Lo que hay que saber para comprender el conflicto en el Urabá

La región del Urabá representa un ícono dentro de la historia de la violencia en Colombia. En 1988, las primeras incursiones paramilitares dejaron a su paso una serie de masacres como antes no se había visto en el país.

En diez meses, ‘paras’ de Fidel Castaño y Henry Pérez perpetraron nueve masacres en Córdoba y en el Urabá y el nordeste antioqueño, como la de Honduras y La Negra, en Turbo, donde murieron 20 personas y Punta Coquitos, en San Pedro de Urabá, en la que asesinaron a otras 16.

Estos asesinatos hicieron parte de una persecución contra líderes y simpatizantes de movimientos políticos de izquierda, llevada a cabo por una alianza entre militares, narcotraficantes, paramilitares, empresarios y políticos locales.

Antes había presencia de las guerrillas de las Farc y del Epl en la región, pero no fue hasta la llegada de ‘Los Mochacabezas’, como los pobladores reconocían a estos grupos paramilitares, que la violencia se disparó. Según Arnoldo Escobar, presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento Nueva Granada en Turbo, para la época el abandono del Estado en la zona era total y los grupos armados ilegales eran la ley de las comunidades. “La ley de ellos era ‘el que la hace la paga’ y cuando querían convocar a la gente organizaban reuniones y decían vamos a matar a tal por esto o lo otro. Antes había muertos, pero no sembraron el terror que sembraron los paramilitares cuando llegaron”, recordó Escobar.

Desde entonces, Urabá se convirtió en un territorio de disputa entre grupos guerrilleros y contrainsurgentes. La persecusión política no era el único interés, esta zona es sumamente estratégica para el tráfico de armas y narcóticos por tener salida directa a los océanos Atlántico y Pacífico.

Entre 1988 y 2002 Urabá sufrió 103 masacres en el marco de la guerra, según documentó el Centro Nacional de Memoria Histórica. Estos hechos ocurrieron en su mayoría en el Eje Bananero, compuesto por los municipios de Turbo, Apartadó, Chigorodó y Carepa.

En la memoria del país aún se recuerdan masacres como La Chinita, en Apartadó, que dejó un saldo de 35 personas asesinadas, y el Aracatazo, en Chigorodó, que sumó otras 18 personas a la incalculable cifra de víctimas del conflicto en el Urabá. También son recordadas las de Bajo del Oso, Los Kunas, Punta Coquitos y La Galleta, entre muchas otras.

Después de la parcial desmovilización paramilitar (2004-2006), grupos neoparamilitares, hoy conocidos como ‘bacrim’ o ‘bandas criminales’, se reorganizaron en la región tras la alianza de exintegrantes de las Auc y narcotraficantes. Actualmente bandas como las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, también conocidas como ‘Clan Úsuga’ o ‘Los Urabeños’, continúan aterrorizando a la población.

Vea acá el especial titulado 'Seis semanas de dolor en Urabá' realizado por Rutas del Conflicto:

 

Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 00:43

“Nosotros estábamos acostumbramos a vivir en la guerra, entonces cuando sentimos la paz ya es muy difícil volver a lo mismo”

Varios líderes y organizaciones de víctimas del Urabá antioqueño, una de las regiones más golpeadas por el conflicto armado, han expresado la necesidad de que se firme el acuerdo entre el gobierno y las Farc. Después de hablar con líderes en Apartadó y Turbo, esto fue lo que encontramos.

Carlos Blandón, líder de la organización de víctimas Asocodea del municipio de Apartadó, afirmó que su región vivió un gran cambio durante los diálogos de La Habana, por lo que el resultado del plebiscito dejó a la comunidad con una gran incertidumbre frente al futuro.

