y visitarla en esos 15 días que le quedaban y luego de eso, él iba a volver para despedirse de la mamá y de la novia, que estaba embarazada”, recuerda Martha. De regreso a Vista Hermosa, Ilderney tomó un bus de Flota La Macarena pero nunca llegó, desapareció en el camino.
Debido a problemas económicos y de salud de la madre y el padre de Ilderney, Martha decidió estar a la cabeza del caso. Por más de 10 años ha ido de un lugar a otro en busca de respuestas sobre la desaparición de su sobrino. A pesar de que Martha ya no vive con el que fue su esposo, todavía está pendiente de cualquier novedad. Al recordar a su sobrino, sus ojos se le llenan de lágrimas, lo tiene tan presente que a veces sueña con él y siente que en sus sueños Ilderney le quiere dar un mensaje.