“Yo no puedo hablar a nivel regional del Urabá, ni desde la opinión de todas las comunidades, pero desde Apartadó lo que puedo decir es que ya no se estaban presentando hostigamientos, todo estaba mucho más tranquilo. Nosotros estábamos acostumbramos a vivir en la guerra, entonces cuando sentimos la paz ya es muy difícil volver a lo mismo” contó Blandón.

El triunfo del No en el plebiscito que buscaba refrendar los acuerdos de la Habana ocasionó una gran movilización nacional de la población civil y de las organizaciones de víctimas que buscan la firma de los acuerdos. Urabá no fue la excepción.


 

De los 11 municipios del Urabá antiqueño, el No únicamente ganó en Carepa

 


“Todos queremos la paz, estamos organizando una marcha para que por fin se puedan firmar estos acuerdos y nosotros podamos descansar. De igual forma estamos muy contentos, porque el Eln se está uniendo a las negociaciones. Lo que no queremos que vuelva a pasar es que cuando vayamos a otra parte nos sintamos estigmatizados, ‘ah tú eres de Apartadó, de Urabá, ¡qué miedo! Entonces tú eres paramilitar o guerrillero’. No queremos que se nos estigmatice más y el acuerdo es una oportunidad para esto, dijo Blandón.

En Apartadó ganó el Sí con el 52,32 por ciento de los votos frente al 47,67 por ciento del No.

Estos son los resultados de votación del plebiscito en Apartadó:

Mire acá la lista completa de todas las masacres ocurridas en Apartadó

 

“No queremos que la guerrilla tome de nuevo las armas y regrese, no sabemos qué pueden estar pensando”

Ana Lucía Contreras es una de las ocho fundadoras de la Comunidad de Mujeres Las Marías, una organización de víctimas en Turbo que lleva más de 20 años velando por los derechos de las madres víctimas cabeza de hogar. En este municipio también ganó el Sí en la votación del plebiscito. Ella responsabiliza el triunfo definitivo del No a la ausencia de socialización de los acuerdos de La Habana con las comunidades.


 

"Teníamos la esperanza del proceso de paz, pensábamos 'habrá reconciliación con las víctimas', pero ahora no sabemos para dónde caminamos"

 


Esta mujer líder ha sido amenazada en varias oportunidades por actores armados y, como otras víctimas, expresa su preocupación por la incertidumbre del futuro. “La preocupación mía, en mi comunidad, es que quedamos muy fríos, quedamos neutralizados totalmente, porque al ganar el No muchos planes quedaron plasmados, hay muchos desacuerdos. No queremos que la guerrilla tome de nuevo las armas y regrese, no sabemos qué pueden estar pensando”, dijo Ana Lucía.

Contreras tiene familiares víctimas de la masacre de La Chinita y reconoce que ellas ya perdonaron a los guerrilleros de las Farc que asesinaron a 35 personas en ese 23 de enero de 1994. A finales de septiembre del presente año, los jefes de las Farc ‘Iván Márquez’ y ‘Pastor Alape’ se desplazaron hasta el barrio de La Chinita de Apartadó para pedirles perdón.

Ella continuará trabajando por las madres víctimas de su pueblo y refiriéndose a los votantes del No: Le diría a los del No que piensen muy bien las cosas para que lleguemos a un pacto y consigamos un acuerdo de paz. No queremos más masacres, secuestros y extorsiones. Queremos que las cosas sean bien para todos”.

Estos son los resultados de votación del plebiscito en Turbo:

Mire acá la lista completa de todas las masacres ocurridas en Turbo

Conozca acá un recuento de la historia del conflicto en el Urabá antioqueño

Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 00:42

“Queremos paz pero eso va muy atrasado y no se ve nada que nos conforte a nosotras las víctimas”

En Ciénaga, uno de los municipios más afectados por el conflicto en el departamento del Magdalena, el resultado del plebiscito estuvo muy dividido. Aunque ganó el No con 50,11%, la votación fue muy cerrada, con una diferencia mínima frente al Sí que obtuvo 49,88%. Amarilis Martínez, líder de la Fundación de Víctimas Campesinas de Ciénaga (FUNDAVICAM), expresó la preocupación por la desinformación y la abstención en las votaciones debido al huracán Matthew.

Durante los últimos diez años Ciénaga ha sido uno de los municipios con mayor número de acciones armadas en el departamento. Paramilitares del Bloque Norte de las Auc y guerrilleros del Frente 19 de las Farc, continuamente estaban en enfrentamientos por el control territorial.

Con la incertidumbre que dejaron las votaciones, algunas víctimas ven los avances del acuerdo a paso lento. “Aquí mucha gente quedó triste y estamos asustados de todas maneras porque si no se llega a un acuerdo, el temor es que ya uno sufrió un atropello a los derechos y como para volver a comenzar de cero es muy desastroso. No queremos seguir en esta zozobra”, dice Amarilis Martínez, representante de víctimas en Ciénaga.

Según Amarilis, la mayoría de la población víctima no salió a votar debido a la lluvia. El departamento del Magdalena fue una de las zonas más perjudicadas por el Huracán Matthew que tocó las costa Caribe durante las votaciones, con vientos de más de 250 kilómetros por hora. “Hay muchas personas que viven en veredas, en corregimientos y no pudieron salir a cumplir. Nosotros así, lloviendo y chapaleando barro salimos a votar.”

Escuche el audio completo de la entrevista a Amarilis Martínez:

Los primeros vestigios de violencia paramilitar surgieron en los años setenta cuando llegó al municipio de Ciénaga Adán Rojas, alias el ‘Negro’, quien durante seis años se había armado para pelear contra la guerrilla de Manuel Marulanda alias ‘Tirofijo’ y vengar la muerte de su padre.

Rojas creó las autodefensas no sólo para combatir a las Farc y al Eln por las extorsiones que recibía sino también para tener control de la ruta de narcotráfico en la Ciénaga Grande. Su aliado, Hernán Giraldo, alias ‘El Patrón’, controlaban el negocio de la droga en cercanías a la Sierra Nevada.

En la misma zona, en 1983, el Frente 19, perteneciente al Bloque Martín Caballero de las Farc, fue creado para tomar y controlar el territorio del sur del Cesar y el Magdalena, específicamente en Ciénaga Grande y la Sierra Nevada de Santa Marta, donde lograron subsistir por medio de las extorsiones a empresarios, ganaderos y campesinos. El 23 de octubre de 1994 en la vereda La Mojana, jurisdicción del municipio de Ciénaga, guerrilleros de las Farc asesinaron a cuatro personas, de las cuales dos no fueron identificadas. Las víctimas fueron acusadas de ser colaboradores del Ejército. Según los boletines diarios del orden público del DAS, más de la mitad de las acciones armadas durante el periodo 1990-2003 fueron perpetradas por miembros de las Farc.

En 1997, los ataques contra la población fueron más fuertes con la llegada de un grupo de paramilitares a cargo de Salvatore Mancuso y los hermanos Carlos y Vicente Castaño a los municipios de Ciénaga, Fundación, Zona Bananera y Aracataca, sembrando el terror en la población con masacres, homicidios y desapariciones.

En 2002 estos ‘paras’ crearon el Frente William Rivas del Bloque Norte, al mando de José Gregorio Mangonez alias ‘Tijeras’, quien está postulado a la Ley de Justicia y Paz.

El Bloque Norte, a cargo de ‘Jorge 40’, no solo absorbió a las Autodefensas del Palmor, también las del Sur del César, que pasaron a llamarse Frente Héctor Julio Peinado. Entre las Autodefensas de los Rojas o El Palmor (1978-2000) y Bloque Norte (1997-2002) se cometieron aproximadamente 15 masacres.

Ciénaga ha sido un municipio que más ha sufrido con la violencia del conflicto armado. Preocupados por el futuro de las negociaciones, víctimas y líderes de organizaciones sociales insistan en la aprobación definitiva de un acuerdo de paz de una manera pronta y urgente. “Nosotros queremos es la paz pero eso va muy atrasado y no se ve nada que nos conforte a nosotras las víctimas.”, dice Amarilis.

Estos son los resultados de votación del plebiscito en Ciénaga, Magdalena:

Actualizado el: Jue, 04/07/2022 - 17:46

“Nosotros esperábamos que ganara el Sí porque era la oportunidad de tener la paz”

Dos líderes de víctimas de Buenaventura, Valle del Cauca, uno de los focos de la violencia reciente en el país, expresaron lo que generó el resultado del No en el plebiscito que buscaba refrendar los acuerdos entre el gobierno y las Farc.

"Gracias a Dios ganó el sí en Buenaventura. Se notó que la sociedad civil hizo su aporte, a pesar de que la iglesia católica y los partidos políticos que apoyaban el Sí no hicieron pedagogía", asegura Albeiro Cundumí, representante de Pastoral Afrocolombiana Buenaventura.

"En este puerto comercial ganó el Sí con un 70,66%. A pesar de lo anterior, en la comunidad están asustados porque es claro que el que dijo que no era el que había sufrido el peso de la violencia o no ha querido asumir que es algo que puede tocar fácilmente. Quienes han sido víctimas dijeron que sí. Le apostaron a la desmovilización de las Farc", aclara Albeiro.

Escuche el audio completo de la entrevista a Albeiro Cundumí:

 

Buenaventura, Valle del Cauca, ha sido uno de los focos de violencia en la historia reciente del país. En este municipio los paramilitares cometieron al menos 15 masacres y las Farc han hecho presencia desde mediados de 1970.

La violencia en Buenaventura se disparó con la llegada del Bloque Pacífico, que surgió como un frente del Bloque Calima, la representación de la Casa Castaño en la región del Pacífico. Aunque las Farc hicieron presencia en el municipio desde mediados de la década del 70, los niveles de violencia que se vivieron fueron muy bajos hasta 2000, cuando entran los 'paras'.

Se han registrado en Buenaventura 475 desapariciones forzadas: el 95% en la última década. Además, a raíz de la violencia, 152.837 personas fueron víctimas de desplazamiento forzado.

La llegada de los paramilitares marcó un antes y un después respecto a las dinámicas de la guerra en el municipio. Con la ayuda de la Fuerza Pública y los narcotraficantes, ese reducto del Bloque Calima logró posicionarse rápidamente en el territorio.

Los 'paras', a diferencia de las Farc, no atacaron a las bandas criminales locales con el objetivo de hacer 'limpieza social'. Al contrario, hicieron alianzas con estas y coptaron miembros. También hubo cambio de bando por parte de algunos miembros de las Farc a los paramilitares.

Entre su conformación y desmovilización, el Bloque Pacífico cometió al menos 15 masacres en Buenaventura. “Nosotros esperábamos que ganara el Sí porque era la oportunidad de tener la paz”, asegura José Graziano Casas, indígena representante de Aciva RP.

Escuche el audio completo de la entrevista a José Graziano Casas:

 

Estos son los testimonios de Albeiro Cundumí, sociólogo y representante de la Pastoral Social en Buenaventura y José Graziano Casas, representante de Aciva RP, organización indígena de Buenaventura.

Actualizado el: Jue, 04/07/2022 - 17:44

“Nos preocupa que ya vamos más de ocho días del plebiscito y no hay nada claro”

Varios líderes y organizaciones de víctimas de Barrancabermeja, una de las ciudades que más ha sufrido la violencia del conflicto armado, han expresado la incertidumbre luego de más de una semana del triunfo del No en el plebiscito que buscaba refrendar los acuerdos entre el gobierno y las Farc.

Algunos representantes de víctimas de esta ciudad del Magdalena Medio, que inclusive hicieron parte de las delegaciones que viajaron a La Habana durante los diálogos, señalan que se debe actuar rápidamente para salvar los acuerdos y evitar que se termine el cese al fuego bilateral. “Fuimos las víctimas de la guerra las que decidimos decir Sí a la paz, hay que salir a protestar y a movilizarnos para dar nuestro respaldo a toda la convergencia de movimiento a nivel nacional”, dice Jaime Peña, padre de un joven desaparecido en 1998, luego de una masacre paramilitar.

Escuche el audio completo de la entrevista a Jaime Peña:

 

Aunque en este puerto petrolero ganó el Sí con un 50, 54%, al igual que los resultados a nivel nacional, la votación fue muy cerrada, con menos del uno por ciento de ventaja sobre el No que obtuvo el 49.45 de los votos. “Duele mucho que en este momento, por un empate técnico, se considere que los acuerdos son improbables de aplicarse”, señala Ubencel Duque, lider del Programa  de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.

Escuche el audio completo de la entrevista a Ubencel Duque:

 

La violencia en Barranca se disparó con la llegada de los primeros paramilitares, conocidos como “masetos” a mediados de los ochenta.  Según lo han determinado varias investigaciones judiciales y académicas, miembros de la base de la Armada en la ciudad, se aliaron con los ‘paras’ para conformar la llamada “Red de inteligencia 07”, responsable de múltiples masacres contra líderes sindicales a principios de los años noventa.

Años después, en 1997, la violencia empeoró luego de la llegada de los paramilitares de Guillermo Cristancho, alias ‘Camilo Morantes’, que cometió varias masacres y desapareció a decenas de pobladores.  El 16 de mayo de 1998, los ‘paras’ perpetraron una de las matanzas más recordadas en la ciudad, en la que asesinaron a 7 personas y secuestraron a otras 25, para luego desaparecerlas.  Casi 20 años después familiares de varias víctimas aún buscan sus cuerpos.

La guerrilla también cometió varios abusos, incluso perpetró una masacre contra presuntos miembros del Epl, en la que murieron 12 personas en 1999. Según cifras de la Unidad de Víctimas, al menos 10.500 personas fueron asesinadas en la ciudad desde 1985 y más de 36 mil personas salieron desplazadas de sus casas y fincas.

Las cifras son una muestra de la magnitud del conflicto que se vivió en Barrancabermeja. Esta realidad ha llevado a que víctimas y líderes de organizaciones sociales insistan en la aprobación definitiva de un acuerdo de paz. Después de que ganara el no, las víctimas han reflejado su preocupación y señalan que quieren hacer parte del debate nacional que hoy divide la opinión del país.

Estos son los testimonios de Jaime Peña, padre de un joven desaparecido por los paramilitares en 1998, y Ubencel Duque Rojas, director de la Corporación de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (CDPMM), quienes nos han compartido su posición frente a la situación del proceso de paz con las Farc.

Mire acá la lista completa de todas las masacres ocurridas en la zona de Barrancabermeja

 

Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 00:33

Chequeando el mito del collar bomba

Rutas del Conflicto y Colombiacheck investigaron uno de los mitos de la guerra más recurrentes a la hora de poner en evidencia la crueldad de las FARC. Aunque esta guerrilla es la responsable de varios delitos atroces, la justicia comprobó que no fueron los autores del crimen del collar bomba.

Actualizado el: Jue, 10/03/2019 - 00:21

“Me quitaron medio mundo”

El 22 de julio de 2003 paramilitares del Bloque Vencedores de Arauca asesinaron a cinco personas en Saravena, Arauca. Entre ellos, se encontraba Uriel Ortiz Coronado, sindicalista de la región. Su madre, Dioselina Coronado de Ortiz, le dio su testimonio a Rutas del Conflicto.

“Mi hijo era un buen muchacho, para cualquier madre sus hijos son buenos, no hay hijo malo. Sean como sean, ellos son los preferidos; hagan lo que hagan, son una belleza. Nosotros nunca tuvimos reproche de nada, él trabajaba para ayudarnos en lo que más pudiera. Mientras vivió con nosotros en la finca, fue agricultor y sembraba plátano y yuca. También era muy buen pescador.

Estudió hasta los 17 años, luego prestó servicio militar, porque desde pequeño él decía: ‘Mamá yo quiero ser soldado’. Después regresó a la casa a trabajar, ya tenía como 3 años de estar ahí cuando ingresó a la Ecaas, la empresa de acueducto del pueblo, a trabajar como fontanero y después como chofer con el mismo sueldo de siempre. Él no requería más, él lo que necesitaba era estar trabajando. Uriel no era vago, no. Ni tampoco era un loco, no tenía antecedentes.

Mi vida era permanecer en el hogar, cocinándoles a mis hijos y a mi esposo. En esa época estábamos todos en la casa.

Cuando murió tenía 28 años. El día antes hablé con él y le dije que por qué no renunciaba a ese trabajo, que la situación estaba muy fea. Me respondió que ya había pasado la carta de renuncia. Yo llegué contenta a la casa y le dije a Juan, mi esposo: ‘Mijo ahora si se nos compone la vida, el chino se viene para la casa otra vez’.


 

Me enteré de su muerte por la radio a la mañana siguiente. Todos estábamos desayunando cuando dieron la noticia de que habían matado a un funcionario de la empresa de acueducto.

 


¿Quién sería?, fue lo primero que pensé, cuando dijeron Uriel Ortiz Coronado. De ahí en adelante fue insoportable. Salimos para el pueblo, fuimos a la empresa y me dijeron: ‘Tenga paciencia porque ya está muerto’.

A la hora de la verdad ya no se recupera nada, me mataron a mi hijo miserablemente, porque él no debía nada, no era nadie, era simplemente un trabajador. Y esa fue la justificación para que mi hijo perdiera la vida, que trabajaba en una empresa. Nada más lo dejaron vivir 28 años.

Uno de madre queda con angustia, cuando veo a los otros dos varones por ahí, se me viene ese recuerdo.

Hace cuatro años ya no vivo en la finca porque la verdad ya no es igual, ya el viejo se fue, murió un año después de Uriel. No es lo mismo, los hijos consiguen esposa y uno queda más solo.

Yo hablé con Nelson Londoño, el asesino de mi hijo, él dijo que lo había matado. Ese día que nos llamaron de la Fiscalía, nos pusieron frente a frente. Yo lo miraba y él me miraba, me dijo:


 

‘Señora, me da mucho dolor verla sufrir, yo estuve ese día mirando como lloraba a su hijo, usted adoraba a ese muchacho’

 


Yo le dije ‘¿Por qué no iba a llorar? yo tenía que llorar’. En un momento me dijo que a mi hijo lo mataron inocentemente, pero a mí esa palabra no me sirve, yo no quiero escuchar que fue ‘inocentemente’, a mí me quitaron medio mundo.

Tiempo después me dijeron que Londoño estaba condenado, no sé si lo sentenciaron por la muerte de mi hijo o por otro de los crímenes que cometió. No he recibido información exacta. Tampoco he recibido ningún tipo de reparación.

La empresa en la que mi hijo trabajaba conmemora todos los años el aniversario de la muerte de Uriel y la de otros empleados que también mataron los paramilitares.”

“Lo más terrible no es sobrevivir sino tener una persona perdida, sin tener ninguna pista”

El 11 de mayo de 2002, Pedro Octavio Franco Bernal fue abordado en un bus y secuestrado por paramilitares. Según versiones de alias ‘Pollo’ y ‘Pirata’ fue asesinado, descuartizado y arrojado al río Guejar. Su esposa, Maribel Ceballos, quiso dar su testimonio a Rutas del Conflicto.

“Mi esposo, Pedro Octavio, era funcionario de la alcaldía de Vista Hermosa. Apenas se terminó el proceso de paz del Caguán recibió una amenaza telefónica. En ese momento, cuando se acabó la zona de distensión, todos los funcionarios públicos de estos municipios se convirtieron en objetivo militar. El 7 de mayo de 2002 salió en comisión de trabajo a Bogotá y jamás volvió.

El 10 de mayo hablamos por teléfono, él estaba en la casa de la mamá, visitándola por el cumpleaños, y conversamos de las cosas de la casa, lo normal. También me hizo algunas recomendaciones de un futuro sin él. A mí me late que presentía lo que iba a pasar. Pedro salió de Bogotá el 11 de mayo a las 6:50 a.m., yo lo esperé todo el día y nunca llegó.


 

En la noche vinieron los de la flota y me trajeron las maletas, me dijeron que lo habían bajado en la trocha 30. La gente que venía dentro del bus escuchó disparos.

 


Para esa época estábamos con el paramilitarismo a bordo. Mi esposo fue bajado por ‘paras’ y, según lo que ellos dicen, lo asesinaron, lo llevaron a la zona boscosa, lo descuartizaron y lo botaron al río.

Ha pasado mucho tiempo, hemos tocado todas las puertas existentes, pero nunca hemos tenido una respuesta concreta, sólo sabemos lo que ellos dicen. José Díaz Alcantar, alias ‘Pollo', dijo que habían sido ellos, pero que fue por una mala información. Alias ‘Pirata’ dice que fue siguiendo una orden, y así, se tiran la piedrita el uno al otro.

Para ellos todo el mundo era delincuente, nunca mataron a inocentes, sólo a gente culpable. Yo sé lo que había en mi casa, pero ellos tenían un monstruo fijado y eran los supuestos superhéroes que decían salvar a la patria y a Vista Hermosa de todos los guerrilleros.

Yo toda mi vida había estado en Vista Hermosa, llevaba una vida normal, teníamos un negocio, una familia, una casa, que también nos arrebataron los ‘paras’. Todo nos lo quitaron ellos. Mi familia y yo nos tuvimos que desplazar a Villavicencio luego de la desaparición de mi esposo. Ellos se quedaron acá a merced de todo lo que habíamos dejado, se apoderaron de la tierra y la dieron en comodato a diferentes personas.

Con el tiempo yo estuve donde alias ‘Pirata’ y dijo que nos tenían que devolver la casa. En ese momento, mi mami se devolvió de nuevo a Vista Hermosa y yo regresé en el 2008. Estar nuevamente en mi casa, sin estar de arrimados, sin tener que pasar miles de necesidades, de las que se pasan en la ciudad, ayuda a sanar las heridas.


 

Un día le dije a la fiscal: "¿Usted se imagina una escena como la que mi familia tuvo que vivir y que también han vivido miles de colombianos?"

 


Llegar a un lugar donde usted no conoce, no sabe dónde es arriba, dónde es abajo. Llegar a una nueva vida, con los pollos dentro de una jaula, con todo, es muy terrible.

Todo esto fue un vuelco total, porque prácticamente uno se queda sin manos sin pies, sin nada. Lo más terrible no es sobrevivir sino tener una persona perdida, sin tener ninguna pista. La verdad, de todas las cosas, esto es lo peor que le pueden hacer a un ser humano.

Se pierde el ánimo de seguir buscando, porque no es que pase el tiempo y a uno le deje de doler, aquí la cuestión es que pasa el tiempo y la crisis en el municipio es más aguda. Hay más conflicto a pesar de que la guerrilla se está yendo, tenemos conflictos internos que obviamente ustedes en la ciudad no conocen. Aparentemente todo está calmado, pero siguen desapareciendo a las personas, sigue habiendo desplazamiento. Para el mundo, Vista Hermosa es un paraíso terrenal, pero no es así”.

"Cuando vamos a la misa de La Sarna es como si enterráramos a mi hermana otra vez".

El primero de diciembre de 2001, un grupo de paramilitares de las Autodefensas Campesinas del Casanare, conocidos como los ‘Buitragueños’, detuvo un bus de transporte público que recorría la ruta entre Sogamoso y Labrazagrande, a la altura del Páramo de la Sarna en Boyacá. Los ‘paras’ bajaron a los pasajeros del bus, los acostaron boca abajo y asesinaron a 15 de ellos. La hermana de Mercedes Rivera, quien murió junto con su novio, recuenta los hechos.

Nosotros estábamos en Paya y vivíamos con mi hermana Mercedes, que trabajaba en la administración municipal como aseadora. Ella tenía una enfermedad muy rara y nosotros no sabíamos qué era. Se le torcía la cara y los brazos, entonces se fue a Sogamoso a hacerse un control y sucedió lo que sucedió.

Al otro día llegó la noticia de que habían matado a los pasajeros que iban en el bus y fue un dolor grande porque nosotros ya sabíamos que ella viajaba pero deseamos que no se hubiera venido. Del impacto de la noticia dijimos “ojalá que no venga ahí”. Llamaron al juzgado de Paya para confirmar y mi hermana lamentablemente sí venía ahí. Solo dejaron vivos a dos niños y a una señora de la tercera edad.

En el proceso que yo he leído nos dicen que eso pasó porque eran guerrilleros. Yo no estoy de acuerdo, mi hermana jamás tuvo contacto con la guerrilla. No sé de dónde sacaron que guerrilleros. ¿Por qué lo hicieron con gente tan inocente como esas personas? Yo hablo por mi hermana, una persona noble, que estaba enferma y quería salir adelante.

Ella nunca tuvo contacto con la guerrilla, eso es lo que más nos duele. Cuando nosotros vivíamos en la vereda de Sótaga mi hermana Mercedes todavía vivía con nosotros. La guerrilla estaba mucho por ese lado. Mi papá nos respaldó en todo lugar y es un señor ejemplar. Fue desplazado después de que llegó la Policía. A él lo llamaron para que recibiera el cadáver de mi hermana y nosotros no lo acompañamos porque había amenazas de que los que fueran a reclamar los cadáveres los mataban.

Él dijo que iba solo porque no arriesgaría a ninguno de sus hijos. No sé cómo lo haría porque él ni conocía Sogamoso. Él tuvo mucho coraje para estar al lado de su hija, solo, sin apoyo de nadie, ni de las autoridades locales.

Todavía sigue siendo muy duro hoy, por ejemplo, recordar a mi hermana, que iba a pasar navidad con nosotros, que le traía un árbol de navidad a mi mamá para que conociera un arbolito. Imagínese, eso es durísimo. Mis papás la recuerdan mucho. Lo más duro es que no se hizo justicia.

En ese momento yo tenía siete años. Éramos once hermanos, yo soy la segunda menor.  Ha sido muy duro para mis papás sobre todo. Cuando vamos a la misa de La Sarna es como si estuviéramos enterrándola a ella otra vez. Teníamos una ceremonia en Labranzagrande pero no fuimos por tristeza. Para qué recordar que le dispararon, que la mataron junto a su novio Arturo, eso es duro. No fuimos por no causar otro dolor.

A mi hermano y a mi tío les dieron cristiana sepultura

Rodrigo Salamanca cuenta cómo ha sido su vida después de la desaparición de su hermano el 10 de febrero de 2003 en Recetor, Casanare. Durante las tres últimas semanas de febrero de 2003, paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Casanare, Acc, conocidos como ‘Los Buitragueños’, desaparecieron a cerca de 60 personas de los municipios de Recetor y Chámeza, en el piedemonte de Casanare. Entre las víctimas están varios comerciantes y empleados públicos de los dos municipios.